Juan Gelman, palabras y acción contra el olvido
Juan Gelman desafía el olvido. El poeta conoció la muerte y defendió el amor. Conjuró palabras y acción. Con él empapelamos las calles de dignidad contra los eufemismos. Recuperamos al hombre, al que quiso cambiar el mundo, y que nos recordó que la mirada poética nos pertenece a todos como género humano.
De Neruda se prende la alegría y la mirada franca del miedo. De Borges, el infinito. De Sábato, la coherencia. De Juan Gelman, la dignidad del olvido. No son los únicos. Esto no es una lista. También Carmen Martín Gayte y Cortázar, Italo Calvino y T.S. Elliot hacen parte de un universo privado que tantos compartimos. Insisto: esto no es una lista. Las palabras de los escritores y los poetas nos llegan en momentos determinados de la manera más insospechada. Son la voz de la vida cuando nos cobija, cuando nos habla. Algunos nos abrazan durante varias generaciones; otros son menos reconocidos, aunque su fuerza responde al mismo impulso. Juan Gelman, como todos los escritores anteriormente nombrados, sigue en el presente guardando los ecos del tiempo, desde la parte del universo que nos protege.
Pasan las ausencias, las personas, la amistad, lo que entendemos y lo que no, la seguridad, la paz, la salud, el tiempo. Perdemos amigos, amores, parte de lo que importa y en más de una ocasión, a nosotros mismos. Se extravían las palabras necesarias que no hemos dicho. Se queman las consignas. Si miramos a nuestro alrededor es fácil reconocer a quien promulga fieramente una postura y no obra en consecuencia. Allí estamos todos sin excepción. La era moderna se distingue por su neurosis. Es la gran prueba de que todos somos más humanos de lo que creemos. Unos más humanos que otros, también hay que señalarlo. Otros más interesados que unos, también. Y luego están aquellos a quienes no hay que olvidar para no repetir la historia. En medio de la debacle humana, Juan Gelman nos muestra lo que cuesta la dignidad. Fue el poeta que más se ocupó de los silencios. Mostró el peso del olvido y su alivio. Vio su sonido, lo suspiró y se enfrentó a él sin descanso. Gelman se pasó la vida nombrando aquello que es mejor no olvidar mientras nos llenamos de datos e información.
«¿Cómo es posible que lo que le viene bien al corazón ataque la cabeza?», Juan Gelman
— FCE (@FCEMexico) enero 16, 2014
Juan Gelman debutó en 1956 con Violín y otras cuestiones. Formaba parte de un grupo literario cuyo nombre es de una coherencia aplastante: El pan duro. Abogaban por la poesía unida al sentir diario, al pan de cada día y a la acción política. Nada de grandes mitines. Política en cada paso. El pan duro siguió alimentando, nunca ha dejado de hacerlo. Entonces fue entre los versos del mayo de 1968, Tlatelolco, VietNam, Argelia, la revolución cubana y la intervención norteamericana en Santo Domingo. Tiempos en los que jóvenes como Gelman querían rescatar lo humano, romper con los vicios de viejos prejuicios. Él les puso palabras. Y puede que ya no recordemos esas circunstancias. Puede que ya nada sepamos de tiempos en los que se quería cambiar el mundo. Pero queda el eco a través de Juan Gelman. Están aquí, hoy y mañana. Y cada vez que se lee su poesía. Es entonces cuando reverbera algo íntimo. Juan Gelman es el poeta de Gamonal y del 15-M en España, de Occupy Wall Street en Nueva York o del 132 en México, porque su poesía es un grito de inconformidad y de ternura desatada. Nada de eso sale gratis: estuvo en la cárcel en dos ocasiones y conoció el exilio político. Lo que le distingue es que no solo señalaba que la sociedad necesita cambios junto al resto del mundo y la poesía sino que él, poeta y ser humano, se propuso poner ese cambio en marcha. En la poesía de Gelman cabemos todos. Habría que empapelar las calles y los pasillos de los políticos con su poesía, que es la voz de todos.
La poesía es una manera de vivir.
Mira a la gente que hay a tu costado.
¿Ama? ¿Sufre? ¿Canta? ¿Llora?
Ayúdala a luchar por sus manos, sus ojos, su boca,
por el beso para besar y el beso para regalar,
por su mesa, su cama, su pan, su letra a y su letra h,
por su pasado -¿acaso no fueron niños?-
por su porvenir – ¿acaso no serán niños?-
por su presente, por el trozo de paz, de historia
y de dicha que le toca
Juan Gelman, ‘Final, Violín y otras cuestiones’ (1956)
Gelman señaló cuestiones que muchos no quieren mirar en este presente cargado de eufemismos y cuestiones que no se nombran. La mirada poética convoca y evoca el nombre de las cosas. La poesía conjura lo nombrado. Los océanos no dejan de existir si no decimos la palabra “mar”. Pero se olvidan, se difuminan poco a poco. Gelman nombra lo que ha de ser señalado contra el olvido, que no es más ni menos que lo que existe y se difumina. Gelman pone las palabras en su lugar y a nosotros con ello. Entre tantas palabras no se cansó se mencionar la culpa. Tan nuestra, tan occidental, tan judeo cristiana y tan mal utilizada. Nos encontramos y convocamos la culpa de quienes ponen el dedo en la llaga. Nos deshacemos de las inocencias baratas. La inocencia vapuleada con tantas buenas formas, esas formas que tanto importan a quienes carecen de contenidos. Gelman señalaba la culpa, no aquella que se nombra tan fácilmente,sino la culpa de poner la acción y el dedo en la llaga.
