Tríptico de Lucrecia Martel en Filmin
Luis Roca propone, esta vez, tres películas de Lucrecia Martel en su sección con pastillas críticas de títulos vistos en el principal portal de cine en español: Filmin. Se trata de las cintas ‘La ciénaga’, ‘La niña santa’ y ‘La mujer rubia’.
Con un arsenal de más de 5.000 títulos, Filmin tiene su base en el cine independiente que triunfa en festivales. Esta plataforma es tabla de salvación para amantes del buen cine, con visionados con calidad y de forma legal en múltiples soportes. Esta circunstancia la convierte en imprescindible para quienes viven fuera de Madrid o Barcelona, donde el parque de salas en versión original es prácticamente nulo.
Lleno eres de filmin
La ciénaga (Lucrecia Martel, 2001)
La niña santa (Lucrecia Martel, 2004)
La mujer rubia (Lucrecia Martel, 2008)
La sensación tras “La ciénaga”, primer largometraje de la argentina Lucrecia Martel, es la de haber visto una de las mejores películas latinoamericanas de todos los tiempos. Impresión similar a cuando viste, por ejemplo, “Memorias del Subdesarrollo”, que el cubano Tomás Gutiérrez Alea firmó 33 años antes. Como aquel, “La ciénaga” (arriba un fotograma de la película) parece que cuenta mucho más de lo que te muestran sus imágenes. Turba sin traspasar el umbral, es desagradable a ratos sin repugnar. Por el movimiento continuo de la cámara, hay momentos en que los personajes parece que estuvieran todo el rato borrachos, los niños también.
El filme que ganó el premio Alfred Bauer del festival de Berlín no parece que solo hable de descomposición moral en Argentina, aunque así sea. Habla de transformaciones. De clases privilegiadas que se deshacen y de otras resignadas que no se rehacen porque nunca fueron nada. Ni serán. Del final de un tiempo. De un futuro que se cae de lo alto de una escalera. En “La ciénaga” no hay recambio ni esperanza.
“La ciénaga” es además es una película formalmente avanzada para 2001. Por esa insistencia en los planos cortos. Por la mirada clavada en los detalles. Con el sonido de los hielos chocando contra el cristal, Martel parece querer decir no solo displicencia. También alerta al espectador. “Despierta, cambia de registro”, parece estar diciéndonos.
La violencia de “La ciénaga” también late -aunque más aplacada- en “La niña santa”, el siguiente filme de Martel, este producido por El Deseo. Y huele a “La mala educación”, que la factoría Almodóvar estrenaría el mismo año. En el de la Martel, la cámara casi no sale del hotel en que se desarrolla la acción. El lugar exuda opresión.
El llamado que la adolescente Amalia espera llega de un doctor que aprovecha el anonimato de la multitud para meterle mano. La catequista piensa que en el bulto del buitre está la voz de Dios. “La niña santa” es una nueva versión de adolescente que despierta a la vida. Solo que aquí Amalia vive una situación de acoso por un pedófilo y su vida está condicionada por una influencia religiosa que apabulla. A los españoles nos es muy familiar.
El impulso del cuarentón que sin esperarlo se ve correspondido por la joven es el paso previo a la desgracia que tan bien narraba el sudafricano Coetzee en la novela del mismo nombre. La piscina, que en “La ciénaga” era un estanque putrefacto, vuelve a aparecer en “La niña santa.” Aquí es elemento de encuentro y liberación. El final del filme es muy propio del guión contemporáneo. Al quedarse abierto en la mente del espectador, deja a éste con mayor zozobra de la provocada por la historia que cuenta.
Poderosa es la caligrafía del cine de Martel. Y sobresaliente en su tercer filme, “La mujer rubia”, que explica que nada como ser burguesa de clase media para salir impune después de atropellar a un chico de arrabal y dejarlo tirado en la misma cuneta . Esta dentista superada por acontecimientos que acaso nunca pasaron, angustiada durante todo el metraje, solo precisa para pasar página a un hombre que le lleve el coche al taller y le arregle la abolladura.
“¡Qué bien dirige Martel! ¡Qué placer da seguirle la pista a esa planificación minuciosa, sobresaliente!”, exclamó mi amigo Xavi, el vulcanólogo, extenuado después de la triple sesión que mantuvimos aquel domingo de septiembre por la tarde. “La mujer rubia”, o “sin cabeza”, que también tuvo ese título es una película intensa, concentrada como un Avecrem.” “¿Avecrem?”, contestó Carla desde detrás de sus enormes gafas de pasta negra. “¡Mira que eres antiguo! No tiene la frescura de “La ciénaga”, añadió, “pero concedo que su excelencia narrativa es muy digna de ser mirada.” Esta mujer rubia con marido y amante explora un cierto estado de desasosegante madurez como esa niña santa un cierto tipo de pubertad ansiosa y aquella ciénaga de primera hora de la tarde un cierto tipo de putrefacción de clase alta. Los cuatro salimos a explorar un lugar por la zona donde cenar. Hasta que no estuvimos sentados en la mesa, Anais no dijo nada.
Comentarios
Por leopoldd, el 03 diciembre 2013
La mujer rubia? Desde cuando? Hasta en el cartel han cambiado el título!
Esa película se llama La mujer sin cabeza!!!
Por Luis Roca, el 04 diciembre 2013
Buenos días: gracias por el comentario. Es el nombre con que la película aparece en el portal filmin. Deberá dirigir su reclamación a quienes han autorizado ese otro nombre, que normalmente son sus legítimos propietarios. No sé a qué se debe la existencia de dos títulos, pero no es raro según si se exhibe en uno u otro país; en el texto se hace referencia al que usted menciona. Saludos, Luis