Slow Fashion: la auténtica revolución en tu forma de vestir
Entramos en una semana crucial para quien quiera darle la vuelta más revolucionaria a su ropero y crear un auténtico fondo (sostenible) de armario. El jueves llega en 50 países el Fashion Revolutionary Day, coincidiendo con el aniversario del derrumbamiento de la fábrica textil de Bangla Desh que mató a 1.127 personas. Y el viernes y sábado se organizan en Madrid las III Jornadas de Moda Sostenible, puesta de largo del movimiento Slow Fashion Spain, que, en la línea del Slow Food, trata de concienciarnos para que nos vistamos de una manera menos desquiciada, más natural… y humana.
A Gema Gómez le espera una semana apretadita y emocionante. El miércoles presenta en la ONG Intermón/Oxfam su libro Fashionista y Slow (editorial Mandala) en la línea del Eco Fashion (Moda con Conciencia Ecológica) de Sass Brown.
El jueves coordina en España el Fashion Revolutionary Day, creado por Carry Somers, pionera en comercio justo y moda ética en Reino Unido y creadora de la marca Pachacuti, que se celebrará en medio centenar de países para decir ¡basta ya! a las condiciones inhumanas en que se confecciona la inmensa mayoría de la ropa que nos ponemos, y cuya fecha se ha querido que coincida con el primer aniversario del derrumbamiento de la fábrica textil Rana Plaza, en Bangla Desh, que provocó 1.127 muertos y 2.437 heridos. Por cierto, sobre este trágico tema, las condiciones en las que viven las trabajadoras de las fábricas donde se cose la ropa que vestimos en Occidente, este mismo mes ha salido el libro La costurera de Dacca, escrito por Jaume Sanllorente.
Y viernes y sábado, Gema Gómez organiza en el Museo del Traje de Madrid las III Jornadas de Moda Sostenible (25 euros la inscripción), dentro del movimiento que ella abandera, Slow Fashion Spain, para adoptar ritmos más pausados, menos enloquecidos y despilfarradores (con los recursos y con nosotros mismos).
Menos mal que es mujer doble G, de poderosa energía y motivación por intentar cambiar las cosas en un mundo, el de la moda, del que se escribe tanto tanto, pero del que en realidad solo abordamos los accesorios, los complementos, y desconocemos casi todo del meollo. O no nos queremos enterar.
GG trabajó como diseñadora en dos grandes cadenas textiles y precisamente ahí, en sus viajes a Asia, tomó conciencia de que este no es el camino y que la Humanidad y el planeta necesitan otra manera de producir. Se habla mucho de agricultura ecológica, pero muy poco de producción respetuosa en las tierras destinadas al textil. «El cultivo de algodón supone el 3% de todos los cultivos del mundo, pero consumen el 25% de los plaguicidas a nivel global; y ese abuso provoca que dejen improductivos, estériles, millones de metros cuadrados anuales». Más las condiciones de explotación de mucha mano de obra. «Cuando la gente critica la moda sostenible porque puede suponer un aumento de precios, yo siempre digo: sí, nos sale muy barato explotar; explotar al planeta y explotar a la gente del Tercer Mundo. ¿A eso cómo le ponemos precio?».
¿De dónde te viene esta conciencia ecológica, Gema?
«Bueno, en realidad, yo de lo que siempre he hablado es de trabajar y vivir con respeto, respeto a todos los que nos rodean y a todo lo que nos rodea. Y a fin de cuentas, el fundamento de la ecología es ese, ¿no? El respeto al entorno como a ti mismo; no concebir el avasallamiento en ningún sentido».
Lo que promueve es darle la vuelta al esquema, y no admitir como única esta opción, esta vía de producción -como en tantas cosas-. «Debemos valorar», subraya Gema Gómez, «lo que nos ponemos encima. Que lo apreciemos y no lo usemos como un simple usar y tirar. Hemos de comprar un traje o un vestido con la intención de que te dure, que te represente, que hable de ti, que te acompañe a lo largo de la vida; y no como un mero consumo rápido».
