Perseguir estrellas moribundas y agujeros negros en Guadalajara

Gran radiotelescopio del Centro Astronómico de Yebes, Guadalajara.

Cuando se informa de los grandes avances astronómicos, muchos pensamos en centros científicos muy lejanos, ubicados a miles de kilómetros de España. Pero nada más apartado de la realidad. En nuestro país existen importantes emplazamientos de investigación, en los que también se avanza en dicho conocimiento. Uno de los más afamados se domicilia en Tenerife. Se trata del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), uno de los enclaves más prestigiosos de Europa. Pero no es el único que existe en nuestro país. En la península también se suceden los ejemplos de indagación cósmica de primer orden. Es el caso del Observatorio de Yebes, en la provincia de Guadalajara, a unos 80 kilómetros de Madrid, muy importante para investigar el comportamiento de los agujeros negros y las estrellas moribundas.

“Se encuentra gestionado por el Centro Astronómico de Yebes (CAY), una unidad del Instituto Geográfico Nacional (IGN) dedicada al desarrollo y construcción de instrumentación en el campo de la radioastronomía, así como a la realización de observaciones astronómicas, tanto de interés astronómico como geodésico y geofísico”, explican desde el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. La calidad de los datos obtenida en dichas observaciones, junto con otros criterios, le ha permitido al CAY la calificación como Instalación Científico–Técnica Singular (ICTS), subraya su director, Pablo de Vicente.

No en vano, las condiciones de su entorno son óptimas. El centro se halla levantado a casi 1.000 metros de altitud, en un contexto relativamente seco. “La media de vapor de agua precipitable en el lugar es de seis milímetros, alcanzándose mínimos de dos milímetros en invierno”, confirman desde el IGN. Además, “la velocidad del viento es inferior a cinco metros por segundo” durante gran parte del año. Incluso se intentó que los alrededores fueran radiosilenciosos. Es decir, que “no hubiera interferencias de radio” y que, por tanto, “no existieran radares, plantas fotovoltaicas o aerogeneradores cerca”, añade De Vicente.

Así, entre los principales recursos del CAY se distinguen elementos pioneros a nivel mundial, como el ARIES XXI, un radiotelescopio inaugurado en 2008, con 40 metros de diámetro. Se alza como “uno de los nodos más importantes de la Red Europea de Interferometría de Muy Larga Base, una de las mayores iniciativas científicas del mundo. También se trata de una estación del Servicio Internacional de VLBI para Geodesia y Astrometría, que “ha proporcionado información sobre la complejidad molecular del medio interestelar en el universo”, explica Pablo de Vicente.

Así, el centro yebero se inserta en “cuatro redes internacionales de observación: dos de astronomía, una de geodesia y una más de telemetría láser”, confirma su director. Gracias a las investigaciones realizadas en él, “se han descubierto moléculas no vistas antes en galaxias lejanas o en zonas de nuestra Vía Láctea; se ha trazado su distribución; y se ha estudiado el comportamiento de las capas externas de estrellas moribundas”. Todo ello “puede ayudar al descubrimiento de las reacciones químicas y de los elementos que dan lugar a la vida”, narra De Vicente. Además, y como parte de las redes internacionales, “ha obtenido la imagen más detallada del agujero negro que habita en el centro de nuestra galaxia”. Estos logros “buscan una comprensión mejor y más completa del universo”.

Asimismo, en el complejo yebero se distinguen otros recursos, que enriquecen sus logros cósmicos. Entre ellos, destaca un astrógrafo, empleado para realizar fotografías astronómicas y que se encuentra formado por dos telescopios, dedicados al seguimiento de asteroides y cometas. De igual manera, en el CAY existe un telescopio solar de unos 15 centímetros, que, a su vez, se halla emplazado sobre una torre que alcanza los ocho metros de altitud. Por su relevancia experimental, también se ha de mencionar el radiotelescopio de ondas milimétricas de 13,2 metros de diámetro. Es una herramienta que capta ondas emitidas por fuentes de radio. “Esta instalación se integra en una red internacional que le permite medir con altísima precisión las deformaciones de nuestro planeta y su orientación en el espacio”, indica De Vicente.

