Selección sexual
«Soy nuevo en el Grindr«. «Nada más activar el perfil, al poco tiempo recibí un mensaje: Hola. ¿Tienes buen rabo?». Tras esta anécdota sobre la aplicación de contactos gays, Paco Tomás se pregunta adónde nos puede estar llevando tanto estímulo, tanta facilidad para el encuentro sexual.
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Siempre he pensado que la evolución es un concepto que solo se aprecia en la distancia pero que carece de interés en la vida cotidiana. Es un ejercicio de conocimiento del pasado sin ninguna certeza sobre la que apoyar el futuro. Somos el resultado de una evolución. Pero eso solo será relevante dentro de millones de años, cuando hayamos logrado marcar una diferencia entre los individuos que somos y los que, supuestamente, lleguemos a ser. De esa manera, hoy en día, actuamos como eslabón de un proceso que me hace pensar que la especie humana dejó de evolucionar, como tal, hace millones de años. Seguimos macerando las mismas miserias, los mismos rencores, las mismas dudas y soberbias que ya enloquecieron a los habitantes del siglo XIII. Aquellos lo solucionaban con batallas campales y nosotros lo hacemos bloqueando en el Facebook, dejando de seguir en el Instagram o bajándonos el Grindr. De esa aplicación es precisamente de la que quiero escribir.
Soy nuevo en el Grindr. No voy a entrar en las razones que me han llevado a abrirme un perfil, pero no me importa manifestar la extraña sensación que provoca entrar en una fiesta que hace mucho tiempo que empezó. Nada más activar el perfil, al poco tiempo, recibí un mensaje: “Hola. ¿Tienes buen rabo?”. Ante una pregunta tan poco abierta a interpretaciones confieso que titubeé. Luego pensé que cuando uno está en Grindr no es para ampliar el número de miembros del club de lectura y, por puro instinto de supervivencia, contesté afirmativamente. Acto seguido me pregunta: “¿Cuánto te mide?”. ¿De verdad los tíos debemos saber cuánto nos mide? ¿Soy un ser atípico por no saberlo? En ese momento pensé que la media del pene de los españoles estaba en 13,58 centímetros y en un arrebato de confianza escribí: “18”. La respuesta que recibí fue: “¿Y a eso le llamas buen rabo? No me jodas”. Y me bloqueó.
Entonces lo entendí. El Grindr era un instrumento de selección sexual que hubiese hecho las delicias del mismísimo Darwin. Como en El origen de las especies, el mejor adaptado –que no dotado- es el que sobrevive.
Sin embargo, y bromas aparte, no deja de ser curioso que una aplicación creada para la socialización sea, hoy en día, un vehículo para la discriminación con el pretexto de la atracción sexual. Pienso que la verdadera revolución sexual del hombre gay responde a lograr separar sexo y amor. Poder disfrutar de ambos a la vez y por separado. Pero tal vez esa libertad sexual está empezando a pasar factura a nuestra manera de relacionarnos. El hecho de que el número de posibilidades de tener un encuentro sexual sea infinitamente superior a la de cualquier otro hombre hace que empecemos a reaccionar ante el sexo como un objeto de consumo. Consumimos sexo como el que se descarga toda la discografía de sus 400 grupos y artistas favoritos sabiendo que nunca va a encontrar el tiempo necesario para escucharla.
Eso nos hace restarle valor al encuentro sexual. Al final, el Grindr, o cualquier otra aplicación similar, se convierte en un escaparate de discriminación en manos de un colectivo que debería estar muy concienciado precisamente en todo lo contrario. La herramienta para conectarse y crear vínculos se convierte, por esa extraña capacidad ancestral del ser humano, en un vehículo para discriminar a los delgados, a los mayores, a los amanerados…
Según una estadística, solo un 1% de los usuarios de Grindr sería lo que se conoce como «seleccionador sexual»: un tipo de raza blanca, 85 kilos, abdominales marcados, un poco de vello corporal, apariencia masculina, atractivo y VIH negativo. Ese 1% marca las reglas del juego. Como en la economía, los privilegiados son minoría, pero condicionan el comportamiento de los demás. Se sobrevalora el rasgo morfológico de tal manera que llega a convertirse en una merma de la capacidad adaptativa y de supervivencia de los tipos que no lo poseen.
