Derek Paravicini, la genialidad de un pianista ciego y con autismo
Ha venido por primera vez a España. Y su carta de presentación abruma: Derek Paravicini es un británico de 34 años, virtuoso del piano, ciego y con autismo severo. Niño prodigio: dio su primer gran concierto en el Barbican Centre de Londres, con la Royal Philharmonic Pops Orchestra, con solo 9 años. Intérprete-fenómeno; dice la nota de prensa: tiene un repertorio de miles y miles de piezas, que puede tocar de memoria en cualquier estilo y tono, desde el jazz y el pop a clásicos. Estuvimos con él en Madrid, adonde lo ha traído la Fundación Orange, dentro de su programa de apoyo al trabajo en torno al autismo.
La primera pregunta de la rueda de prensa era obvia: ¿Es verdad eso de los miles y miles de piezas que puede tocar de memoria y sin preparación previa? Tanto él como Adam Ockelford, su maestro durante 30 años, el hombre que está profesionalmente con él desde que lo descubrió con 5 años en la escuela Linden Lodge para ciegos de Londres, contestan que sí, que absolutamente, y que cualquiera puede hacer la prueba. De hecho, la presentación a los periodistas terminó ante un piano. Los reporteros pedían y él tocaba. Granada, A mi manera, de Frank Sinatra, Yesterday, de los Beatles, algo del musical Los Miserables… Incluso alguien le pide Thriller de Michael Jackson; Derek no cae, se la ponen en el iPhone; la escucha una vez y reproduce su propia versión. En este vídeo puede apreciarse su enorme capacidad:
Explica Adam que con temas sencillos, como puede ser la música pop, que es muy repetitiva, le basta con escucharlos una sola vez para que se le queden en la cabeza y sea capaz de interpretarlos; que para piezas más largas y complicadas necesita varias horas. Otro ejemplo que da la medida: Adam ha compuesto un concierto para piano con orquesta, dedicado a Derek; se hizo con él en 50 horas.
En la rueda de prensa, Derek Paravicini se limita a dar contestaciones muy esquemáticas a las preguntas, y sobre todo a subrayar algunas frases o palabras dichas por Adam. Impresionan estos dos hombres. El uno que atrae por su rareza, su genialidad en un continente tan frágil, su desorbitante memoria; el otro, por su entrega, su paciencia, su sencillez, por permanecer a la sombra de la figura durante 30 años.
Los primeros 10 años, hasta que Derek cumplió los 15, Adam tuvo que emplearse a fondo, trabajar duro con su alumno. A partir de ahí, han girado por el mundo -desde EE UU a Australia, Portugal y Japón- dando conciertos y también talleres magistrales sobre el método de enseñanza. Porque aparte de mostrar el espectáculo que es Derek, detrás de este proyecto-experiencia hay mucho más, hay un método de enseñanza que puede abrir puertas y mentes a gente con algún tipo de discapacidad o peculiaridad cognitiva/emocional.
De hecho, a la pregunta de si hay antecedentes de talento musical en la familia de Derek, el pianista contesta con un escueto no. Adam lo desarrolla: «Es curioso, pasa a menudo. Cuando descubrimos el talento musical de algún niño o niña, rápidamente las familias se ponen a bucear, a rastrear, para ver si hubo algún abuelo o bisabuelo músico, o tienen alguna tía o primo lejano con las mismas dotes, y descubren que no. Y es que es el autismo el que les da ese don musical». Sus virtudes: un oído absoluto, una memoria prodigiosa y una capacidad grande de concentración en su pasión.
Este trastorno es tan amplio y presenta tantas variantes que por eso los expertos y personas más implicadas en tratar con estas personas prefieren definirlo como TEA en vez de autismo -Trastornos del Espectro Autista-, para abarcar tantas posibilidades. Y ese espectro abarca desde quienes presentan también algún tipo de discapacidad intelectual a personas que rozan la genialidad. Dicen también que el hecho de presentar dificultades para comunicarse de manera convencional y para las relaciones sociales, y de presentar unos intereses restringidos de atención, les lleva a menudo a aislarse en su mundo y a desarrollar habilidades extremas en lo que han tomado como su foco de atención. En este caso el piano. Añade Adam: «Hay un mito que dice que las personas con autismo no tienen capacidad de relacionarse ni de ser creativos. Eso no es verdad. Son personas muy emocionales, y la música es un buen vehículo para ellos para expresarse». Como el arte en general, tal como pudimos ver en otro artículo de esta revista en torno a una experiencia también avalada por la Fundación Orange para desarrollar habilidades creativas en talleres conjuntos con artistas, organizados por la asociación Argadini.
Adam recordó en Madrid la primera vez que vio a Derek tocando el piano: «Me impactó. Me impactó su entusiasmo para tocar, tocaba hasta con la nariz. Y me empujó a ser su maestro… Pero, claro, me preguntaba: cómo enseñarle si ni siquiera me deja acercarme a tocar el piano…». Hasta que establecieron una relación especial, como un juego, donde a Derek le pareció interesante y entretenido copiar lo que Adam le proponía.
Adam y Derek han venido a Madrid no solo a dar espectáculo, porque Derek está considerado uno de los más extraordinarios, originales, virtuosos y entretenidos artistas del piano en el mundo, sino también a abrir canales y perspectivas nuevas para sensibilizar a las familias y a la sociedad sobre la capacidad de desarrollo, creación y concentración de las personas con autismo. Para Derek, la música es su manera de comunicarse con los demás y con el mundo.
En el concierto que ofreció el viernes por la noche en el auditorio del Colegio de Médicos en Madrid, Derek se mostró como un fenómeno. Impresionaba ver cómo ese hombre tan frágil y distinto, se convertía en un fenómeno al sentarse al piano. Tocó desde jazz a un tango, desde Chopin a Gershwin, desde Autumn leaves a What a wonderful life, de Louis Armstrong, muchos de esos temas improvisados, porque eran a petición del público. Y asombró interpretando la Danza del Fuego, de Manuel de Falla, acompañado por una orquesta; prácticamente no habían ensayado juntos, Derek se había preparado la pieza escuchándola en Youtube. Los aplausos que le devuelve el público en aluvión le conectan con el mundo. Pero el momento más emotivo de la noche llegó cuando salió al escenario otro hombre con autismo, y dijo con dificultad en la pronunciación. «Yo también… soy ciego y autista… Toco el piano desde los cuatro años… Tocas muy bien… Quiero saludarte… y quiero pedirte que toques Cantando bajo la lluvia».
Comentarios
Por Antonio Gonzalez, el 08 abril 2015
Real Mente es sorprendente el talento de este Joven tal parece que en sus manos tiene la bicion muchas felisidades.desde Oaxaca mexico.