Y, al mismo tiempo, el Centro Astronómico de Yebes alberga diversos laboratorios –de antenas, microondas, milimétricas, electrónica, receptores y de tiempo y frecuencia–, una cámara anecoica capaz de trabajar a muy altas frecuencias; y un pabellón de gravimetría relativa y absoluta. De esta forma, se cumplen las funciones que tiene el complejo, como “la observación del cosmos con sus radiotelescopios y el desarrollo de tecnología punta para radioastronomía”.

De hecho, el primero de los objetivos –el análisis del universo– “se alcanza de la mano de los radiotelescopios de 40 metros y de 13.2 metros. Ambos están equipados con receptores criogénicos para la detección de señales muy débiles, que los convierten en instrumentos extremadamente sensibles”. Además, “el desarrollo de tecnología para la radioastronomía está orientado a la construcción de receptores criogénicos y los dispositivos que lo componen. Los mismos no son comerciales y es necesario fabricarlos en los observatorios, porque se trata de tecnología puntera”, explica Pablo de Vicente. Gracias a ello, el complejo de Yebes “exporta esta técnica a todo el mundo”.

Por tanto, “además de los recintos que preservan el material instrumental de observación y seguimiento, el centro cuenta con un laboratorio para el desarrollo de instrumentación de alta tecnología”, aseguran fuentes municipales. Por lo tanto, “nos encontramos ante uno de los mayores emplazamientos europeos dedicados a la radioastronomía. Es decir, a la observación del firmamento en ondas de radio”, explica el director del Observatorio Astronómico Nacional y del Real Observatorio de Madrid, Rafael Bachiller. “Las imprecisiones de sus radiotelescopios son menores que el grosor de un cabello humano”.

“Las instalaciones de Yebes y su personal, junto con el del Observatorio Astronómico Nacional –que tiene su sede en el parque madrileño de El Retiro–, constituyen uno de los mayores lugares de investigación en radioastronomía de todo el mundo”, añade Bachiller. “Nuestros estudios incluyen la forma y movimientos de la Tierra, la creación de las estrellas y el estudio de los agujeros negros y de las galaxias más lejanas, entre otros muchos temas”.

Les estudios del Osbervatorio de Yebes incluyen la forma y movimientos de la Tierra, la creación de las estrellas y el de los agujeros negros y de las galaxias más lejanas

Los estudios del Observatorio de Yebes incluyen la forma y movimientos de la Tierra, la creación de las estrellas, y de los agujeros negros y las galaxias más lejanas.

Un poco de historia

Aunque el Radiotelescopio de 40 metros se inauguró hace 16 años –en 2008–, la historia del CAY es mucho más larga. El complejo se abrió en la primavera de 1976. Sin embargo, los trabajos comenzaron unos años antes. Luis Monge Ciruelo, corresponsal de La Vanguardia en Guadalajara, aseguraba el 19 de febrero de 1972 que los Presupuestos Generales del Estado habían consignado 30 millones de pesetas para “la construcción de un nuevo Observatorio Astronómico Nacional en el término municipal de Yebes, a unos 15 kilómetros en línea recta de Guadalajara”. Además, el Ayuntamiento de esta localidad cedió “unas 25 hectáreas de terreno llano erial, en su mayor parte cubierto de matojos y chaparros”.

Las noticias ofrecidas en febrero de 1972 por el diario barcelonés fueron las primeras en torno al mencionado enclave, avanzando la dotación económica inicial del proyecto. Pero ya se hablaba de que “el montante total de las obras rebasaría ampliamente los 100 millones de pesetas”. “Fue elegida esta ubicación, en plena comarca de la Alcarria, entre las cuencas de los ríos Henares y del Tajuña, por su cielo despejado, de gran luminosidad; por la limpieza de su atmósfera, sin humos; así como por su [cercana] distancia a Madrid y por sus buenas comunicaciones”, agregaba Monge Ciruelo.

