Guía ilustrada para descubrir la mirada feminista del Universo

Dos ilustraciones de Alice Beniero para el libro ‘Allá Arriba’.

La ciencia es creadora de historias y nos cuenta muchas de ellas con bellas metáforas. Ocurren muchos sucesos más allá de nuestra visión. Miramos y vemos estrellas, pero los astrónomos y astrónomas con potentes ojos electrónicos miran más profundamente e intentan transmitirnos el conocimiento que han adquirido. Solamente el telescopio Hubble ha descubierto unas 5.500 galaxias. ‘Allá Arriba. Una guía ilustrada del Universo’, editada por GeoPlaneta, nos habla de esta inmensidad que nos lleva a relativizar tantas cosas. Y además, en clave feminista.

Se trata de un bello libro al alcance de casi todas las edades, aunque creado para los más jóvenes; contiene amenos y rigurosos textos a cargo de seis astrofísicas: Edwige Pezzulli, Maria C. Orofino, Raffaella Schneider, Rosa Valiante, Simona Gallerani y Tullia Sbarrato que nos van contando lo que ocurre en eso que denominamos el cielo.

Para ello recurren a una estudiante de astrofísica y a su hermana pequeña llena de curiosidad y de preguntas: “A veces, por el camino, le doy la mano a mi hermana. Ella me guía en la Tierra y en el cielo. Me enseña a mirar en busca de planetas y estrellas, y me lleva a dar un paseo por la historia del universo. Mirar se convierte en un viaje, también por el tiempo. En un instante vas muy lejos o vuelves atrás como nunca habrías imaginado”.

Como si fuera tu hermana, este libro te da la mano para esclarecer conceptos complejos y te invita a abrir los ojos y mirar al cielo. Así que en este caso bajaremos primero la mirada para leer el libro y luego poder mirar hacia arriba y descubrir los secretos de las estrellas, también con las ilustraciones de Alice Beniero y las poesías de Silvia Vecchini.

La primera invitación que nos hacen las astrofísicas es a conocer las constelaciones, tanto las del Norte como las del Sur. Muchos hombres y mujeres han salido al campo y han tratado de identificar estas constelaciones a simple vista. Sabemos sus nombres ya que los mitos humanos son el origen de muchos de ellos, como el de la Vía Láctea o los relacionados con el zodiaco. Desde España podemos ver durante todo el año la constelación de Casiopea que a los griegos les recordaba a una vanidosa reina Casiopea. Para ver a la famosa Orión hay que esperar al invierno.

Luego, tal vez, nos surjan otro tipo de preguntas. Y como dicen las autoras mirar hacia arriba en busca de estrellas y planetas se convierte así en un viaje increíble en busca de los límites del Universo hasta llegar al Big Bang, la explosión que dio origen a todo. Aventurarse en el espacio con ellas es una invitación a abrir los ojos al cielo y a dejarse cautivar por las maravillas que se esconden allá arriba.

Seguramente también se vaya a la búsqueda de planetas, que no brillan con luz propia como las estrellas, sino por la que reflejan del Sol. Las preguntas continuarán. Y aunque hay muchas culturas que intentan explicar el nacimiento del Universo, solo hay una historia.

Un enfoque feminista

Este libro, concebido y realizado íntegramente por mujeres, con un enfoque feminista, incluye homenajes a algunas de las científicas más importantes del campo de la astrofísica como Henrietta y sus estrellas… variables. Henrietta Leavitt pasó mucho tiempo clasificando estrellas, al anotar sus observaciones, se dio cuenta de que las estrella que parecían más brillantes eran también las que tenían el periodo más largo (del brillo máximo al mínimo y luego otra vez al máximo). Hoy a esta relación se le llama ley de Leavitt. Y gracias a ella y a Edwin Hubble se pudieron medir ciertas distancias del Universo y este se volvió más grande de lo que se pensaba.

Pero no solo hay estrellas y lo descubrimos gracias a otra “exploradora galáctica” llamada Vera Rubin. Ella reparó en que la única explicación del extraño comportamiento de las estrellas de Andrómeda era que la galaxia tenía más masa de la que era visible (gas, estrellas, polvo interestelar), así que debía de haber una materia invisible. Más tarde se llamaría materia oscura.

Otro asunto cosmológico al que han dedicado muchos estudios son los llamados agujero negros. “Siguiendo el movimiento rapidísimo de ciertas estrellas, año tras año, Andrea Ghez descubrió que su velocidad era tan grande que requería, en un espacio tan pequeño, una masa gigantesca, 4 millones de veces mayor que el Sol…¡Había detectado un agujero negro superlativo justo en el centro de nuestra galaxia!”.

Las fuerzas que crearon la luz y la oscuridad

En un Universo en expansión todavía quedan por comprender muchos sucesos que ocurren en él, pero al leer este libro se puede aprender mucho de la luz, la oscuridad, la materia y su constitución y de las distintas fuerzas que lo permitieron. Desde lo más pequeño a lo más grande.

A lo primero contribuyó Lene Hau, que está considerada la científica que detuvo la luz. En 2001 bloqueó unos rayos de fotones durante un segundo y medio. “En un futuro no muy lejano quizá sea posible fabricar ordenadores capaces de usar fotones en vez de electrones y por tanto ¡veloces como la luz!”.

El libro también nos enseña cuándo nace una estrella y cuándo muere. Sus tipos: jóvenes, adultas, gigantes y supergigantes. También de sus colores, de la más caliente a la más fría. Los cúmulos que forman para formar galaxias como la Vía Láctea y el porqué de sus diferentes formas. Pero como hemos dicho, no solo hay estrellas en el espacio del Universo. Las autoras nos hablan también de las ondas gravitacionales, de la gravedad, de rayos, neutrinos, de la curvatura del espacio, de su energía, de las ondas de radio.

Cuando se captaron las primeras ondas de radio procedentes del espacio, al pensarse que provenían de un mundo extraño las llamaron LGM (Little Green Men, “hombrecillos verdes” en inglés), pero la realidad fue que Jocelyn Bell había descubierto el primer púlsar (una estrella de radio pulsante). Este hallazgo se tradujo en el Nobel para sus profesores Hewish y Ryle, sin que ella recibiera mención alguna. Hoy la comunidad científica la considera la verdadera descubridora de los púlsares.

Las olvidadas astronautas

¿Quién no se ha entretenido observando las distintas fases de la Luna, un satélite natural del planeta Tierra? Gracias a los satélites artificiales comenzó la carrera espacial y, por tanto, la de los astronautas y las astronautas. Hay más de una mujer embarcada en orbitar la Tierra, pero las autoras nos recuerdan la historia de Samantha Cristoforetti. Trabajando para la Agencia Espacial Europea, fue la primera mujer italiana y la tercera europea en unirse a la tripulación. En 2014 voló a la Estación Espacial Internacional, un gran laboratorio para la exploración humana del espacio, permaneciendo en el espacio 199 días, récord femenino batido tan solo por la estadounidense Peggy Whitson. “El templo y el coraje de Samantha la han hecho famosa, hasta el punto de de que se le ha dedicado un asteroide llamado Samcristoforetti”.

La búsqueda de otros mundos que alberguen vida ha sido una constante de la exploración del espacio. Así que el libro también habla de la vida, vida que nos permite apreciar las maravillas que se despliegan por todo el Universo e imaginar otros mundos. “En la vida no hay nada que temer, solo hay que comprender” (Marie Curie).

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Comentarios

  • Fran

    Por Fran, el 25 abril 2021

    No emplea usted de forma correcta el término feminismo.

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