EntreFotos, imágenes para susurrar sueños y gritar realidades
Denuncia social, naturaleza muerta, paisajes lluviosos, mundos oníricos y episodios reales. Todos captados con la paciencia, creatividad y objetivos de artistas que tienen mucho que decir. En EntreFotos, los fotógrafos tienen contacto directo con el público. En la edición de este año, celebrada el pasado fin de semana en Madrid, pudimos ver cómo las imágenes susurran sueños, pero también gritan realidades complejas. ‘El Asombrario’ estuvo allí, y esto es parte de lo que vimos.
El ojo otrópico de Rebecca Lebrón es una de las series de fotografías con más critica social. La fotógrafa las realizó en unos tiempos que recuerda como “todo recortes” y bajo la idea de que es utópico “poder vivir de forma independiente”. “Quiero que se tome conciencia de lo que está pasando y que entre todos podamos cambiar un poco las cosas”, comenta Rebeca. La artista utilizó como esencia de su obra a un genio de las letras: “El ensayo sobre la ceguera de Saramago expresa claramente lo que quiero transmitir, cada fotografía es una de las preguntas que se plasman en la novela”, explica la creadora de unas imágenes con estética del mundo de los sueños.
Con pasión y amor por la naturaleza, las fotos de Cristian Rodríguez Agudelo muestran otro lado de la belleza paisajística. Con composiciones que pueden ser calificadas como agradables para la vista, el artista quiere mostrar lo que denomina “heridas no cicatrizadas de la codicia humana”. Su objetivo emociona. En sus fotos, podemos observar las alteraciones que provocan las gigantescas estructuras de hormigón y cemento. Seres inertes que mutilan el estado natural de la isla de Fuerteventura sin ningún final que lo justifique. “Es lo que ocurre en toda España”, señala el artista, que ve la fotografía como un arma para mostrar esta guerra silenciada de la tierra con su fauna.
Si algo ha quedado patente en EntreFotos es la capacidad que tienen las imágenes para contar una historia a través de lo que atrapa el objetivo y de crear un sinfín de reflexiones con las que narran otros sucesos que se alejan de la superficie de la imagen. MasauR consigue esa magia de la fotografía consistente en condensar varios mensajes con la captura de un instante. El retroceso y el estancamiento del ser humano son constantes en su obra. La falta de conciencia y de solidaridad aparecen denunciando lo que la artista viene a explicar de forma tajante: “Vivimos en una burbuja de colores que no queremos abrir para no ver lo que puede desequilibrar la balanza”.
Los turistas de Jorge Flores son una reflexión sobre el concepto de desconexión al que asociamos las vacaciones. “Parte del juego es que yo soy uno de ellos, realicé las fotografías durante mis propias vacaciones, haciendo lo mismo que ellos”, explica el artista. A través de sus aglomeraciones en lugares destinados a la calma y de sus gentes despersonalizadas llegamos a preguntarnos si las vacaciones no son más que un cambio de normas en las rutinas.
A los hábitos y las rutinas también ha llegado la cámara de Valme de Toledo. Como protagonista ha escogido la familia, una institución de la que la artista cree que se han narrado muchos cuentos. Ella ha decidido captar imágenes que describan algunas de sus fábulas, las que “no se cuentan”. Muestra escenarios hogareños idílicos en los que reina la incomunicación. “No todo es tan bonito como parece; al igual que en la foto, en muchas familias los miembros no se hablan”, afirma la artista. Los medios de comunicación son vistos por esta fotógrafa como una barrera para enterarte de lo que pasa a los que tienes al lado.
En una dimensión más pareidólica se encuadraría el trabajo de Jesús Labandeira. “Mezclo sueños, realidad, cine, lo que te cuentan y lo que no. Es una realidad que se ajusta a lo que nosotros creemos, al final es como la vida”, reflexiona el autor, a quien Freud ha servido de musa.
Con un carácter íntimo y base plástica, vemos las fotografías de la serie Dead and Gorgeous, de Iris Encina. Su obra recuerda la composición del retrato clásico y juega con la dualidad de lo inerte y lo vivo.
Una histórica de Entrefotos, Pilar Pequeño, explica las razones que le hacen amar y ser tan fiel a esta feria: “Normalmente, si expones en museo o en una galería sólo ves a la gente el día de la inauguración, y aquí estás viendo la reacción del público ante las fotos. Te expresan lo que sienten, la comunicación es más directa. Una obra de arte, para que sea completa, necesita al espectador y que le transmita”. “Es un público al que le gusta mirar, preguntar cómo lo has hecho, es muy interesante”. Mientras la gente se detiene a apreciar sus naturalezas muertas, Pequeño explica que disfruta mucho haciéndolas. Le llueven las alabanzas y ella expresa que el secreto está en la paciencia. La luz es con lo que más trabaja; la dirige y la tramita. “Organizar la escena es lo que más me divierte”, confiesa la artista, que emplea sus paseos en escoger las flores que después inmortaliza en sus bodegones.
La gente mira las fotos, pregunta sin miedo, algunos toman notas. El público, sin barreras para preguntar y los artistas, entregados. Según Pepe Frisuelos, comisario de la feria, EntreFotos se ha convertido en “un lugar donde los que quieren vender su obra pueden hacerlo; pero es más que eso, pueden conocer gente y, digamos, existir”. Frisuelos considera que en la feria se crea un ambiente mágico: “El artista crea un mensaje que el público recibe y le puede contestar”.
Técnicas diferentes, distintos estilos, temáticas varias. Fotos de 35 artistas. Entre la reflexión, lo onírico y la crítica aparecen los rayos de sol a través de los árboles captados por María Antonia García de la Vega. El norte lluvioso asoma a través del cristal al que apuntó Rafer. El ayer y el hoy se dan la mano en escenas que perduran y que se fotografían en el presente como se pintaron en el pasado. La vida no para y en Entrefotos queda constancia.
No hay comentarios