La diferencia, como siempre, está en el matiz. Por supuesto que a todos nos puede gustar un tipo de hombre, pero esa preferencia acaba siendo una construcción social que, en ocasiones, es el argumento para humillar a aquella persona que no cumple nuestros requisitos.
Quizá esa facilidad para encontrar sexo sea la que provoca que algunos estén perdiendo las habilidades sociales propias de la seducción. Hay personas que se han acostumbrado a relacionarse a través de la pantalla del smartphone, a ser un nick, un buen encuadre, hasta el punto de perder el contacto con el mundo real. Personas que se acomodan en un anonimato que les permite escribir frases que nunca serían capaces de pronunciar en persona.
No me gustaría que se malinterpretase esta columna jónica como una crítica a la libertad sexual, a la libertad de elegir a aquellos que nos estimulan sexualmente, a la libertad de usar o no usar aplicaciones para el móvil. En el fondo, de lo que estoy hablando es de la vida real y de nuestra capacidad para convertir en un infierno el mismísimo cielo.
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Comentarios
Por bernardopajares, el 25 febrero 2014
Le leo y parece que estoy escuchando los primeros minutos de Wisteria Lane.
De su reflexión sobre la aplicación de marras, que no es la única, recojo esa libertad que da la pantalla (del smartphone, de la tablet, del portátil) para «socializar» de una forma muy distinta a como lo haríamos en el cara a cara. Pero, como pasa cuando «seleccionamos» cara a cara, estoy seguro de que esos que a las 9 de la noche bloquean sin pensárselo se lo piensan un poco más a última hora de la madrugada.
Por jose, el 26 febrero 2014
Cierto…tras esas aplicaciomes se esconden y enmascaran muchos «no tipod» para dejar su mente libre y fantasear sobre » si oudiera». Lo que dices es cierto…a ultima hora de la madrugada,, ya la seleccion es menos «selectiva»…..jiji
Por Alberto Monteagudo, el 26 febrero 2014
Antes de nada, enhorabuena por esta pedazo de publicación, no sólo por lo bien que escribes sino por las verdades que dices.
Confieso que tiempo atrás tuve esa aplicación.. Pero también confieso que nunca la usé como tal. Iluso de que pensaba que podía hacer amigos ahí. Hasta me abrieron conversación una vez diciéndome «Quieres 700 euros?».
Es muy triste a donde hemos llegado. Se supone que estamos en la era de la evolución y en lo más alto de la pirámide evolutiva, pero no hacemos más que retroceder. Y ya no hablemos del colectivo LGTB. Tantos años luchando por la igualdad y somos nosotros mismos los que cada vez nos excluimos más y colocamos barreras entre nosotros mismos…
Te sigo a partir de ya 🙂
Yo también tengo un blog, que no sé si será de tu interés, pero por si te interesa echarle un vistazo, es este: http://www.aridethroughfashion.com
Un placer leerte
Alberto Monteagudo
Por srpacotomas, el 28 febrero 2014
Muchas gracias Alberto. Un abrazo
Por JUANRA, el 26 febrero 2014
HAY UNA NOTICIA SOBRE UN NUEVO GALARDON PARA ESCRITORES NOVELES, PINCHAS Y TE DERIVA OTRA COSA: SELECCION SEXUAL…. CORREGIDLO POR FAVOR…
Por El Asombrario & Co., el 26 febrero 2014
En nuestra portada de elasombrario.com está bien enlazado y creo que desde la portada de eldiario.es ya han arreglado el error… Gracias.
