África y la herencia recibida
«La evangelización siempre ha necesitado de un demonio, un infierno y un temor para levantar su imperio, pero todos los prejuicios, los fanatismos religiosos, el odio al diferente que hoy se sufre en África es una de las principales aportaciones de los países colonizadores».
“Estoy muy enamorado de ti”. Ese mensaje, escrito en un sms, fue el delito de Jean-Claude Roger Mbede, un joven camerunés de 34 años, que en el mes de marzo de 2011 fue detenido y juzgado por homosexualidad e intento de homosexualidad.
El hombre al que iba dirigida esa declaración de amor le denunció y la policía, en colaboración con ese individuo, le tendió una trampa a Mbede que concluyó con su detención. Fue condenado a tres años de prisión en Kondengui. A los 16 meses, y a consecuencia de la importante presión internacional por parte de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, le concedieron la libertad provisional. Pero en ese tiempo en el que estuvo encarcelado, Mbede ya había sufrido malnutrición, palizas y violaciones que dañaron seriamente su salud. En diciembre de 2012, el Tribunal de Apelación de Yaundé confirmó la condena de Jean-Claude Roger Mbede. El miedo a volver a la cárcel hizo que huyese.
En el casi año y medio que estuvo en prisión, Mbede desarrolló una hernia. Tras dos operaciones, tuvo que abandonar el hospital por falta de dinero para costear su tratamiento y regresó con su familia.
El pasado 10 de enero, Jean-Claude Roger Mbede fallecía en su ciudad, Ngoumou. Su familia le había dejado morir ya que su homosexualidad se había convertido en una maldición para ellos. El 10 de enero moría Jean-Claude Roger Mbede y muchos de ustedes ni siquiera sabían que existía.
En 2005 se produjo un giro homófobo muy importante en Camerún a raíz de la homilía del arzobispo de Yaundé, Simon-Victor Tonyé Bakot, en la que acusó públicamente a los homosexuales de todos los males del país, los llamó “enemigos de la creación” y relacionó la homosexualidad con la brujería. Pero Camerún no es una excepción. Las relaciones sexuales entre adultos del mismo sexo constituyen un delito en 31 países del África subsahariana, así como en todo el norte del continente. La situación de Uganda, por ejemplo, ha llegado a tener más presencia mediática gracias a reportajes como La caza al homosexual, realizado para Canal + por el periodista Jon Sistiaga. Pero en Nigeria sucede exactamente lo mismo al disponer de una ley que no solo castiga lo que ellos definen como “conocimiento carnal contra natura” sino también las actividades de entidades y organizaciones de derechos humanos, así como de la sociedad civil. Un beso entre dos personas del mismo sexo en Nigeria es castigado con 10 años de prisión.
El 21 de enero, la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Navi Pillay, declaró que pocas veces había visto una legislación que, en tan pocos párrafos, violase directamente tantos derechos fundamentales y universales como la ley nigeriana de Prohibición del Matrimonio Homosexual.
Y si esto son capaces de hacer con organizaciones como Amnistía Internacional o Human Right Watch vigilando y luchando por denunciar y alertar sobre la vulneración de esos derechos humanos, ¿se imaginan qué serían capaces de hacer si esas organizaciones no existiesen?
Pero no cometan el error de pensar que todo esto sucede porque África es un continente subdesarrollado. No tachen de primitivismo irracional las conductas y actitudes de una sociedad que no hace otra cosa que gestionar la herencia colonialista que criminalizó la homosexualidad de la misma manera que hace, hoy en día, en Occidente. Es cierto que la miseria no es el mejor estado para alimentar el intelecto, que la evangelización siempre ha necesitado de un demonio, un infierno y un temor para levantar su imperio, pero todos los prejuicios, los fanatismos religiosos, el odio al diferente que hoy se sufre en África es una de las principales aportaciones de los países colonizadores. Hasta ese momento, la homosexualidad estaba integrada en la sociedad africana sin ningún conflicto. Hasta que llegaron ellos, los predicadores, en gran parte financiados por la iglesia evangelica estadounidense, que se encargaron de difundir que la homosexualidad es una conducta impuesta por Occidente y ajena a la cultura africana. El argumento es débil, sí, pero eso no significa que sea inofensivo. Cuando en 2010, la asociación de Camerún para la defensa de los homosexuales logró el apoyo de la Unión Europea en su lucha, esa defensa supuso un conflicto diplomático al reforzar el mensaje de la influencia occidental.
Hoy, todos echamos de menos a Nelson Mandela y aplaudimos las películas que engrandecen su memoria. Pero me entristece pensar que Jean-Claude Roger Mbede murió, con 34 años, sin que ese fallecimiento haya sido noticia. Puede que recordar la historia de Mbede sea permitir que una garra escarbe en la carne hasta dar con nuestras entrañas. Puede que el colectivo lgtb aún no haya hecho oír su voz todo lo alto y contundente que debiera. Y no estoy hablando de carrozas el día del Orgullo. Estoy hablando de Derechos Humanos. Una mujer es una mujer aquí y en Afganistán. Y no habrá una mujer en el planeta que no empatice con el sufrimiento de otra mujer y denuncie, a voz en grito, cualquier ultraje, humillación o barbarie que se cometa contra su género. Y un homosexual es un homosexual aquí y en Camerún. Este es mi humilde grito. Muy pequeño. Casi sordo. Hay personas luchando por los derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales en muchos países del mundo. Me conformo con que no lo olvidéis nunca. Es importante que ellos sepan que no están solos. Que nuestra fuerza está calculada, es eficaz y constante. Que somos un colectivo. Un colectivo enorme.
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Comentarios
Por tomas, el 30 enero 2014
La herencia judeocristiana es la peor herencia cultural que ningun pueblo haya dejado a la humanidad y a otros pueblos, solo comparable al nazismo del que fueron victimas, y al comunismo