‘7291’, el documental sobre las muertes por covid en las residencias de Madrid

Fotograma del documental ‘7291’ sobre la decisión de Ayuso de no derivar a algunos ancianos de las residencias de Madrid a hospitales durante lo peor del COVID .

El 18 de marzo de 2020, tan solo cuatro días después de la declaración del estado de alarma provocado por la pandemia del COVID-19, el Gobierno madrileño de Isabel Díaz Ayuso aprobó un protocolo que prohibía el traslado a los hospitales de las personas mayores que vivían en residencias en caso de padecer un determinado nivel de dependencia o de deterioro cognitivo. Como consecuencia de dicha decisión, 7.291 residentes fallecieron en los geriátricos sin recibir previamente ninguna atención hospitalaria durante los meses de marzo y abril. Esta cifra se ha convertido en todo un símbolo de la lucha que, cuatro años después, continúan manteniendo viva los familiares de las víctimas. Símbolo que también da nombre al documental del productor y realizador audiovisual Juanjo Castro, con el que el cineasta quiere narrar de manera rigurosa lo que entonces sucedió. ‘7291’.

Castro cuenta que todo comenzó con la lectura del libro Morirán de forma indigna (2022, Libros del KO), escrito por el ex consejero madrileño de Políticas Sociales Alberto Reyero, quien precisamente ha destacado por oponerse de forma frontal a los también llamados ‘protocolos de la vergüenza’, incluso desde los tiempos en los que todavía formaba parte del Ejecutivo de la Comunidad de Madrid.

“Empecé a leer el libro y no daba crédito. Es cierto que fue una situación muy grave y muy complicada, y eso lo entiendo. Pero simplemente ocurrieron cosas que no pueden ser”, lamenta Castro.

El realizador decidió entonces ponerse en contacto con Reyero para conocerlo y entrevistarlo en persona, a lo que el ex consejero accedió sin problemas. De hecho, su testimonio en 7291 es uno de los más relevantes por la información que aporta sobre la manera en que se estaba gestionando la crisis socio-sanitaria desde el gobierno de la Comunidad de Madrid.

Además de contactar con Reyero, Castro comenzó a bucear en las grabaciones de las distintas comparecencias pertenecientes a la Comisión de Investigación que tuvo lugar en la Asamblea de Madrid. “Son más de 50 horas de declaraciones en sede pública. Es decir, no hay tergiversación posible de lo que allí se dice”, remarca el cineasta, que quiere dejar claro que su documental busca “aportar datos y hechos” desde el rigor, de la forma más objetiva posible.

Motivo por el que el cineasta ha decidido basarse, sobre todo, en fuentes oficiales. Principalmente en los trabajos de la citada Comisión, que comenzó a investigar la gestión del Ejecutivo madrileño en el año 2020 y que fue tumbada por PP y Vox en julio de 2021, muy poco después de que Ayuso fuera elegida por mayoría absoluta en las elecciones de mayo de dicho año.

El documental incluye además testimonios de familiares de los fallecidos que comparecieron en la Comisión Ciudadana que se celebró en Madrid en septiembre de 2023, gracias al empuje de movimientos como la Marea de Residencias y la Plataforma Verdad y Justicia en las Residencias de Madrid, y que estuvo presidida por José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo.

También hay declaraciones de los periodistas Manuel Rico, conocido por su investigación para Infolibre, y Fernando Peinado (El País), quien también lleva años analizando lo que sucede en las residencias de mayores, incluso desde antes de la pandemia. La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, así como su consejero de Sanidad durante la pandemia, Enrique Ruiz Escudero, fueron igualmente invitados por Castro para participar en 7291. Pero ni siquiera contestaron a su solicitud. Lo cual no ha impedido contar con sus palabras, extraídas de diversas comparecencias realizadas en la Asamblea de Madrid.

¿Por qué no se medicalizaron las residencias?

En el documental, Castro deja a los protagonistas explicar largo y tendido, con claridad y en profundidad, sus puntos de vista. Su propósito es que el espectador pueda entender la postura de todos los intervinientes, y que además le resulte sencillo componer un relato coherente de los hechos. Lo cual no quiere decir que 7291 tenga todas las respuestas. Pero sí que ayuda a formular las preguntas adecuadas. Para el propio autor de la cinta, quizá la principal cuestión sin resolver es por qué no se medicalizaron las residencias cuando tal era, al parecer, la intención del gobierno de la Comunidad de Madrid.

Así lo confirmó durante la Comisión de Investigación Antonio Burgueño, ex director general de Hospitales de la Comunidad de Madrid en tiempos de Esperanza Aguirre, y con décadas de experiencia también en la sanidad privada. Burgueño contó en dicha comisión que fue convocado a una reunión el 11 de marzo de 2020, donde se le pidió ayuda y consejo para afrontar la crisis. En dicho encuentro también estuvieron presentes la propia Ayuso y su consejero de Sanidad por aquel entonces, Enrique Ruiz Escudero, además del responsable en aquellos momentos de la Consejería de Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty.

