Mi vida en Instagram
Paco Tomás sostiene que la red social Instagram es una de sus favoritas por el hecho de que permite crear y mostrar una vida paralela y que el mundo le vea a uno tal y como el dueño del perfil desea ser visto. Además hace un repaso por sus etiquetas favoritas en la que es la red de fotografía más utilizada del mundo.
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Dice la gran Bibiana Fernández (@thedevilisawoman) que “la realidad es la realidad, pero Instagram es Instagram”. Esa frase, que para algunos podría resultar de una obviedad ofensiva, va mucho más allá de la epidermis de la razón. A mi entender, esconde una certeza definitiva: Instagram es una realidad paralela.
Ya nadie discute que las redes son escaparates sociales desde los que mostrarse al mundo. Unos exhiben su faceta más mercantil; otros, su yo más emocional, mientras que hay quien emplea su perfil para dar rienda suelta al resentimiento (flammers, haters, trols,…perfiles que esconden a unos habitantes de la Tierra Media expertos en la provocación).
El 93% de los internautas españoles utiliza alguna red social. Es verdad que lo interesante ahora sería conocer qué argumentos emplea el 7% restante para elegir formar parte de esa insólita élite de los anacoretas 3.0 pero eso mejor, otro día. Lo que me interesa no es tanto la exhibición de nuestra vida sino la creación (y recreación) de una nueva identidad en la red que, si bien se basa en un hecho real, es una completa ficción. Desde mi punto de vista, eso llega a cotas de paroxismo en Instagram. Y confieso que, como partícipe y espectador, disfruto con ello. Lo que no sé es hasta cuando. En el siglo XXI, lo efímero es ley.
Tengo perfil en Facebook, cuenta en Twitter y aún me estoy preguntando las razones que me empujaron a abrirme una en Linkedin. Pensaba que las personas que habían encontrado trabajo a través de Linkedin formaban parte de una leyenda urbana, como la niña de la curva, como las familias con audímetros, como los amigos de Wert, hasta que una vez conocí a una. Por eso mantengo mi perfil activo. De hecho, cada semana me envían docenas de ofertas laborales que, según ellos, encajan con mi perfil: comercial de una empresa de iluminación, director de hotel, responsable de farmacovigilancia y encargado de gran superficie comercial. ¿¿WTF??
Tengo Grindr, Tinder, Snapchat, InstaMessage, y veo como duermen el sueño de los justos mi Tumblr y mi Pinterest. Pero ninguno de ellos me reporta las satisfacciones que me procura Instagram. Como sucedía con el viejo Fotolog, Instagram no solo te permite ser como tú quieres ser sino que logra que los demás te vean como te gustaría que te vieran. Y eso, para alguien que valora el artificio –la naturalidad está sobrevalorada-, es todo un hallazgo.
En mi caso, mis fotografías componen un retrato ficticio de mi vida real. Es cierto que estoy en ese lugar, que esas personas me hacen compañía, pero el verdadero contenido de la imagen reside en la imaginación, en la percepción, del que la mira y decide si pulsa dos veces sobre ella hasta que palpite el corazón. Es el seguidor el que dota de contenido a la foto, el que empatiza, se identifica, se implica, rechaza, como sucede con los personajes y las tramas de una serie de televisión. Eso es lo que realmente me atrae de esa red social.
De hecho creo que, al igual que en Twitter, ha creado una nueva categoría de hashtags –cadena de caracteres para que el usuario identifique algo de una manera rápida- absolutamente inútiles, que no llevan a ningún sitio y que solo sirven para categorizar un estado de ánimo. Como si titulásemos el capítulo del día. De hecho, los hashtag oficiales (#igers, #picoftheday, #instagramhub,…) me interesan cero. Soy más fan de hashtag tipo #menosgrinderymasbici #depolvoencuando o #estansencilloquedarseencalzoncillos, todos del diseñador gráfico Raúl Valentín (@vruto), un hashtagmaker de primera, aparte de un usuario bastante desinhibido, que siempre es de agradecer.
Y ya puestos, que diría José Fernando, el hijo de Ortega Cano, voy a desvelar algunos de mis hashtag favoritos en Instagram –cualquier palabra que venga precedida de una ‘almohadilla’ puede llegar a interesarme-.
#chulazosdelmundo. Creado por el artista mallorquín Joan Morey (@joanmorey) muestra grandes especímenes masculinos que se va encontrando en su vida cotidiana, ya sea caminando por la ciudad, tomando algo en un bar o viajando en el metro. Desde aquí aprovecho para animar al ‘asombroso’ Rafa Ruiz (@rafaruiz1) a que haga lo propio con #gentemetrosexual, un temario que está pidiendo hashtag a gritos.