Por Carrington, el 26 febrero 2014
El mismo hecho de bloquear a alguien por el mero hecho de no dorarte la píldora, no responder a tus expectativas o no gustarte físicamente, es tan infantil, superficial e irracional que, casi con toda seguridad, es una bendición de los dioses que dichos seres no se dejen conocer. A fin de cuentas, y como suelo decir, la realidad virtual de dichas aplicaciones es simple humo hasta el momento del contacto real. Un humo muy bonito a veces, es cierto, pero humo al fin y al cabo, que corre el peligro de disolverse a nada que se vea afectado de lleno por el soplo de la realidad.
Por Bataille, el 27 febrero 2014
El matiz, desde mi punto de vista, es que la discriminación no es tanto la del tipo que te bloquea porque le parece poco 18 cms., sino tuya al negarle la posibilidad al chico de que sepa que a ti no te interesa el tamaño de tu cola. La discriminación la haces tú, que decides mentir al chaval para (entiendo) beneficiarte tú de un polvo con él en última instancia. Tan fácil como responder 18 cms. hubiera sido responder: «No me la he medido nunca».
Creo que eres más víctima de los constructos sociales que ellos, en vez de abrirte a la persona que te habla por el grindr, le mientes, te escandalizas de sus elecciones, y escribes un post en el que humillas al chaval buscando la aprobación social donde sabes que más o menos la tienes asegurada. Me parece que el que ha perdido el contacto con lo real eres tú.
Respuestas como la tuya son las que más contribuyen a reproducir el ciclo de la discriminación que criicas. Si eres listo para escribir este post, sé también listo para contribuir con la evolución humana. La próxima vez que alguno te pregunte cuánto te mide, no seas cínico y respóndele que no lo sabes porque no te ha interesado nunca. Igual le ayudas a ver que la diversidad existe. También en Grindr.
Por srpacotomas, el 28 febrero 2014
Interesante reflexión la suya. Gracias.
Por Observer, el 27 febrero 2014
En tu texto das por bueno un prejuicio que el fondo es el políticamente correcto en el mundillo LGBT: considerar que la escisión entre sexo y amor es saludable. Afirmar lo contrario hacen que uno resulte o bien un reprimido, o un retrógrado, o un pobre sumiso a viejos fantasmas ideológicos. Esa defensa del valor de «el sexo por el sexo» se ha convertido en un lema de la modernidad de revista de tendencias, de la sociedad «plural y abierta», de una cultura que ya no culpabiliza el placer y blah blah blah.
Personalmente encuentro que separar sexo y amor no tiene sentido, pues ambas son expresiones de un mismo afecto, la atracción. No hay diferencia cualitativa entre amar y desear, sólo cuantitativa. Pero este razonamiento sería muy largo de desarrollar.
Lo que no llego a comprender es tu denuncia del factor «discriminativo» del deseo, cuando precisamente amar es el gesto discriminador por excelencia. «Te amo porque no eres ningún otro», el deseo no es ni puede ser universal, su esencia es la elección, la diferenciación valorada de las personas. De eso no se puede culpabilizar al grindr, ni al cruising ni a la cultura posmoderna de la belleza: es un hecho tan antiguo como el mundo, y la esencia misma del deseo.
Por srpacotomas, el 28 febrero 2014
El sexo es un instinto. No tiene que estar obligatoriamente vinculado al amor. Cuando lo está, es la hostia porque entran en juego otros procesos «químicos». Lo que intento plantear aquí es que para los gays el logro del acto sexual se ha convertido en algo tan sencillo, tan al alcance de cualquier situación, que, y es solo una impresión, estamos perdiendo las habilidades sociales y la capacidad de seducción.