Burgueño aportó al día siguiente de la reunión un plan de 270 medidas frente a la pandemia. Entre ellas figuraban varias propuestas relacionadas con las residencias, incluyendo la medicalización de las mismas. Hay que tener en cuenta que la Consejería de Políticas Sociales ostentaba las competencias sobre residencias cuando tuvo lugar la reunión, a la que el entonces consejero Reyero no fue convocado. De hecho, no tuvo conocimiento de la misma hasta pasados unos meses. Por si esto fuera poco, tan solo un par de semanas después del encuentro, el día 27 de marzo, Ayuso decidió quitar dichas competencias a Reyero para traspasárselas a Ruiz Escudero.

Fotograma del documental '7291'.

Fotograma del documental ‘7291’, con una manifestación reclamando investigación y justicia.

El caso es que, a pesar de estar contemplada la medicalización de las residencias en el citado documento de Burgueño, finalmente no se puso en marcha la medida. Pero, en cambio, sí que se aprobaron los controvertidos protocolos, firmados tan solo una semana después de la polémica reunión por Carlos Mur, por aquel entonces director de Coordinación Sociosanitaria.

“¿Por qué se hicieron los protocolos de no derivación a hospitales? Porque se quería medicalizar las residencias con los profesionales de atención primaria. ¿Pero qué pasó, en realidad? Que esos profesionales sanitarios finalmente no fueron a las residencias, sino al hospital de campaña que montaron en IFEMA”, relata el cineasta.

“Gracias precisamente al documental, me entero de que no llevaban a pacientes graves al IFEMA, solo a personas con síntomas leves. El resultado fue que, durante las cinco semanas que funcionó el hospital de campaña en el recinto ferial, murieron solo 16 personas allí. Algo lógico, porque la mayoría venían, como digo, con síntomas leves. Pero mientras tanto, en las residencias murieron 5.000 personas en esos mismos días”, añade Castro.

La sucesión de acontecimientos deja unas cuantas cuestiones en el aire sin resolver: ¿Por qué al final no se produjo la medicación de las residencias? ¿Se tomaron otras decisiones en esa reunión del día 11 de marzo, o bien en otros encuentros posteriores, que no lo hicieron posible? ¿Fue buena idea montar un hospital para pacientes leves en IFEMA de aquella manera? Lo que sí queda demostrado para Castro es que se produjo “una mala gestión”. “De repente, hicieron algo mal aposta, y eso es lo peor”.

Se iban a morir igual

“El documental se llama 7291 y eso no deja de ser un número, pero detrás de ese número hay muchas familias y muchas personas afectadas”, señala el cineasta, que recuerda que esos familiares, “de repente, no pudieron entrar en las residencias. Intentaban llamar y no les cogían el teléfono. Les daban muy poca información y la poca que recibían, era muy sesgada”.

“Esas personas mayores murieron en unas circunstancias muy graves y muy dolorosas”, remarca Castro. Cuatro años después, parece que la sociedad madrileña quiere olvidarse del asunto, critica el cineasta. No solo por cuestiones ideológicas y por la necesidad de superar el trauma colectivo que representó la pandemia. También por algo más.

“Yo aquí veo una cuestión, que también toco en el documental, de edadismo. Como que la gente quiere olvidar y piensa que, al fin y al cabo, los que murieron ya habían vivido mucho. En el fondo es lo que expresa esa frase de se iban a morir igual. Pero eso no es así. Nadie debe tener la capacidad de decidir sobre si otra persona ha vivido ya lo suficiente”, insiste Castro.

El autor de la cinta da otro argumento más contra el olvido. “Lo más preocupante es que no se ha aprendido nada. Si volviera a haber una pandemia mañana, podría volver a pasar lo mismo o peor”.

En el caso de las residencias, ni siquiera es necesario imaginar un escenario tan grave. “No hay una política clara con las residencias. Somos uno de los países más viejos y no sabemos qué debemos hacer con las residencias. En cierto modo, cuando entras en una de ellas, pierdes derechos. Ese también es un tema que debemos plantearnos”.

Buscando llegar al público

Tras realizar a finales de junio un primer pase del documental para los familiares de las víctimas, por el cual obtuvo una felicitación unánime, Castro está volcado ahora en llevar la historia a las salas de cine y a las plataformas de streaming. De momento, el proyecto ya está en manos de varias distribuidoras y se espera que pronto le den una respuesta.

Para darles más posibilidades, se han preparado dos versiones diferentes: el largometraje original de 2 horas, pensado para la gran pantalla, y otra versión más larga, compuesta por cuatro capítulos de 55 minutos y más adecuada para una plataforma.

Otra opción es participar en festivales de cine. De momento, ya se ha puesto un certamen en contacto con el propio Castro, que no quiere dar más información al respecto. El cineasta sí que quiere dejar claro que no ha recibido ninguna presión ni intento de censura por parte del poder político. “Si el documental lo hubiera hecho Almodóvar o Trueba, quizá sí habría problemas, pero al fin y al cabo lo hago yo, que soy un tipo desconocido”.

Para el cineasta, lo más importante de este proyecto es que, según quienes ya han visto el documental, especialmente las familias, ha elaborado un relato comprensible sobre un tema muy complejo. “Estoy muy orgulloso, porque creo que he hecho un buen resumen”. Y además, sin caer en el amarillismo y respetando la dignidad de las víctimas y de sus familiares, como éstos le han trasladado directamente.

Un trabajo que sirve también como debido homenaje a esas 7.291 personas a las que nunca debemos olvidar.

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  • Newsletter 24 de julio: Tengamos la fiesta en PAZ - Noticias Positivas

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