#formasdesobreviviralveranoenmadrid. Creado por el director de cine y guionista Roberto Pérez Toledo (@mividarueda) es un espectáculo dionisiaco de jóvenes, vestidos con un bañador, en entornos urbanos. Tomar el sol en la Gran Vía, darse un chapuzón en una fuente pública o sentirse el rey de las olas haciendo windsurf sobre el pasamanos de una escalera mecánica son solo algunas de las acaloradas ficciones que recrea Pérez Toledo en su Instagram.
#miqueridaespañaestaespañamiaestaespañanuestra. Creado por la actriz y licenciada en comunicación audiovisual Valeria Vegas (@valeryvegas). Valeria lleva años coleccionando publicaciones, especialmente semanarios del corazón, y tras ese hashatg, largo como un estribillo, muestra algunos de los grandes titulares de este tipo de revistas. Allí podemos encontrar joyas de la cultura pop como este titular con una declaración de Romy Abradelo: “Soy muy decente, aunque la imagen que doy no lo aparente”. O este de la cantaora, y mujer de Lauren Postigo, La Camboria: “Creo que tengo la enfermedad de las vacas locas”. O uno de Chonchi Alonso, ex de Andrés Pajares: “Me atrae mucho lo árabe”. Aún no hay muchas actualizaciones pero es cuestión de tiempo. Eso sí, como genera adicción, las cuarenta y siete que hay hasta el momento les sabrán a poco.
#iseefaces. No tengo ni idea de quien lo creó pero como ya es un fenómeno global no voy a perder tiempo en averiguarlo. Se trata de un hashtag que reúne las fotografías de personas de todo el planeta que ven caras en los lugares más extraños. Algo que, por otra parte, hemos hecho todos perdiendo la mirada en las vetas de la madera o los dibujos del mármol. Pues esto es lo mismo: descubrir rostros humanos en objetos como bolsos, contenedores, lavabos, salpicaderos o blísters. Un ejercicio de imaginación donde podemos descubrir verdaderos tesoros.
#muradosmann. No es un descubrimiento. De hecho ya tiene su añito largo pero cuando lo descubrí me sedujo aunque comprendo que pueda llegar a cansar, por monótono, aunque creo que precisamente ahí reside su atractivo. Se trata del hashtag creado por el fotógrafo ruso Murad Osmann (@muradosmann023). Con él podemos seguir al fotógrafo, de la mano de su novia, recorriendo el mundo. ‘De la mano de su novia’ es literal. En todas las fotografías ella, de espaldas a la cámara, le coge de la mano y le arrastra por las calles de Venecia, de Nueva York o entre una exhibición de osos panda en Hong Kong. El encuadre apenas cambia. Solo lo hace el paisaje, el escenario, y el vestuario de ella. Vamos, que le pones una buena banda sonora y podría parecer una secuencia de una película de Julio Medem o Ramón Salazar. El fenómeno ya ha creado escuela y con el hashtag se mezcla la obra original de Osmann con la de los miles de imitadores que inmortalizan sus viajes con una imagen similar.
#trashyfriday. Sé que muchos no me perdonarían que acabase este pequeño repaso a mis hashtag favoritos de Instagram sin mencionar éste. Es algo tan sencillo como celebrar que ya es viernes con una foto erótica, con poca ropa o ninguna, asumiendo el riesgo de que una envidiosa amargada (empleo un femenino genérico, o sea, que ellos están incluidos en la definición) te denuncie y el movimiento puritano de Instagram te cierre la cuenta. Es cierto que mi afición a este hashtag duró lo que dura un cubito de hielo en Sevilla pero, en su momento, tuvo su aquel. Con el tiempo, las chicas han abandonado la práctica y todo se ha reducido al género masculino, desde hace unos años bastante más exhibicionista que el femenino. Y ya puestos a quitarnos la ropa, todos los días de la semana tienen su versión trash. Eso sí, en inglés. Que la lengua de Shakespeare siempre fue más exhibicionista.
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Comentarios
Por Jesus Egea, el 03 septiembre 2014
En el universo instagram uno se puede perder entre tanto contenido y es siempre de agradecer sugerencias para encontrar fotos interesantes. También resulta edificante que hay personas (no tantas) que buscan un significado en sus fotos o cual propósito primigenio de la fotografía reflejar la realidad circundante desde un punto de vista poco convencial e incluso artístico.
Le agradezco que no haga incapié en el selfie contínuo que hacen muchos a diario ( se me nota que no soy muy partidario de la autofoto con morritos ).
Un saludo