Por Eneas Fog, el 27 febrero 2014
En el artículo hay un error. Dice que «se sobrevalora el rasgo morfológico de tal manera que llega a convertirse en una merma de la capacidad adaptativa y de supervivencia de los tipos que no lo poseen». Esos tipos que se dejan mermar su capacidad adaptativa no prosperan, por lo que no son aptos: no sobreviven. Los aptos son los que se pasan los dictados morfológicos por el arco de triunfo y siguen por su camino, ajenos al qué dirán.
Por srpacotomas, el 28 febrero 2014
Estoy de acuerdo con usted. Pero esos, aunque con dignidad, tal vez «follen» menos de lo que les gustaría. No lo sé, pregunto…
Por pick my dick, el 27 febrero 2014
Joer, me parece exageradisimo el artículo. Grinder, Bender y muchas otras no son para SOCIALIZARSE, ni para hacer amigos, para eso te metes a un chat (que hay a patadas).
Esta aplicación es para ver quien tiene ganas de mandanga e intenar quedar con los que más te gusten. Ni más ni menos. Y desde mi punto de vista estas aplicaciones logran su objetivo al 100%. Que luego quedes o no depende de ti, pero el catalogo te lo muestran.
Por cierto, tal y como andan las cosas…. ¿700€? Joder, es una cuota de hipoteca, todo un año de luz… Quizás es porque soy poco exquisito, pero vamos… si me lo ofertan a mi…
Hay que saber respetar la libertad de los demás, no entiendo por qué en este país, la gente se empeña en meterse en la vida de los demás. Si no te molestan deja que los demás hagan lo que quieran y guardate tu opinión para aplicarla sobre ti mismo, no?
Por otro lado, esa facilidad para encontrar sexo no solo se da mediante aplicaciones móviles. Tienes saunas por todo Madrid, zonas de cruising y más… Bendito cada uno de esos lugares, pues si un día necesitamos aliviarnos podremos hacerlo. Un ejemplo, cuando me subí una quincena a Barcelona de vacaciones el verano pasado, pues oye, algo saqué jejeje.
Ah! y depende de la gente, pero por lo general a mi siempre me ha pasado que después de la mandanga siempre hay charla. Tengo amigos que han surgido de situaciones así.
Quizás el problema esta en vuestro enfoque, algo anticuado, del tipo: «no me acuesto contigo en la primera cita».
🙂
Por srpacotomas, el 28 febrero 2014
Tengo la impresión que no le apetece mucho reflexionar sobre lo que intentaba explicar en el artículo. Precisamente en el último párrafo quiero dejar claro que esto no va de lo que usted acusa al artículo. Hablo de la facilidad para encontrar sexo siempre; en app y en saunas, desde luego. Pero según este párrafo suyo «Hay que saber respetar la libertad de los demás, no entiendo por qué en este país, la gente se empeña en meterse en la vida de los demás. Si no te molestan deja que los demás hagan lo que quieran y guardate tu opinión para aplicarla sobre ti mismo, no?» lo que tendríamos que hacer todos los columnistas de este país es dejar de escribir porque tan respetable es la vida del señor que entra en el Grindr como la de Ana Botella o la de Chiquetete. Adoro la libertad y la libertad sexual más. Pero me gusta reflexionar sobre las cosas que suceden en el mundo que habito. Si usted cree que detrás de mi columna hay una intención de reprimir, me temo que no ha entendido nada. Un saludo.
