Ambrossi y Calvo: «Cada uno que haga lo que le salga de ahí»
ENTREVISTA CON DIBUJO / JAVIER AMBROSSI Y JAVIER CALVO, Guionistas y directores de teatro
Quedamos en la estación de trenes de Atocha. Para desayunar en una terraza del invernadero, al lado del estanque de las galápagos, donde la gente va a dejar las tortugas que ya no quiere como mascotas. Llegan con hambre (ellos; las tortugas también; pero ahora vamos a centrarnos en ellos). No les ha dado tiempo a tomarse nada en casa. En una hora toman un AVE a Barcelona. Se piden un desayuno energético, llamado Guten Morgen (buenos días en alemán), con huevo y salchicha. Uno para compartir. Con té y zumo de naranja. Son Javier Calvo, 22 años, y Javier Ambrossi, 29, los guionistas y directores de una de las sorpresas más refrescantes de la temporada teatral en Madrid, La Llamada, en cartel en el Teatro Lara hasta después de Navidades y protagonizada por Macarena García, conocida por su papel en la película Blancanieves, hermana de Ambrossi (tienen los mismos ojos enormes que les comen la cara…, y que se comen al que tienen delante).
Contadnos la trayectoria de ‘La Llamada’.
J. Ambrossi: Es una trayectoria cortísima. La escribimos en abril y en mayo la estrenamos.
J. Calvo: Es que él se puso muy pesado con el dueño del Teatro Lara, porque cuando quiere conseguir algo se pone muy pesado. No para. Empezó a enviarle mails para representar nuestra obra anterior, Windsor, que habíamos hecho en Microteatro, que empezó con 15 minutos y fue creciendo, y teníamos ya 25… Fue el primer Microteatro que se había prorrogado dos meses, por el éxito que tuvo. Windsor trata de dos mujeres que eran las dos sombras que aparecieron en el edificio Windsor de Madrid mientras se quemaba, y eran las dos mujeres que lo quemaron, por amor, como un Titanic moderno. Mientras el edificio ardía, ellas dos, enamoradas, bailaban A fuego lento de Rosana.
J. Ambrossi: Un momento muy bonito.
J. Calvo: Bueno, pues él le empezó a escribir cada día al del Teatro Lara para hacerla allí. Y al final nos dio dos días para representar lo que quisiéramos en el hall. Y decidimos escribir una nueva. Lo hicimos en tres semanas.
J. Ambrossi: Y se nos fue de la mano. Con cinco actores. Cuatro músicos. Con Macarena García y Llum Barrera en el reparto. Era algo ya tan grande que le pedimos cuatro días. Al final, fueron ocho, repartidos en dos meses. Y el segundo día que lo vio este hombre ya nos propuso estrenarla en sala. Y aquí estamos, hasta enero. Pero no teníamos dinero para llevar a cabo la producción, la escenografía, y tuvimos la suerte de que salió una beca Blu Room (iniciativa de apoyo a jóvenes creadores puesta en marcha por la cerveza San Miguel y dirigida por Diego Hurtado de Mendoza), que se ha hecho cargo de la producción. Nos hacía falta de verdad, de verdad, esta beca, para dar el paso al escenario desde el hall. Y hacerlo bien. Sentimos que hemos dado un paso. Ha ganado la historia, aunque quizá haya perdido lo que es la experiencia del público.
Ambrossi y Calvo viven juntos, y escriben en casa por las noches, en el sofá. Compenetrados. A gusto. Por el resultado tan desengrasante de Windsor y La Llamada, podemos decir que inspirados. Ambos comenzaron como actores, pero han dado el paso al guion y la dirección. Prometen dar que hablar. Con su estilo ganso y limpio, sin aspavientos, sin ser engolados ni pretenciosos.
J. Calvo: Soy actor, la gente me conoce sobre todo por Física y Química (representaba a Fer, el chico gay); estuve más de cinco años haciéndola. Pero luego, la ausencia de trabajo como actor me llevó a escribir, algo que siempre me había gustado, y que con él (Ambrossi) me resulta muy fácil, porque suplimos mutuamente las carencias que cada uno podamos tener. Nos lo pasamos bomba.
J. Ambrossi: Yo actor también, con menos éxito, con más idas y venidas, y he llegado a esto tras hacer mil mierdas en las que te sientes que no vales para nada, he sido reportero, presentador de programas, licenciado en Periodismo, estudié dramaturgia en la Resad; he hecho un poco de todo y de nada, y ahora por fin siento que he encontrado mi sitio.
Yo la obra la veo sobre todo como un canto a la tolerancia, el buen humor y la música.
J. Ambrossi: Totalmente, totalmente. Cada uno que haga lo que le salga de ahí. Mientras no fastidies a nadie, cada uno y cada una con lo suyo. Es la frase que más se aplaude en la obra. Es lo que pretendemos decir.
No ofende a nadie, ¿no?
J. Calvo: Vino un cura al estreno, Toño Casado, que es el compositor de Viviremos en nuestra fe, compuesta para la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid). La encontramos en Internet. Se enteró de que usábamos su canción y no me quedó más remedio que invitarle al estreno. Le gustó, salvo algunos detalles, que dijo que se podrían haber limado.