Del olvido y sin complacernos fácilmente nos rescató a todos. Y a su hijo y a su nieta, algo que le obligó a un largo peregrinaje de muchos años y en cuya diáspora mucho tuvo que ver el presidente uruguayo Sanguinetti como prueba de esas transiciones políticamente falsas. Las semblanzas no faltan en los medios, abundan. Va más allá de la noticia. Gelman es de todos y todos cabemos en su poesía, en ella nos reconocemos. Nombrar a Gelman es una necesidad. Sus palabras taladran en el olvido de lo que importa más allá de titulares. Gelman nos da a nosotros mismos. Eso es estar completos: recibir algo que nos resulta precioso y agradecerlo. Por eso no podemos contenernos de nombrarlo. Por eso Juan Gelman abunda.
Hay semblanzas que nos hablan de la fuerza de su palabra como la de Silvina Friera en Página12. En El Mundo Antonio Lucas recuerda la tristeza y la ética sin olvidar que tantas veces se confunden con derrota. En la Revista Ñ también prefieren rescatar al hombre que fue poeta. Su último artículo para Página12 se rescata. Y en la Bitácora de Juan Gelman se recuperan casi todos sus escritos. En el Diario de Alcalá rememoran el momento del Premio Cervantes. En el Ministerio de Educación se puede acceder al inolvidable discurso de aceptación en el año 2007. Hay fotos recientes, son del leonés José Ramón Vega. Y ante todo su poesía. En Twitter con https://twitter.com/JuanGelmanBot Y también en la tradicional página dedicada a la poesía A media Voz o en Poesi.as. Y en Juangelman.net se recupera su obra global.
En este invierno europeo se encienden las luces en las ventanas, se nos apagan algunas palabras. Gritamos para recuperarlas. Salimos a la calle. Lo hacemos con Gamonal. Y con el escudo de la poesía de Juan Gelman. Brilla una calidez en un abrazo, se abre un abismo de distancias. Y mientras el mundo gira y gira rápido. Bailamos y nos ahogamos. Gritamos hacia dentro y cantamos. Nos caemos y nos levantamos. Cansados. Animados. Pero basta un poema para recordar. Conocer la vida de este poeta trasciende la mera curiosidad. Hace falta una hora para escuchar y ver una larga entrevista en la que se repasan sus años, contado por él mismo, con minutos inolvidables desde su apellido de mayonesa, los pasaportes falsos que han dado libertad de viaje en su familia, las huidas, los destierros, los encuentros. El fútbol, las lecciones de piano, Rubinstein. El tango recitado, la palabra cantada. La llegada a México. La lucha contra el olvido, la dignidad. Y, sobre todo, sobre todo el amor de la ternura desatada.
Feliz poesía, profundos recuerdos con Juan Gelman, infinidades de ternura.
Comentarios
Por Roberto, el 19 enero 2014
Me ha gustado su publicación. No he leído mucho de la obra literaria de Juan Gelman, solamente algun que otro Poema o artículo publicado por él. Me identifico bastante o totalmente con su vida, su lucha, su sufrimiento, y probablemente con su alegría.
Sardiflor, me ecantaría poder seguir leyendo sus artículos.
Hasta pronto,
Roberto
Por Sardiflor, el 23 enero 2014
Hola, Roberto,
disculpa que te conteste tan tarde, he estado muy liada. Gracias por dejar tu comentario y por tus tan cariñosas palabras. Espero poder cumplir con ello, auqnue en febrero (y quizás marzo, no lo sé aún) no estaré por aquí en estas costas sino navegando por el ancho mar. Pero me acordaré de ti, sin duda.;.)
mares de besos,
Sardi
Por Joaquín, el 20 enero 2014
juan gelman de paseo http://joaquinrobledo.blogspot.com.es/2014/01/se-burla-del-miedo.html
Por Sardiflor, el 23 enero 2014
Hola, Joaquín,
muchisísimas gracias por este precioso regalo y por tomarte el tiempo de dejar aquí las miguitas de su camino.
Besos y mares,
Sadrdiflor
Por Neurus, el 20 enero 2014
Para llenar párrafos de espacios comunes ya está la prensa generalista políticamente correcta destinada a llenar las palabras de humo. En serio, ante una figura con la altura de la de Gelman… ¿ni una palabra sobre su militancia en Montoneros, su trabajo periodístico en Noticias o su amistad con otros dos grandes y compañeros de militancia como Rodolfo Walsh o Paco Urondo?
Por Sardiflor, el 23 enero 2014
Neurus, gracias por tomarte el tiempo para dejar tu comentario. Como ves, opté por algo más emocional porque me nació del corazón. No cincidimos, una lástima. Mi elección nació de algo privado y huyo de crónicas y demás. Los untos que mencionas sí aparecen en los enlaces.
Un beso fuerte,
Sardiflor