El Slow Fashion, que nació en 1995 en Reino Unido de la mano de Kate Fletcher, bebe de las mismas fuentes que el Slow Food, ya mucho más arraigado. Comer de otra manera, más relajada, apreciando lo orgánico, lo local, otro tempo más natural, menos químico, y, a fin de cuentas, más humano. Más saludable. Y vestir de otra manera, más relajada, más lenta, menos estresante, más ecológica, más artesanal, valorando lo hecho en pequeñas cantidades, por pequeñas empresas y cercanas al consumidor. Darle la vuelta a la globalización que nos vendieron como un chollo, pero que en realidad significaba solo una globalización al servicio del capitalismo más radical. Y meternos en la cabeza que lo que se llama crecimiento, tal como lo concebimos -o nos lo quieren hacer concebir, sin ofrecernos otras opciones-, no es sostenible, pues necesitaríamos los recursos de tres Tierras para darnos gusto a todos al nivel de exigencia de los países más consumistas (¿más desarrollados?).
Pasar de tomárnoslo en serie a tomárnoslo en serio.
Habrá lectores que piensen que el Slow Food puede cuajar más porque toca directamente la salud. Pero no hay que olvidar la cantidad de alergias y problemas de salud que implica la introducción desmedida de elementos químicos en nuestra vida cotidiana, y más cuando están en contacto con nuestra piel. Lo que sucede es que se investiga poco. O se publica poco.
Cuestión de salud también. Cuestión de piel.
De hecho, uno de los ponentes en las III Jornadas de Moda Sostenible de los que más satisfecha está GG es Nicolás Olea, catedrático de Medicina en la Universidad de Granada que lleva muchos años alertando sobre el peligro de haber abierto nuestras casas y cuerpos a la invasión de miles de sustancias químicas. También asistirá a las jornadas Bernd Mueller, organizador del Greenshowroom and Ethical Fashion Show Berlin, que componen la principal referencia de moda sostenible en Europa, y la escritora y periodista Almudena Solana, que ha creado recientemente Doctor Idea, empresa de complementos en tela al margen de los valores del tiempo; «con ellos quiero contar historias defendiendo, siempre, un ser humano positivo, imaginativo e irrepetible… alguien que está en el mundo de una manera muy activa y responsable».
Se trata de darle la vuelta a la moda, a las prendas. Ese es el lema del Fashion Revolutionary Day. Dale la vuelta a tu camiseta, tu vestido, tu chaqueta, tus pantalones; y mira, más allá de la marca, lo que hay detrás; mira la etiqueta, y piensa en todo lo que entrañan esas condiciones de producción en China, en la India, en Vietnam, en Bangla Desh…
De la marca a la etiqueta. Para valorar otras cosas. Dale la vuelta a tu ropa. De hecho, persiguen que #insideout (que, por cierto, es lo que quiere decir pachacuti en lengua quechua) sea trending topic mundial este jueves, el Fashion Revolutionary Day. En España se celebrará en una docena de ciudades; en Barcelona incluirá un desfile con marcas de moda sostenible.
Gema Gómez, que se dedica ahora sobre todo a impartir cursos, conferencias, talleres y asesoramiento, apostó en otoño de 2011 por poner en marcha la plataforma Slow Fashion Spain y quiere plantear su trabajo en positivo: apoyar a las pequeñas marcas que realmente responden al esquema de moda sostenible, antes que arremeter contra las grandes; parte de que ya la propia estructura de la multinacional no es muy sostenible que se diga. Es decir, que aunque la mona se vista de seda… Gema Gómez tiene claro que no desea entrar en ese juego de críticas a grandes marcas, salvando otras porque acepten determinados códigos verdes, más marketing que puro convencimiento. Por eso, prefiere trabajar en clave positiva, y apoyar, como hace esta Ventana Verde, los auténticos brotes verdes, los que trabajan por construir otro planeta, distinto al del discurso dominante del capitalismo radical y unívoco.