¿Pensáis que vivimos en unos tiempos un poco raros de intolerancia?
J. Ambrossi: Yo creo que hemos cambiado para bien. Mi familia al menos, que es súper de derechas, muy religiosos, una parte del Opus Dei, y no han tenido ningún problema con las cosas que yo hago últimamente, tan suelto.
El electro-latino tiene presencia destacada en ‘La Llamada’. ¿Os gusta?
J. Calvo: Me encanta; el electro latino me lo descubrió él. Me da mucha marcha. Y que esté un poco mal visto, me gusta más.
De religión, ¿qué tal andáis?
J. Calvo: Yo no he tenido ninguna educación religiosa, la verdad. Hice la comunión de casualidad.
J. Ambrossi: Yo toda; estudié en el Opus. Hasta el día de mi confirmación, con 17 años, yo sentía a Dios. Él se ríe; me dice que los inciensos y las velas te acaban volviendo loco y ya no sabes ni lo que ves. Pero te juro que yo pensaba en ser buenísimo y que la vida era maravillosa. A los pocos años ya no creía en nada de eso.
Has sentido ‘La llamada’, al revés
J. Ambrossi: Cuando me fui del colegio y entré en la Universidad y empecé a leer otras cosas, a los 30 segundos, hostia, ya estaba pensando lo contrario, no me costó nada deshacerme de todo eso. Luego me radicalicé mucho, pasé por una etapa de odio absoluto a todo eso. Ahora, me veo en un punto intermedio que no sé cómo explicarte.
Por ejemplo, ¿creéis en los ángeles?
J. Calvo: Yo no sé si creo en los ángeles, pero cada vez que pierdo algo le rezo a San Cucufato. Me viene de mi madre, que hace esas cositas. Como persignarse. Y nos viene de mi abuela, del pueblo, de Murcia, que es súper religiosa, de vírgenes y estampitas y santos, y por eso a mí me interesa ese mundo, me encantan las vírgenes y los santos.
J. Ambrossi: Pues yo no sabría qué decirte. El cuerpo me pide decir que no, pero cuando digo que no así tan rotundo, también me suena raro.
¿Lo próximo que haréis?
J. Calvo: Nació ayer. Comenzamos a escribir una nueva obra de teatro.
J. Ambrossi: Más grande, más compleja. El teatro es más fácil y rápido de poner en pie.
J. Calvo: Aunque a mí me encantaría hacer una serie.
Ahora llega el momento de que nos hagáis un dibujo para los lectores de ‘El Asombrario’. ¿Queréis hacer dos o uno a cuatro manos, como los guiones?
J. Calvo: No, no, cada uno el suyo.
J. Ambrossi: En el mismo folio, ¿no? Cada uno hace una parte…
J. Calvo: No, no, cada uno en un folio… Este rotulador rojo me da cosa, ¿lo puedes coger tú?
J. Ambrossi: ¿Pero lo que queramos?
Absoluta libertad, lo que queráis, lo que os dé la gana, lo que os salga.
J. Ambrossi: (Se lo piensa medio minuto) Yo no lo tengo nada claro. No tengo ni idea… Espera, espérate… Va, va…
Mientras Calvo se aplica ya en su dibujo sin decir ni palabra, Ambrossi da la sensación de no concentrarse. Tras un minuto, pinta un círculo. Tres minutos después, lo tiene listo.
Te ha salido muy ‘La Llamada’. Dos personas caminando hacia… hacia el más allá. Quizá deja ver tu educación religiosa.
Pasados cinco minutos, Calvo muestra el suyo.
J. Calvo: Es la casa que siempre hacía de pequeño. Una compañera de mi madre del hospital me enseñó a dibujarla así, y siempre siempre repetía la casa así, es la que sabía hacer.
No se trata de hacer un análisis psicológico, pero en los dos dibujos hay sol. Ambrossi ha pintado dos personas; en la casa de Calvo hay uno solo. ¿?
J. Ambrossi: Él va por libre…
J. Calvo: Anda, deja, deja, voy a poner otro en una ventana.
J. Ambrossi: Oye, que no, que no, que eso ya es manipular el dibujo, lo que te ha salido…
Al final pinta otra persona. En un sitio raro.
J. Ambrossi: ¡Lo ha pintado en el tejado! ¡¿Pero qué hace ahí?!
J. Calvo: Está tomando el fresco.
J. Ambrossi (se parte de risa): ¡Pero si parece que se va a tirar!
J. Calvo: Que no, que está sentadito.
J. Ambrosssi (sigue riéndose): Y el otro abajo diciendo: ¡no te tires, no te tires! Con la mano, míralo…
Creo que es hora de que cojáis vuestro tren, que está a punto de salir…
Nos dan un abrazo (al fotógrafo y al periodista) y salen corriendo, tras insistir en pagar el Guten Morgen…
J. Calvo: Es que no es un café, es un desayuno completo…
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