“En el nuevo emplazamiento se instalará un moderno telescopio–reflector (de espejo) de metro y medio de diámetro, que sustituirá al veterano de El Retiro, que ahora cumple 50 años”, informaba Monge Ciruelo en 1972. “El nuevo telescopio estará acondicionado para mirar, tomar fotografías, hacer estudios de espectros y trabajos de fotometría, así como operaciones aritméticas”. Además, “en las dependencias que se construirán en Yebes se instalará también un radiotelescopio solar, que medirá las ondas no visibles, con lo que se facilitará la investigación espacial y el estudio de las combinaciones químicas de los astros”.

Desde su inauguración, el CAY ha evolucionado de forma muy reseñable, hasta llegar a las instalaciones actuales. Al mismo tiempo que, progresivamente, se han ido establecimiento acuerdos con entidades de todo el planeta. “El Observatorio de Yebes, a través del Instituto Geográfico Nacional, tiene suscritos varios convenios de colaboración con instituciones nacionales e internacionales para fomentar la investigación científica, el desarrollo tecnológico, las prácticas curriculares de los estudiantes universitarios y la divulgación en los campos de la radioastronomía, la geodesia y las aplicaciones espaciales”, explican desde el IGN.

De hecho, “la colaboración internacional es fundamental en radioastronomía”, asevera el director del Observatorio Astronómico Nacional y del Real Observatorio de Madrid. Las diferentes infraestructuras repartidas por todo el mundo “forman un radiotelescopio tan grande como el planeta” y Yebes “es pionero, y uno de los actores principales del mundo en estas técnicas de observación”. No en vano, el CAY “cuenta con las tecnologías más avanzadas del campo”, confirma Rafael Bachiller.

La importancia de la divulgación

Además, desde dicho enclave científico también abogan por la difusión del conocimiento astronómico entre la ciudadanía. El centro ha cedido el Pabellón Divulgativo para albergar los medios y recursos que se destinan al Aula de Astronomía. “Esta infraestructura cuenta con un acceso directo e independiente, que permite la recepción inmediata de los visitantes”, añaden desde el Consistorio yebero. En este caso, “se integran los contenidos curriculares que, sobre astronomía, se incluyen en los programas docentes no universitarios. A saber: estaciones del año, fases lunares, husos horarios, sistema solar, eclíptica, constelaciones de referencia, movimientos celestes, nuestra galaxia, etc.”, explican los implicados.

Un conocimiento que se transmite a través de una serie de espacios ordenados coherentemente. El recorrido comienza en la sala de audiovisuales, para continuar por el planetario, donde existe un “avanzado sistema de simulación astronómica en 3D y un potente desarrollo audiovisual de alta definición”. El siguiente apartado se conoce como el “módulo Sistema Solar y la Luna”, y en el mismo se dan a conocer todos los detalles del satélite terrestre y de los planetas que orbitan en torno al Sol. Una trayectoria que desemboca en el Taller de Astronomía, donde se realizan actividades manuales. “Aprender practicando es lo que harán los escolares en el lugar. Se trata de un espacio para disfrutar, cada uno de acuerdo a su nivel de sus conocimientos. Dibujarán, cortarán, pegarán y medirán hasta producir con sus propias manos reproducciones de las fases lunares, modelos del tránsito solar, planisferios, eclípticas…”, explican sus responsables.

Además, “determinadas instalaciones del CAY cuentan en su exterior con paneles informativos que descubren, en un agradable paseo al aire libre, las funciones y elementos que albergan en su interior”, añaden desde el Ayuntamiento de Yebes, institución desde la que se encargan de gestionar las más de 7.000 visitas anuales que recibe el complejo, gracias a un convenio rubricado con el enclave científico. De esta forma, se acerca el conocimiento astronómico a la ciudadanía, al mismo tiempo que se dan a conocer los pormenores del trabajo del Centro Astronómico de Yebes, uno de los emplazamientos de investigación punteros en Europa.

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