Emil Ferris: “Siempre estuve del lado de los monstruos, las brujas, los vampiros”
El sueño de la ilustración produce monstruos. No es difícil parafrasear a Goya y sus ‘Caprichos’, cuando la autora de novela gráfica Emil Ferris (Chicago, 1962) cuenta que en cuanto conoció la obra del pintor, gracias a su padre, supo que amaría los comics. Esta semana, en su primera visita a España –para presentar el libro ‘Lo que más me gusta son los monstruos’–, pudo cumplir por fin su sueño de disfrutar de Goya en el Museo del Prado.
“Goya entendía perfectamente a los monstruos. Fue el artista del que aprendí todo lo que se necesita para dibujar”. Siempre a bolígrafo. “Mis padres eran artistas, lo que significaba pobreza y perritos calientes casi como único menú. Dos cuadernos y dos bolígrafos eran el material escolar del disponía para todo el año. Tuve muchos problemas de movilidad desde niña y cuando quería llegar hasta algún objeto que se me hacía inalcanzable, lo dibujaba. Para mí era como tocarlo”.
Ferris ha visitado Madrid para presentar Lo que más me gusta son los monstruos (Penguin Random House-Reservoir Books). Es su primer viaje a España, en una gira que arranca en Madrid y le ha permitido realizar el gran sueño de conocer el Museo del Prado y disfrutar de Goya. La palabra fascinación se queda corta para describir el sentimiento de Emil tras su ruta por la excelente pinacoteca.
Optimizar obstáculos ha sido para ella una tarea constante que ha resuelto con acierto. Sin duda los inconvenientes han sido claves en su amor por los monstruos, a los que lejos de temer, venera hasta confesar que con gusto hubiera renunciado a ser humana para nacer quimera. Asegura que el éxito no consiste más que en caer mil veces y levantarte otras tantas.
“No conseguí caminar hasta los 3 años, porque mis pies se negaban a crecer. Más tarde me diagnosticaron una escoliosis que me impedía jugar como el resto de los niños. Así que pasaba los recreos imaginando historias de fantasmas con las que asustaba a mis compañeros. Comprobé cómo la gente aterrada pone cara de idiota”, explica con absoluta cordialidad, dirigiéndose a menudo al público que la escucha en el auditorio de Espacio Fundación Telefónica.
Más percances. En 2001, siendo Ferris una humilde camarera, sufrió la picadura de ese mosquito procedente del Nilo Occidental, portador de un virus que afecta al sistema nervioso, que la inmovilizó de cintura para abajo agarrotando también su brazo derecho. Lo peor que le podía ocurrir a una dibujante diestra. Durante el fatigoso periodo de rehabilitación, recuperó la movilidad y bosquejó una historia, la de Karen, la niña lobo que terminó protagonizando su primera y exitosa novela gráfica.
Emil Ferris camina apoyada en un bastón de madera de geometría sinuosa. No renuncia a las virtudes inspiradoras del paseo. Se reconoce una flâneur que adapta sus pasos al ritmo de su cuerpo sin desperdiciar una sola pisada. “Estoy convencida de que la gente que pasea tiene mucha más facilidad para conectar con quienes le rodean, componiendo historias que nunca se nos ocurrirían llevando las manos sobre el volante de un coche”, explica Ferris, madre soltera de una hija que tiene 22 años, y a la que hubiera querido parir en un mundo más bonito y menos embustero que este. “Vivimos entre mentiras. Las estructuras sociales, el sistema educativo, hasta la ciencia nos engaña, y no digamos los políticos. Habitamos un planeta enfermo que sin embargo nos necesita. No concibo la Tierra despoblada y creo profundamente en la magia. Por eso amo a los monstruos. Son elegantes y honrados. Pienso en las bestias del pantano, las brujas, los vampiros, los licántropos… Siempre estuve de su lado, queriendo pertenecer a ese club, el de los monstruos”.
La autora de Lo que más me gusta son los monstruos no consigue entenderse con las redes sociales. “Tengo muy abandonados tanto Facebook como Twitter e Instagram. Llegó un momento en el que no podía ocuparme y además sentía que podías decir cosas a la gente pero no darles un abrazo. Estar pendiente de las redes es como ver un culebrón; eso me distancia mucho de ellas”.
Emil Ferris ama el cine. Proyectar historias contra una pantalla y romper la oscuridad, tan necesaria, ya es una suerte de magia. Recuerda el cine de su infancia; se llamaba Valencia, un edificio art decó donde consiguió intimar con Humphrey Bogart. Por más que le da vueltas, no se le ocurre el nombre de la actriz que podría interpretar a Karen, la niña loba detective, pero… ¿sorpresa?, sí tiene claro qué director haría una buena película con el material de Lo que más me gusta son los monstruos: “Guillermo del Toro. Me gustó tanto El laberinto del fauno….
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