Inicio » Juguemos con las palabras

Juguemos con las palabras

Por Javier Morales, el 21 de octubre de 2015, en palabras

Menéalo
hands-423794_1920

Foto: Pixaby.

La materia prima de cualquier escrito son las palabras. Unidades con significado, sonoridad y cadencia que sirven para levantar ‘edificios’ literarios de todos los tamaños, pero que también pueden usarse como los adornos de un arquitecto. 

Si has seguido nuestro blog hasta aquí, ya habrás descubierto que es posible aprender a escribir. Nos lo recordó el primer día el director de la Escuela, Javier Sagarna. Dos narradores, Luis Landero e Ignacio Ferrando, nos han hablado ya en sendas entrevistas de sus métodos de trabajo y de sus últimas novelas. De novela y de cómo convertirse en novelista nos dio las claves el libro de John Gardner, Para ser novelista.

Pero antes de convertirse en novelista, aún queda mucho camino por recorrer y mucho que trabajar. Lo primero que debemos hacer es desengrasar, calentar los músculos antes de correr, si retomamos la comparación entre escritura y deporte. Si los deportistas calientan sus músculos, nosotros, los escritores, intentamos desbloquearnos, en el caso de que lo estemos o llevemos algún tiempo sin ejercitar las manos, la imaginación. Para conseguirlo, dimos algunas pautas en nuestra primera entrada técnica, sobre el bloqueo creativo.

Una buena manera de empezar a trabajar, sin duda, es jugar con nuestras herramientas naturales, las palabras. Son tan importantes que, no en vano, Jean Paul Sartre, escritor y filósofo, tituló así su biografía de infancia en la que nos cuenta cómo se hizo escritor: leyendo y escribiendo. Algo así es lo que haremos en este curso.

Así pues las palabras son nuestras herramientas, pero hay quien dice que su cercanía, el hecho de que nacemos con ellas, reside la primera dificultad para el escritor. Son el tesoro con el que los humanos venimos al mundo y una de las características principales que nos diferencian del resto de las especies. Los escritores no necesitamos cincel, ni óleos, ni una cámara, ni saber utilizar bien el compás y la escuadra. Para escribir solo necesitamos palabras y precisamente porque estas están ahí, al alcance de todos, porque son gratuitas y las tenemos tan cerca, es por lo que se hace tan difícil escribir.

Sin embargo, os animamos a cambiar este punto de vista. Gracias a que conocemos las palabras desde que nacemos, gracias a que surgen en nosotros de forma natural, gracias a que las llevamos dentro y están al alcance de todos, escribir está también al alcance de todos: basta con tener ganas de hacerlo. Este es, por lo menos, el primer paso para comenzar a escribir.

Y ya puestos, para alentar nuestro trabajo, conviene recordar lo que nos enseñó Freud, que las palabras y la magia son una misma cosa. Y es verdad: una palabra es capaz de transportarnos a la infancia, de poner en marcha nuestra memoria y hacer aflorar recuerdos que conscientemente no sabíamos que teníamos dentro, nos puede llevar de viaje, provocar una emoción, hacernos llorar o soltar una carcajada; incluso puede crear un puente al futuro, despertar nuestra imaginación, hacernos volar. Es tal el poder de las palabras que, a la hora de escribir y tratar de combinarlas, surge ante nosotros un universo lleno de posibilidades, de historias, personajes, de temas que contar. Así que, una vez que contamos con las palabras y con las infinitas posibilidades de combinarlas, para comenzar a escribir y darnos cuenta de que es posible hacerlo ―crear historias, otros mundos, personajes, vivir otras vidas―, vamos, como primer paso, a dejar que fluyan las palabras, a dejar que salgan sin ponerles barreras, ni límites, sin ocultarlas. Vamos a permitir a las palabras que fluyan con libertad para poder jugar con ellas, bucear en ellas. Si permitimos que las palabras nos sorprendan es probable que nos abran la mente y nos muestren mundos nuevos que ni siquiera sabíamos que existían.

Ahora te toca a ti. Haz una lista en tu casa de las palabras que te gusten, que te resulten especiales (por su significado, sonido, etc). Repite el ejercicio, pero esta vez con las que no te gustan. Cuando hayas terminado, junta las palabras que te gustan en frases. Haz lo propio con las que no te gustan. No importa que las frases no tengan demasiado sentido. Lo interesante será descubrir qué sugieren, su sonoridad, las connotaciones y que el texto final tenga fuerza expresiva.

Te animamos a enviar el texto resultante a nuestro Premio de Escritura Creativa. Recuerda que no debe superar las 500 palabras y que debes enviarlo antes del 12 de noviembre. El texto ganador se publicará en El Asombrario el 19 de noviembre y al autor se le premiará con un mes gratis en cualquiera de los cursos impartidos en la Escuela en ese momento: Escritura Creativa, Redacción Eficaz, Periodismo y Poesía.

Menéalo

Comentarios

Hay 6 comentarios

  • 22.10.2015
    Santiago dice:

    Buena idea. Voy a ponerlo en práctica. ..Aunque después, no participe. Es bueno relajar la relación con las palabras y dejarlas en libertad.

    • 29.10.2015
      Javier Morales dice:

      Sin duda, Santiago. Gracias por seguirnos

  • 06.11.2015
    lucinda dice:

    Acabo de realizar el ejercicio, qué rico! Gracias, es una iniciativa genial. Lucinda Fiébenez

  • 06.11.2015
    Laura dice:

    Me encantó! Ya lo hice y lo envié… Es siempre sorprendente lo que puede salir a partir de estos estímulos creativos.
    Aparecen motivos, ideas, imágenes que nos sorprenden a nosotros mismos.

Deja tu comentario

He leído y acepto la política de privacidad de elasombrario.com
Consiento que se publique mi comentario con los datos que he facilitado (a excepción del email)

¿Qué hacemos con tus datos?
En elasombrario.com te solicitamos tu nombre y email (el email no lo publicamos) para identificarte entre el resto de personas que comentan en el blog