La inventiva de Hipólito G. Navarro: ¿Qué hace un pez volador en mi bañera?
Javier Morales nos propone hoy en su ‘Área de Descanso’ los cuentos de Hipólito G. Navarro recogidos en ‘El pez volador‘. Continuador de la capacidad de Cortázar para escribir en los márgenes, Navarro acomete la búsqueda de los deseos con una inventiva verbal capaz de incorporar con naturalidad experiencias extraordinarias a la vida cotidiana. Como encontrarse un pez volador en la bañera.
“El de los cuentos es el mejor Cortázar. O sea, un mal Borges, o mediano”. Las palabras de mi admirado y también polémico César Aira al diario argentino Clarín en 2004 fueron como una piedra caída a un estanque, la obra literaria de Cortázar, cuyas ondas aún se expanden. Parece que ha dejado de ser cool citar al autor de Rayuela o El Perseguidor. Las modas y los gustos van por otro lado. Hablo de España, no sé lo que ocurre en otros lares, pero me da la impresión de que en Argentina, país que mantuvo siempre una relación complicada con Cortázar (hay quien lo achaca a que nunca le perdonaron que se exiliase en París), la recepción de la obra del gran cronopio se contempla con cierto paternalismo, el mismo que el propio Cortázar exhibió hacia Felisberto Hernández, según cuenta Aira en la citada entrevista.
Modas y postureos culturetas aparte, volvamos a España, donde ya sabemos del canibalismo de nuestra historia literaria, según nos demostró Rafael Reig en su manual de referencia. Creo que la reacción a Cortázar (es un autor sobrevalorado y todas esas pamplinas que suelen decirse sobre ciertos autores cada cierto tiempo) se debe, en parte, a un proceso lógico después del endiosamiento que despertó su figura durante algunas décadas. No pocos lectores se acercaron a su obra atraídos por el romanticismo de su figura, sobre todo la de su último periodo, el más comprometido políticamente y el menos fecundo desde el punto de vista literario.
Quizás ha llegado el momento de hacer un balance menos sesgado de su obra, sin duda una de las más importantes de la segunda mitad del siglo XX, al menos en lo que a las letras hispanas se refiere. Al fin y al cabo, ser un mal Borges, o mediano, como asegura Aira: ¿no te coloca en la primera división? ¿De cuántos escritores se puede decir eso? Borges sigue siendo Borges.
Pero en realidad yo no había venido aquí a hablar de Cortázar, ya lo hizo muy bien hace unas semanas mi compañero Asombrario Mario S. Arsenal en Cortázar sin Cortázar sino a que intenten atrapar El pez volador (Páginas de Espuma), una selección de cuentos de uno de nuestros maestros del género, Hipólito G. Navarro (Huelva, 1961), deudor del mejor Cortázar.
Kafka, Beckett, el surrealismo, son algunas de las fuentes de las que bebe Navarro, pero sin duda es el autor de Casa tomada quien le pone en la pista de salida. Lo explica el propio Navarro en una entrevista en El síndrome de Chéjov, blog de referencia del cuento que desde hace años mantiene el escritor y espléndido narrador Miguel Ángel Muñoz. “El autor que me catapultó a la locura de escribir cuentos fue Julio Cortázar. Fue un descubrimiento impresionante en el final de la adolescencia. Me fascinó sobre todo su idea de la escritura como juego. Pero para que la obra de Cortázar operara ese milagro debió existir un caldo de cultivo previo. Cortázar fue un catalizador, el detonante que necesitaba para explotar una masa bárbara que ya me habían regalado antes, sin casi darme cuenta, dos autores geniales: Kafka y Beckett”, explica Navarro.
La búsqueda de los deseos (¡y cuidado con que se hagan realidad, nos advierte Navarro), el amor y sus caras, un barroquismo y una inventiva verbal en los que se mezclan lo culto y lo cotidiano, el riesgo estilístico, la capacidad para incorporar experiencias extraordinarias en la vida cotidiana, como si lo más normal del mundo fuese encontrarse en la bañera un pez volador, son algunas de las señas de identidad de un autor que siempre nos sacará una sonrisa.
Impagable esta edición de otro gran cuentista, Javier Sáez de Ibarra, con un prólogo que nos da las claves para entender la obra de un escritor que se divierte escribiendo, que detesta las tramas marcadas de antemano, de ahí que nos gusten tanto sus finales sorpresivos, un escritor capaz de desdoblar la realidad y observarla desde muchos ángulos, y que lo hace improvisando, como en el mejor jazz. “Yo escribo los cuentos que no sé qué tienen dentro, los que no imagino cómo pueden terminar. Esa sorpresa que el lector descubre en mis relatos es la misma que yo encontré mientras los escribía, no te quepa la menor duda. Si después de escritos todos los cuentos necesitan de una labor de peinado y corrección, a esa sorpresa”, le contó a Miguel Ángel Muñoz.
Alegres o tristes, el humor inteligente siempre salva las historias de Poli, como le llaman sus amigos. El humor como barrera frente a los reveses de la vida, los que ha sufrido el propio autor y que, en inusitado ejemplo de sinceridad, desvela a Javier Sáez de Ibarra en la conversación final.
El pez volador, escrito cuando Navarro aún era estudiante de Biología (carrera que nunca llegó a terminar; “biólogo interruptus”, se autodefine), abría El aburrimiento, Lester (Anaya&Mario Muchnik), un mítico libro publicado en 1996 y que cambió el panorama del cuento español y lo hizo más libre, como la música que sale del saxo de Lester Young. “Al fin alguien que, con Cortázar, sabe escribir jazz”, le presenta en su entrevista Miguel Ángel Muñoz.
Creo que uno no puede ser un buen lector si no sabe escuchar. A veces nuestra actitud se ve recompensada cuando nos topamos con un tipo que nos cuenta historias fascinantes, como las que se incluyen en El pez volador. En ese caso estamos de suerte, y estamos perdidos al mismo tiempo porque quedaremos atrapados. Navarro tiene esa capacidad de narrar como si nos estuviera hablando. Nos encandila con sus palabras, el hilo que nos ofrece, que tomamos sin dudar ni un momento. Navarro continúa hablando, y nos aferramos al hilo, ya no lo podemos soltar porque queremos más, mucho más.
Comentarios
Por Clara obligado, el 21 septiembre 2014
Muy buen artículo. Poli Navarro es, para mi gusto, uno de los escritores más atrevidos en el terreno del cuento. Este año lo vimos en mi Taller y la gente quedó asombrada, «juega en otra liga», decían. Y es verdad. En su origen, la visión de Marcelo Cohen, Mario Mushnik y Mariángeles Fernández. Le rendimos homenaje con nuestra colección de nuevos cuentistas, «El pez volador»
Por javier morales, el 22 septiembre 2014
Gracias por tu comentario, Clara, me alegro de que te guste. Con ganas ya de leer tu nuevo libro. Un abrazo