Tuuu Librería, tráfico libre de libros. Precio: la voluntad
Colaboración, simbiosis y una gran idea. Eso es lo que se esconde tras esta iniciativa que implica a los ciudadanos con la cultura. Tuuu Librería es un espacio en el que el tráfico de libros es libre y solo cuesta la voluntad. Además, sus creadores planean otros proyectos enfocados a la independencia cultural y la ayuda mutua. Maravillosas propuestas ciudadanas con las que El Asombrario celebra la publicación de su artículo número 1.000. Todos los que hacemos esta revista aprovechamos para agradecer la cercanía de tod@s nuestr@s lector@s. Muchas gracias por estar.
Un cierre a medio echar y dos puertas de cristal. Cruzamos el umbral y ahí están. Dormidos, aletargados, impacientes y ansiosos, todos descansan sobre palés y medios palés europeos, dispuestos piramidalmente de manera estratégica para que ninguno de ellos luche contra su hermano, para que el castillo no llegue a derrumbarse. Son libros, sólo libros, dirán algunos, pero siempre son algo más. No hay orden alfabético ni registros, sólo pequeñas asambleas mudas que discuten de género y temática. También hay libros en distintas lenguas, infantiles, y hasta una sección de rarezas donde encontramos un libro de José María Carrascal. La mañana apunta alto.
Falta más de una hora para que abran, pero un señor se adentra en el local sin pedir permiso y abre una vieja maleta, sucia y destartalada. La ola de Virginia Woolf, Mi credo de Hermann Hesse, varios tomos de una vieja enciclopedia de arte y un libro antiguo que no alcanzo a identificar. Alguien advierte al cliente y le dice que todavía está cerrado. “Pensé que estaba abierto, como he visto el cierre medio abierto…”, contesta impaciente por donar esos libros que ya no utiliza y llevarse otros nuevos.
En este local de la calle Covarrubias de Madrid, ahora en el 38 pero hace un año en el número 7, luce un letrero que dice Tuuu Librería. En noviembre se cumplirán dos años del proyecto, una librería que sirve de depósito de todos esos libros que la gente, por defecto, tira a la basura. Catalina Benavides nos recibe a la vez que nos ofrece un té. Mientras tanto nos cuenta que el ideador de este proyecto fue su socio Alejandro de León, quien conoció a través de un amigo una iniciativa pionera surgida en Baltimore con el nombre de The Book Thing y cuya esencia giraba en torno a los libros y las tertulias literarias surgidas de manera espontánea. A partir de aquí se fue configurando lo que a finales de 2012 tomó cuerpo en Libros Libres, antesala experimental de este nuevo proyecto que ahora pretende liberar y canalizar el consumismo editorial de los lectores en actos altruistas que deriven en la formación de bibliotecas (públicas o privadas) o donaciones específicas para centros necesitados de material librario.
La cosa es sencilla y compleja a la vez. No quieren quitar protagonismo a las librerías y por ello no catalogan sus fondos. “Sería feo –nos dice– porque nosotros somos una librería de rotación, movemos libros, no los vendemos”. Pero es evidente que el mantenimiento del local (el espacio, la luz o el agua) cuesta dinero. Todo está financiado con los donativos de la gente y las suscripciones. Antes no pedían nada, tal vez eran demasiado permisivos, pero hace un tiempo que aconsejan a todos sus clientes depositar la voluntad que consideren acorde a los libros que se llevan. Así lo dice una gran pizarra de pie. El precio de la suscripción es de 12 euros al año y el único beneficio es la implicación en la causa. La cifra actualmente oscila entre 1.000 y 1.500 suscriptores. Sabemos que también cuentan con voluntarios. Ellos realizan algunas tareas de mantenimiento y atienden cara al público.
Catalina dice que programan las semanas con turnos de dos personas y dos horas (la librería abre todos los días de 12:00 a 20:00), que a veces la gente se ofrece a colaborar con su tiempo y así “pagar” los libros, pero nosotros no terminamos de sorprendernos al saber que tienen unas 80 personas disponibles para esta tarea, eso sí, todos asegurados una vez colaboran, sin remuneración, pero dados de alta en la Seguridad Social. Cuando le preguntamos si en algún momento estos han reclamado un pequeño estipendio, nos dice que paga a estas personas con puntos de Civiclub, una especie de reconocimiento cívico para todo el que ayuda en este tipo de proyectos comunales y colaborativos, y que organizan una fiesta de voluntariado al año. Asimismo existe un tablón de anuncios donde lectores y voluntarios dejan sus datos para que se les avise si llega un ejemplar que están buscando de tal o cual autor, o donde se anuncian ofertas para dar clases de idioma u ofrecer otros servicios. Todo es así en esta librería.