Por pick my dick, el 28 febrero 2014
Vaya, sí que te has ofendido… Discúlpame, no era mi intención. Tampoco creo que el enfoque con el que yo he escrito mi opinión sea el mismo con el que tú la has leído. Por un lado, comentarte que la única referencia que hago a tu artículo se encuentra en el primer párrafo, donde comento que me parece exagerado el punto de vista con el que lo has redactado. El resto de mi opinión simplemente desarrolla un concepto que parece bien acomodado en parte del colectivo gay. El sexo por el sexo siempre ha sido criticado por buena parte de aquellos que habitualmente recorren las calles de chueca, sobre todo, noches de fines de semana. Y uno de los muchos argumentos esgrimidos es, justamente, el que tú has desarrollado aquí: que se pierden habilidades sociales o de seducción. Creo que el análisis es de una simpleza exagerada. Tendemos a realizar análisis unidireccionales cuando la vida está llena de colores. En esta vida hay gente que, para ligar y para socializarse en general, es más abierta e introvertida. Y hay gente que es todo lo contrario. A partir de ahí tengo dos opciones, por un lado puedo recurrir al tópico de que lo tecnológico desplaza a lo personal o entender que lo tecnológico es una opción más, que puede sumar o desplazar dependiendo de cómo utilice la persona dicho recurso. Las habilidades sociales y de seducción se pueden seguir practicando incluso si se usan aplicaciones de este estilo. Es más, en dichas aplicaciones también tienes que tener un mínimo de habilidades sociales, porque si no te darán portazo. Lo mismo de seducción. Y es que, creo que depende exclusivamente de cada uno, una vez más, determinar si es más importante para el desarrollar sus habilidades de seducción o prefiere tener sexo “rápido”. Y la persona deberá elegir en base a sus deseos sin que sea prejuzgado por nadie, nadie que denote que lo que hace es incorrecto de alguna forma porque está sacrificando sus habilidades sociales. Preferencias como tales son completamente personales y, como bien decía en mi párrafo que has copiado, que cada uno se guarde su opinión y la aplique sobre sí mismo, yo también lo hago ojo, mientras no me afecte a mí personalmente considero que cada uno es libre de establecer sus prioridades y yo procuro establecer las mías alejadas de los estigmas sociales.
Para finalizar, me gustaría dejar claro que mi afirmación de que “las preferencias personales se las guarde uno para sí mismo” no supone que deban dejar de escribir todos los columnistas del país. Podéis escribir sobre todo lo que queráis, sea compartido o no por los lectores. Pero no olvides que la sociedad la empujamos entre todos, es como un jardín en el que cada uno nos ocupamos de cuidar una planta. Los comentarios que pretenden hacer una crítica sobre temas personales deben ser escritos de forma muy cuidadosa, pues si se utilizan críticas desmedidas como si de un insecticida agresivo se tratara, nos levantaremos mañana con el jardín podrido y muerto. Deseo que dentro del respeto a todo el mundo, la gente pueda tener la libertad de utilizar pico o pala para cuidar su planta, tenga libertad de elección en lo personal. En cambio, si te voy a decir una cosa, si escribes acerca de aspectos políticos/públicos de Ana Botella esbozaré una opinión en base al contenido redactado en el artículo. En cambio, si el artículo trata acerca de la vida personal de Ana Botella, sobre si le gustan más los tangas o las bragas, y sobre si es o no una guarra por usar un tanga, entonces SI criticaré el artículo, por haber entrado a valorar aspectos que dependen exclusivamente de una preferencia personal y por tanto, debe respetarse a todas y cada una de las personas, independientemente de su elección.
Espero haber podido explicarme lo suficiente como para que entiendas que no es una crítica a tu artículo, lo que pretendía era analizar una corriente que, a pesar de que haya gente que no se lo crea, es muy frecuente en el colectivo gay. La estigmatización del sexo por el sexo, cuando yo lo considero una opinión personal. Tu artículo simplemente versa sobre este tema, esgrimiendo una opinión que creo tan respetable como la mía.
Eso sí, siento que te haya sentado mal mi opinión, como también siento que, siendo esto una apreciación mía, tu respuesta haya sido en caliente.
Por Alberto, el 04 marzo 2014
Asombrado me hallo ante la comparativa entre las batallas campales del siglo XIII y los bloqueos de facebook y descarga de grindr en la actualidad.
Poco más que decir…
Por Joseph Merrick, el 11 junio 2014
Muy al hilo de tan estupendo artículo… identidad, cuerpo y exclusión en la «identidad gay» http://www.aibr.org/antropologia/boant/articulos/ABR0302.html