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Musas de semáforo, de bares, de catenarias de tren, nocturnas, convulsas, viciosas

Por manuelcuellardelrio, el 23 de septiembre de 2016, en entrevistas Sin categoría

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La escritora Laura Abril.

La escritora Laura Abril.

Extremeña de nacimiento, madrileña de adopción, la abogada Laura Abril, de 32 años, es la alumna de la Escuela de Escritores elegida por nuestro profesor del mes, Juan Carlos Márquez, para la autoentrevista. Ha publicado dos relatos en los libros colectivos de la Escuela, aunque ahora, no tiene “nada extenso cocinado en esta olla exprés que es mi cabeza. Supongo que es porque los buenos libros se escriben a fuego lento. Y con el ritmo de vida que llevo, por ahora sólo puedo permitirme escribir ‘fast food”.

Laura Abril ¿nombre real o pseudónimo literario?

Por suerte, es el nombre que figura en mi carné de identidad. Y creo que suena bien. Por algo se empieza.

Sí, puede que suene bien para una escritora, pero… ¿y los libros?

Pues en mi cabeza. Desordenados, latiendo, caducándose por momentos. Sobre todo la poesía, que una tiene la sensación de que sólo es buena recién parida, cuando aún está caliente sobre el papel. Es difícil volver a leer versos propios en frío y sentir lo mismo que cuando salieron de las entrañas. Y eso es una suerte. Tal vez un mecanismo de defensa contra nuestra propia bilis.

¿Publicar lírica en estos tiempos?

Por supuesto. Me lo he prometido. Pero no un libro de poemas al uso, con sus columnas centradas o justificadas a la izquierda en páginas desnudas. En mi cabeza lo veo más como un cuaderno de apuntes, garabateado, cosido a versos, con reflexiones y miradas a través de un caleidoscopio. Un álbum de pensamientos. Un selfie de mente (y demente). Así ha sido mi creación poética durante más de 20 años y ya me he acostumbrado a ese desorden de tiempos, lugares y formas. Puede que a alguno le provoque curiosidad asomarse a un libro así. Y si no, ¿qué importa? Ya tiene hueco asignado en mi librería.

¡Más de 20 años! ¿Recuerdas la primera vez que escribiste y por qué hubo una segunda?

No sé el día exacto, pero fue en el año 93. Tenía diez años (mierda, ya me he delatado). Recuerdo que era de noche, que estaba tumbada en mi cama de sábanas de franela blanca con lunares de colores, y que al día siguiente tenía que presentar un poema y un relato para el concurso literario de la semana cultural del colegio. Como siempre, apurada de plazo. Nos obligaban a concursar. Y resulta que gané: el Primer Premio en la modalidad de Poesía y el Segundo Premio en Prosa. Quince mil pesetas de las de entonces y un par de placas. Así que los premios tuvieron la culpa de que hubiera una segunda vez. Y una enésima.

¿Hubo más premios?

Unos cuantos más, pero ya hace mucho. Algunos en el mismo colegio, otro a nivel municipal durante una campaña de Prevención del Alcoholismo –fíjate, yo que estoy respondiendo a esta entrevista disfrutando de una buena copa de vino– y el más relevante quizás fuera el del Certamen Literario de Relato Villa de Monesterio, en 2003, por aquello de que era a nivel nacional. El último fue una Mención Honorífica en un concurso literario de la universidad, cuando escribía “al más puro estilo garcilasista”, según los propios miembros del jurado. Tranquilos, ya se me pasó la vena de los sonetos clásicos. Hoy por hoy, cualquiera de esos poemas y relatos premiados no pasaría ni mi propio control de calidad, pero bueno, ahí están. Tampoco soy de presentarme a certámenes. Cuando tengo que escribir sobre un tema concreto, mandar no sé cuántas copias, con sobres y plicas, márgenes e interlineados, reconozco que me puede la pereza. No valdría para escritora a sueldo.

Has hablado de un premio a nivel municipal, ¿qué municipio es ese?

Soy de Fuente de Cantos, un pueblo de unos 5.000 habitantes al sur de Badajoz; pero con 17 años me vine a estudiar a Madrid, donde (¡carajo!) acabo de darme cuenta de que ya llevo otros 16. Madrileña de adopción, por tanto, pero con acento extremeño, que eso no lo pierdo. Si esta entrevista fuera en vídeo, no haría falta que os lo jurara.

El pueblo o la gran ciudad. ¿Dónde se cazan más musas?

Pues es curioso cómo casi todo lo que escribí en el pueblo en mis años de adolescencia era de temática filosófica, mística, profunda… Y casi todo lo que he escrito en la capital es, digamos, más mundano: la prisa, la rutina, el estudio de viajeros en el transporte público, las vidas normales y corrientes de personajes no tan normales ni tan corrientes. Sin duda me inspira más la ciudad. El campo y la naturaleza te oxigenan, pero también te aportan una paz mental que, al menos en mi caso, sólo genera literatura descafeinada. Prefiero el impulso mañanero de mis Poemas de vagón de tren, el desgarro visceral de los Microdestrozos –una especie de prosa poética que me alivió durante una época de luto sentimental- y la crudeza, el humor o el surrealismo de muchos de los relatos que escribí en los talleres de escritura. Son musas de semáforo, de bares, de catenarias de tren, nocturnas, convulsas, viciosas. Sí, también he experimentado con el relato erótico, aunque eso daría para otra entrevista.

