2019 será el Año Lorca en Madrid
La Comunidad de Madrid ha declarado 2019 como el Año Lorca. Se van a conmemorar los cien años de la llegada de este escritor universal a la capital de España, a la Residencia de Estudiantes. En esta cuna del progresismo, la cultura y la ciencia española, el poeta andaluz coincidió con otros artistas y escritores, como Dalí o Buñuel. La historia es conocida. Lorca siempre ha sido más que un gran poeta, y su trágica muerte a manos de los fascistas es un símbolo de la barbarie que supuso el Franquismo. Ya sabemos que los ultras preferían la muerte a los libros, sobre todo si el autor era homosexual.
Para celebrar este Año Lorca, he visitado hace poco con mi hijo adolescente la Huerta de San Vicente, la residencia de verano de la familia, en Granada, la ciudad que amó y también de la que huyó en busca de oxígeno y libertad. “Yo es que he nacido artista, como el que nace guapo, como el que nace cojo. Dejadme las alas en su sitio, que yo os respondo que volaré bien (…) Si me devolvéis a Granada, me ahogo”, dijo tras su llegada a Madrid.
Federico, el padre del poeta, era un rico industrial que había hecho dinero con la caña de azúcar y el tabaco. Fue él quien sufragó en 1918 la edición de Impresiones y paisajes (Biblioteca Nueva), el primer libro de Lorca. El poeta había hecho varios viajes de estudios por Andalucía y Castilla con Martín Domínguez Berrueta, un profesor que seguía los principios de la Institución Libre de Enseñanza. En aquella época, 1917-1918, Lorca se debatía entre su pasión por la música y sus dotes como pianista (algunos veían en él a un nuevo Albéniz) y la literatura. La muerte de su mentor y maestro, Segura Mesa, probablemente tuvo algo que ver en su decisión final, que sus lectores agradeceremos para siempre.
Leo todo esto en la estupenda introducción que Jesús Ortega y Víctor Fernández han hecho de esta nueva edición del libro, que cuenta con el regalo añadido de las ilustraciones de Alfonso Zapico. Se trata de un libro primerizo, sí, pero donde ya podemos apreciar la sensibilidad y las dotes del poeta, y sobre todo su mirada. Al fin y al cabo, eso es siempre lo más importante de un escritor, su mirada hacia lo que le rodea. “A mí únicamente me convence el interior de las cosas”, escribe en La Cartuja, uno de los textos que integran el libro. “Impresiones y paisajes es el resultado de aquel feliz taller literario que resultaron ser los viajes de Berrueta. Contienen una sabia lección para todo aspirante a escritor: la literatura es una mirada”, escribe Jesús Ortega.
Y añade: “Es cierto que las reflexiones sobre las artes plásticas adolecen de los tópicos de la literatura finisecular, que su mirada sobre Castilla está filtrada por la perplejidad azoriniana, la melancolía machadiana o el fervor unamuniano, y que la Granada que se describe es deudora del orientalismo romántico, ese arco que sale de Washington Irving y que va a dar a Ángel Ganivet. Pero cuánta originalidad y facilidad encontramos en las referencias musicales, de las que el libro está lleno, para honrar al músico que dejó de ser”.
Leo todo esto sentado en un banco del parque en el que se ubica la Huerta de San Vicente, un espacio que ha protegido la casa del rodillo de la especulación inmobiliaria y el cemento, que ya se ha comido buena parte de la vega granadina, donde nació el poeta.
De la Huerta de San Vicente, bajo un cielo azul más propio de la primavera que del otoño, camino hacia el centro y, entre hordas de turistas, subo hasta el Albaicín. Logro sentarme en un rincón de este barrio que se ha convertido en un parque temático, tan alejado ya de esa impresión que tenía el joven Lorca. “Es el Albaycín hondamente lírico… Calles silenciosas con hierbas, con casas de hermosas portadas, con minaretes blancos en los que brillan las verdes y grises mamas del adorno característico, con jardines admirables de color y de sonido. Calles que viven gentes antiguas de espíritu, que tienen salas con grandes sillones, cuadros borrosos y urnas ingenuas con Niños Jesús entre coronas, guirnaldas y arcos de flores de colorines, gentes que sacan faroles de formas olvidadas al paso del Viático y que tienen sedas y mantones de rancio abolengo”.
Lorca es un referente para todos los demócratas, de derechas o de izquierdas, por eso me parece muy bien la iniciativa de la Comunidad de Madrid, más aún en el momento en el que vivimos, en el que la dirección nacional del PP pacta sin rubor con Vox en Andalucía. España ya no es una excepción, contaba hace poco The Economist a cuenta de la llegada de este partido ultraderechista (antiinmigración y antifeminista), al Parlamento andaluz. El análisis lo ilustraba una foto de La Alhambra, el monumento más visitado de España. Y construido por los inmigrantes de entonces.
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