Según nos cuenta, abrieron otras sedes en Jaén (Linares) y Córdoba, ya inactivas; otra en Badajoz todavía operativa; cedieron la idea del proyecto a otra librería de Barcelona y mantienen otra madrileña en Torrelodones. Les han llamado de Roma para abrir otra tienda en la ciudad del Tíber. Piensan que el proyecto es exportable y guardan ciertas innovaciones sobre el formato, pero todo se encuentra en fase embrionaria, nos señala. Realizan campañas de difusión a nivel nacional, contactan con centros culturales para que les cedan un espacio y así recaudar fondos con los que enviar libros a distintos lugares como colegios públicos o institutos. Como no hay dos sin tres, esto forma parte de un proyecto más amplio y ambicioso. Lo que antes era Grupo 2013, una ONG orientada a la mejora de la educación en España (compuesta por la Asociación Maestros y Alumnos Solidarios y la Fundación Sentido y Sensibilidad), ahora se ha reproducido y sintetizado en cuatro proyectos en los que se inscribe esta librería y que están relacionados entre sí por el espíritu solidario que los empuja. Uno es MAYAS, cuya esencia es generar becas a través de profesores jubilados, estudiantes o todo aquel que quiera dar clase (actualmente la red la forman más de un centenar de profesores que han financiado 89 becas educativas en la Comunidad de Madrid). Después está MICROCRÉDITOS, ayudas económicas destinadas a optimizar las condiciones de las familias de esos becados. Y, por último, el más incipiente, UFEED, una aplicación para smartphones que permite donar el precio de cualquier producto que consumimos a diversas ONG’s de todo el mundo. Todo esto es Yooou.
Saber que hay espacios culturales sostenibles capaces de dilatar y desplazar la experiencia cultural a un mayor número de lectores en estos tiempos de dificultad, sin duda es algo positivo y esperanzador. Pero claro, hay de todo. Los hay incluso, nos lo cuenta Catalina cuando rememora los primeros pasos en el número 7 de Covarrubias, que roban ejemplares o que, directamente, ni se molestan, dan los buenos días con una sonrisa y no depositan un euro en ese falso centón de cartón improvisado que hace las veces de hucha de donaciones. Sin embargo, unos más apurados u otros menos, todos son ciudadanos, el riesgo de cualquier contingencia es comprensible, y no es que justifique la falta de ética, pero seguramente sí podría explicar la carencia de una noción cultural de base. Catalina nos dice que la reacción tanto de bibliotecas como de centros culturales o colegios (con los que contacta para hacer envíos de libros) es irremediablemente de estupefacción, no se lo terminan de creer. Y cuando al final aceptan recibir esos libros, algunas de estas instituciones dan dinero de manera simbólica, voluntaria, pero nunca convencidos del todo. “Por regla general, no es habitual”, confiesa. Por tanto sacamos alguna conclusión, y permítanme la perogrullada del día: costar y valer son verbos distintos, pero mientras exista dicha homogeneización lingüística, no podremos hablar de una sólida concienciación de que la cultura vale y cuesta dinero. A pesar de ello, Catalina sentencia firme y sin contemplaciones: “quiero que se salven los libros y que la gente lea, porque la cultura llena y el ocio vacía”.
Comentarios
Por ana laura rocha rocha, el 12 enero 2016
FANTÁSTICA IDEA, CHICOS ,SOY EXLIBRERA DE LOS AÑOS 70, EN CUANTO PUEDA ME PASO POR AHÍ, ACABO DE DESCUBRIROS Y ME APETECE CONOCEROS.
OS APLAUDO
HASTA PRONTO
ANA LAURA ROCHA
Por gusi, el 25 enero 2016
Me encanto la idea y fui a apoyar el proyecto puesto que amo leer, estaba tan entusiasmada que hasta pensé en ser voluntaria, pero evidentemente se me quitaron las ganas en el momento en el que al intentarlo me daban evasivas y no parecían muy dispuesto a que fuera voluntaria. La verdad no se si es por mi pero desde luego siempre les he hablado con respeto y no creo que haya razones para eso. Cada día se me quitan un poquito mas las ganas de apoyar el proyecto
Por ANTONIO, el 04 diciembre 2016
ES UNA IDEA ESTUPENDA PERO LO QUE NO ME GUSTA ES LA RIGIDEZ ABSOLUTA EN SU APLICACIÓN, EJEMPLO SI TE QUIERES LLEVAR UNO SOLO MÁS DE 7 PROHIBIDO TOTALMENTE, VENGA MAÑANA CONTESTACIÓN Y ESTO PUEDE INFLUIR Y INFLUYE EN EL DONATIVO QUE PUEDE SER MUY INFERIOR AL QUE SE QUIERA DAR, ME GUSTAN MUCHO LOS LIBROS DE PAPEL, TENGO MUCHOS CIENTOS DE ELLOS INCLUSO ESCRIBO ALGUNO SI LES SIRVE ESTE COMENTARIO ESTUPENDO SINO TAN AMIGOS. UN CORDIAL SALUDO MUCHAS GRACIAS POR TODO.