Las 100 mejores ‘animaladas fotográficas’ del año
Las 100 mejores fotografías de naturaleza del mundo, elegidas entre 48.130, han llegado a Madrid en la exposición ‘WildLife Photographer of the Year’, un clásico ya por estas fechas del certamen organizado por una de las instituciones más reconocidas internacionalmente en el estudio y conservación de la vida silvestre, el Museo de Historia Natural de Londres. La recorremos y nos detenemos en lo más llamativo.
La mejor foto del año ha correspondido a la instantánea del chino Yongqing Bao que recoge la sorpresa que se lleva una marmota del Himalaya cuando, al salir de su madriguera, se topa con un zorro tibetano. Una tragicómica imagen cuyo desenlace desconocemos.
Y sí, lo de animaladas no es sólo un juego para que entrarais a leer el artículo; es que la vida silvestre –o salvaje– está llena de ellas. Y se encoge el estómago observando algunas de las fotos premiadas: Ese hipopótamo macho que decide pegar un letal bocado a un hipopótamo bebé; la madre, angustiada, mira impotente a unos pocos metros (foto El último aliento, del suizo Adrian Hirschi, tomada en Zimbabue). Esa charca de ranas que agonizan tras haberles sido arrancadas las ancas para ofrecerlas como exquisito entremés (foto Un manjar repugnante, del húngaro Bence Máté, tomada en Rumanía); estremecedora toma de la que hablamos recientemente pues también fue ganadora en la sección Naturaleza del World Press Photo. Ese pingüino juanito huyendo in extremis para salvar su vida, mientras una foca leopardo emerge del agua (foto tomada por el español Eduardo del Álamo en la Antártida). Esa seca, minimalista, impactante imagen de un canguro rojo que yace en una carretera secundaria de Australia tras ser atropellado (una imagen tomada mediante un dron por el australiano Justin Gilligan). O esa araña lobo zampándose una diminuta ranita de dos centímetros de tamaño, todo un drama a ras de suelo (fotografía tomada en Ecuador por el español Javier Aznar González de Rueda).
Precisamente hemos hablado con Javier Aznar y su pasión por las arañas.
Aviso: el siguiente párrafo y su correspondiente foto pueden herir la sensibilidad de todo aquel que sienta aracnofobia, una fobia bastante común. A esas personas les recomendamos saltar hasta el párrafo que comienza con “En el centenar de fotos seleccionadas…”.
Javier Aznar, madrileño de 30 años, biólogo y fotógrafo profesional (publica sobre todo en revistas norteamericanas e inglesas, como National Geographic, “pues en España hay pocas opciones y mal pagadas”), se considera un apasionado de las arañas y de los insectos en general. ¿Pero por qué?
“Me atraen por sus increíbles formas y comportamientos, cómo se mimetizan, cómo cazan; tan desconocidos además para el público en general. Es que los miras de cerca y ni la ciencia-ficción los supera. Reconozco que hay mucha aracnofobia, algo a lo que el cine por ejemplo ha contribuido de forma decisiva, por eso precisamente son tan despreciadas e ignoradas, y a mí me interesa mostrar su cara oculta. Son animales de aspecto amenazante, pero en general de comportamientos no solo inofensivos, sino muy beneficiosos para los seres humanos, pues cumplen un papel en el ecosistema como extraordinarios insecticidas naturales. Mi intención es que miremos a las arañas con otros ojos, y que si nos encontramos una en casa, en vez de sacar pronto la zapatilla para matarla, intentemos meterla en un bote y sacarla con cuidado al exterior”.
Buen nivel español
En el centenar de fotos seleccionadas, Javier Aznar tiene dos, las dos de arañas. En general, la representación nacional es notable. Nueve fotógrafos españoles han sido reconocidos en diversas categorías. Ahí está Jaime Culebras con una serpiente mordiendo una rana arbórea (sí, hay varios mordiscos en la expo de los que impactan). Uge Fuertes Sanz, con una preciosa imagen de tilos en Madeira. Y Joan de la Malla con un reportaje sobre macacos en la isla de Java; un extraordinario trabajo de fotoperiodismo sobre la captura de crías de macaco en Indonesia para destinarlos a espectáculos callejeros, trabajo empleado por las ONG conservacionistas para presionar a las autoridades para que de una vez por todas pongan fin a estas crueles prácticas.
Y vuelve a figurar Carlos Pérez Naval, en la categoría de 11 a 14 años; finalista con una bella imagen de un perezoso en Panamá. Pérez Naval, de Teruel, es un ganador habitual de este concurso desde 2014; antes en la categoría de menores de 10 años. No queda por menos que aplaudir su buen ojo.
Pero, como en otras ediciones, vuelven a dominar los fotógrafos estadounidenses, ingleses, alemanes y franceses, aunque en esta edición hay que destacar la fuerte irrupción de los chinos.
No todo son animaladas, no todo es constatar que la vida es cruel; la exposición (tras Londres, Madrid es su primera parada internacional, y además, la única en España) permite contemplar también extraordinarios paisajes, como el desierto de Kumukuli, en China; los acantilados blancos de Iturup, en Rusia, y el volcán Kilauea en erupción, en Hawai, a través de una excepcional vista tomada por otro español, Luis Vilariño.
Y también hay amor. Que no falte. El premio al portfolio de fotografía de naturaleza se ha otorgado a Stefan Christmann, que ha retratado la vida de los pingüinos emperador, desde el apareamiento y concepción hasta que emprenden vida independiente de adultos. Stefan pasó más de un año en la Antártida documentando la extraordinaria vida de estas aves para una serie de la BBC.
Basura en la playa
Y como estamos en la sección El Asombrario Recicla, no podíamos dejar de detenernos en una imagen que, una vez más, nos hace sacar los colores sobre lo vergonzosamente descuidado que es el género humano. Ahí está esa foto Basura en la playa, tomada por el estadounidense Matthew Ware en Alabama. Dice el pie de foto: “Desde lejos, la escena de playa parecía atractiva: el cielo azul, la arena blanca y una tortuga bastarda –la especie de tortuga marina más amenazada–. Pero mirando más de cerca, se reveló la horrible verdad: la tortuga estaba muerta, había sufrido una herida en el cuello por la correa de una silla de playa abandonada. Para Matthew, esta fotografía ejemplifica la consecuencia más grave de la basura que termina en nuestros océanos”. Más plástico y trágico, imposible.
Cien animaladas dignas de ver, que por algo el WildLife se ha ganado a pulso su prestigio en el campo de fotografía de naturaleza desde que nació en 1965, “poniendo gran énfasis en la integridad ética y la autenticidad”.
‘WildLife Photographer of the Year 2018. Edición Madrid’. Sala Mercadal del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM). Hasta el 9 de diciembre. Entradas: entre 3 € y 5,5 €. Entrada gratuita para menores hasta 13 años.
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