Sirva de guía para nuestros lectores más concienciados, para que comiencen a darle la vuelta a su ropa, el listado de marcas que participarán en el desfile de moda ética y sostenible del Fashion Revolutionary Day en Barcelona, más un directorio de contactos para estar a la moda (otro tipo de moda). Es duro asomar la cabeza en un mundo con tal avasallamiento de marcas poderosas y cadenas con locales abiertos en cada esquina, pero merece la pena intentarlo: la tienda Humus (varias marcas), Pure Green Apparel, Virginia Rondeel, Lifegist, Ecoology, Carmela Rodriguez/Miu Sutin, la tienda Green Life Style (varias marcas), Clara Mallart, Oxfam, Sylvia Calvo, Coshop, Moves to Slow (tienda on line, varias marcas), Sense Nu, Lorena Sender/Aibycraft, Fox Fibre, Umukta, Del Través, más las marcas de calzado El Naturalista y Kamaleonik.
http://www.sensenubyoriol.com/
Comentarios
Por Vetinari, el 22 abril 2014
¿Quieren una auténtica revolución? Vistan como les de la gana y se sientan a gusto, sin que nadie les diga cómo tienen que ir o qué ponerse.
Por Helena, el 22 abril 2014
Si slow-fashion significa que una alpargata cueste 100-200 € la más barata, estamos en el buen camino fijo (ironía)
Por mercedes, el 24 abril 2014
sí claro, es mucho mejor seguir promocionando a empresas con beneficios millonarios que explotan a sus trabajadores para que tú puedas comprar unos zapatos de 10eur hechos en China o Bangladesh. Es mucho mejor tu opinión neoliberal de libertad de mercado, ¡que cada uno haga lo que quiera! Pero, ¿a qué precio?. ¿Quiénes nos creemos nosotros para pisotear los derechos humanos?. Viva la libre elección y el libre mercado entonces (ironía para ti).
Por La Bella Solera Co., el 16 febrero 2018
+ 1 para ti.
Has entrado a responder el típico argumento barato de ignorancia. Nos cansamos cada día de contestar cosas así en La Bella Solera (https://labellasolera.com)
Por Rosa, el 23 abril 2014
No deja de resultarme curiosa la quimifobia imperante en este tipo de artículos. Quimifobia que además se combina con una ignorancia acusada tanto de biología como de química básica. ¿es que los productos ecológicos no están compuestos de productos químicos? ¿es que tú o yo no estamos compuestos de carbono, hidrógeno y oxígeno (entre otros) que curiosamente forman moléculas químicas? Dejémonos de demonizar conceptos y términos que nada tienen que ver con lo que, supongo, se defiende en el artículo: natural versus artificial. Nos haremos a todos un favor.
Por La Bella Solera Co., el 16 febrero 2018
La moda sostenible es bastante más que química, son ideas mucho más «humanas» de condiciones laborales y consecuencias medioambientales.
Por mercedes, el 24 abril 2014
Al autor, excelente aportación a este mundo que poquito a poquito puede ir cambiando si aprendemos a dejar atrás los hábitos de consumo a los que nos han acostumbrado. No todo tiene que ser inmoral e inhumano solamente porque no conozcamos otra forma…
Te he citado en mi entrada http://wp.me/p3A6nh-jP un saludo
Por Eva, el 29 abril 2014
Hola,
gracias por el artículo.
Soy una de las diseñadoras que participó en el Fashion Revolution Day. Junto a mis compañeros, sueño con que de una vez se deje de explotar a países menos desarrollados para que en occidente podamos comprar camisetas a 5 euros, es solo un sueño pero ya somos muchos los que creemos que el consumidor final tiene derecho a saber de donde vienen los productos que compra y como están hechos, y luego que compre lo que quiera. Queremos dar la opción de poder consumir productos de cercanía y con cadenas de suministro lo mas transparentes posibles.
Por Mariana Theoceancorner, el 13 febrero 2016
Hay diferentes maneras de trabajar en moda sostenible. En nuestro caso, reciclamos prendas vintage y/o de segunda mano. Las transformamos con desechos plásticos y orgánicos que recogemos durante jornadas de limpieza de playas. No damos a basto, en invierno, para limpiarlo todo. Somos personas de 4 a 70 años participando en todo el proceso. Creamos actividades para comunidad y el medio ambiente. Somos una empresa social.