Has hablado de los talleres literarios. Escuela de Escritores, ¿verdad? Cuéntame qué has aprendido en ella.

Fácil.He aprendido a coger la tijera y a poner puntos. Antes escribía con un estilo muy rococó, con frases subordinadas sembradas de adjetivos innecesarios. Como este: innecesario. Me he dado cuenta de que, como lectora, prefiero la prosa directa, desprovista de adornos, pero contundente en el contenido. Se puede llegar a donde quieras sin dar tantos rodeos, aunque a mí a veces me resulta complicado desprenderme de la verborrea pedante. Soy abogada. En cuanto a la Escuela de Escritores, empecé -como muchos- por el Taller de Escritura Creativa, y después seguí con el Curso de Relato Breve, ambos con Juan Carlos Márquez. Dos años de sarna con gusto. Sarna porque me ha supuesto un esfuerzo importante disciplinarme para escribir cada semana, con los horarios infernales de la jornada laboral y las neuronas fritas de tanto juicio. Y gusto, porque sí.

¿“Porque sí”?

Bueno, era por abreviar. Han sido dos años de jueves entre amigos, de textos muy buenos, otros menos buenos, otros malos a rabiar. Pero siempre se aprende algo, de narrativa y de todo en general. A veces parecíamos un puñado de desequilibrados en terapia grupal, quejándonos a través de nuestros relatos, desnudándonos en un par de folios, riéndonos del resultado de los binomios fantásticos y jugando con la vida de nuestros personajes, para los que –entre todos- inventábamos nuevos rasgos o finales alternativos.

¿Y ya no piensas seguir en la Escuela?

Me gustaría retomarla más adelante, con el Máster de Narrativa, cuando pueda permitírmelo por tiempo y dinero, pero en estos momentos el cerebro me pide frenar la máquina un poco. Sigo escribiendo a mi aire, reordenando todo el aprendizaje de los últimos dos años, tratando de modelar esa idea feliz de novela que ronda en mi cabeza desde hace un tiempo. Cuando tenga algo con cuerpo y alma (sí, Juan Carlos, he utilizado tu palabra tabú), entonces buscaré el cauce profesional para ponerlo en marcha.

¿Cuál crees que es tu punto fuerte a la hora de escribir?

No es algo de lo que yo fuera consciente, pero al parecer es mi seña de identidad: la metáfora y la riqueza del lenguaje. Es lo que más destacan quienes han leído mis textos en algún momento. Supongo que mi formación jurídica me da la facilidad para redactar con un mínimo de coherencia y estructura y, por otro lado, la sensibilidad poética hace que la metáfora me resulte relativamente fácil. De hecho, si la tengo que buscar, no me sale. O me da una patada en las narices y puedo sangrarla en el papel o se queda taponándome los sesos durante un buen rato y tengo que pasar a otra cosa.

¿Y tu punto débil?

Muchos. El primero, que escribo más de lo que leo. Me explico: como dispongo de poco tiempo libre, lo aprovecho para coger papel y lápiz o sentarme con el portátil quemándome en las piernas. Eso significa que leo menos de lo que debería y tampoco escribo tanto. No soy ninguna entendida en literatura y eso a veces me avergüenza. Es una cuestión de disponibilidad de tiempo y no una falta de ganas. Los cursos de escritura han sido un buen revulsivo para retomar los libros. Otro punto flaco es que no pienso historias completas, sino frases sueltas o escenas que me inspiran. Eso es un problema a la hora de desarrollar textos más largos, porque escribes a la deriva, con un bonito barco anclado en tu cabeza en medio de un mar de opciones que no te llevan a ningún sitio. Es lo que más me bloquea a la hora de escribir un relato; tener claro el cómo podría decirlo, pero no el qué decir.

Finalmente, y por no seguir con la lista de puntos débiles (que oye, si hay algún editor en la sala tampoco quedo muy bien), me cuesta mucho escribir textos para los que necesite documentarme en exceso. Para mí, la escritura es un impulso creativo. Si para escribir necesito leerme un montón de artículos o libros de una época, de una materia o de un trastorno psicológico con el que quiera dotar a un personaje, se me apaga ese motor interno que extrae ideas del cerebro y las narra tal cual están en él. No sería capaz de escribir una novela histórica, por ejemplo.

¿Y qué tipo de novela está en tu cabeza?

Tengo muchos tipos de novela ahí arriba. Las que llevan a la realidad alguna premisa surrealista, las que hablan de personajes con una psicología concreta bien trabajada en un mundo rutinario y anodino; novelas para los sentidos, de esas que se basan en imágenes y olores, o historias que se mueven gracias a los sentimientos. No tengo nada extenso cocinado en esta olla exprés que es mi cabeza. Supongo que es porque los buenos libros se escriben a fuego lento. Y con el ritmo de vida que llevo, por ahora sólo puedo permitirme escribir fast food.

Concurso Escuela de Escritores/El Asombrario

Si quieres participar en el Concurso Escuela de Escritores/El Asombrario, lee la entrada de Juan Carlos Márquez en el blog de la Escuela, en la que explican las claves para escribir el texto y los plazos para enviarlo . El relato ganador será publicado en las páginas de El Asombrario, y el autor podrá disfrutar de un mes gratis en cualquiera de los cursos que se imparten en la Escuela, tanto presenciales como por Internet.

Programación del Curso 16-17 en Escuela de Escritores.

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