Capas de silencios y secretos en el sector editorial

Obra ‘Home’

Obra 'Home'

Obra ‘Home’ de Miler Lagos. Cortesía de la galería MagnanMetz de Nueva York.

La realidad siempre supera la ficción. La historia de hoy sucede en el sector editorial, aunque podría extenderse a muchos otros. Hay muchas capas de secretos como en las cebollas, una ministra de Empleo que se encomienda a los capotes de las vírgenes. Hay silencio y trabajadores que estallan a raíz de una entrevista a una de las fundadoras de la librería La Central. También una charla intensa con Anna M. Quetglas, abogada laboral. Se acumulan los libros editados -unos 52 al día en España- y los falsos autónomos, los libreros agotados y el escaso dinamismo. Capas de años y maneras rancias de entender lo laboral.

Contar sobre la industria editorial requiere desvelar muchas historias, cualquier aspecto de la cultura suele reclamarlo y más en nuestro presente. Todo se concentra escondido bajo capas de información que al abrirse se transforman en páginas libres que se dejan leer con más fluidez. Sin un corte transversal no se abren esas páginas. Cuando nos desvelamos, encontramos el género en el que narrarnos mejor. En esta historia de hoy no estamos en un procedimental de estilo CSI. Aunque una simple muestra del mercado de trabajo español revela una estructura fácil de identificar en el microscopio a la vista del sagaz agente de la policía científica. Se ve un tejido formado por el crecimiento y decrecimiento de la economía, la mala calidad del conjunto empresarial, una legislación laboral interesada, creencias monárquicas sobre la autoridad y la más común rigidez envueltas en capas de remiendos y apaños de diferente calibre. La estructura nos afecta a todos en muy variadas maneras. Para descubrir su interior hay que cortarla como una cebolla y desvelar las zonas superpuestas unas a otras que forman un todo. Ese tipo de estructura pasa desapercibida, no se ve mientras crece bajo tierra, tiene muchas capas, no todo el mundo la digiere, las líneas argumentales se cubren unas a otras, encierra un centro cristalino. ¿Será nuestro género el de la nueva novela ecológica?

Hay muchas capas y pocos datos, la transparencia se pierde. Podemos identificar una capa antigua. La precariedad contractual nació por el PSOE cuando originaron los contratos basura. Desde entonces la creatividad contratista siguió en aumento exponencial. Lo más cool en nomenclatura son los contratos TRADE (Trabajador Autónomo Económicamente Dependiente), que sonaría muy bien en un bestseller a la americana o en algún que otro libro autopublicado. En realidad es una simple capa de cebolla más. Los empleadores no han dejado de exigir despidos más baratos, condiciones más flexibles. La crisis parece haber facilitado ese camino. ¿Será nuestro género el de la novela histórica?

Y la última capa de este cebollón histórico tiene protagonista indiscutible: Fátima Báñez. Es necesario describirla. Es la máxima responsable del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, y como tal se ocupa de la propuesta y ejecución de la política del Gobierno en materia de empleo y de Seguridad Social, así como el desarrollo de la política del Gobierno en materia de extranjería, inmigración y emigración. Hasta los ministros parecen pluriempleados en sus tarjetas en este negro presente. Su perfil es el que abunda en el mundo empresarial: una licenciatura y un máster específico. Empezó trabajando en el sector privado después de licenciarse en Derecho y en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Pontificia Comillas-ICADE en 1992. En 1997 ocupaba su primer cargo público en RTVA. Cuando se convirtió en Vicesecretaria de Economía del Partido Popular de Andalucía, se formó en un Programa de Liderazgo para la Gestión Pública en IESE Business School. Eso ocurría en 2005. Fátima es un nombre con una resonancia especial. Un nombre, una fe y una labor. Podría haber sido un nombre, una idea y un objetivo. La ministra defiende que “de la Virgen del Rocío siempre llega un capote”. Gracias a la ministra se puso en marcha una reforma laboral que no había sido descrita en las promesas del PP cuando se presentaba como alternativa. Por aquel entonces insistieron en que no abaratarían el despido (con todo lo que conlleva). Quizás ya contaban con las fuerzas celestiales a su favor, como los vientos en una cruzada. ¿Será esto una novela espiritual o quizás bíblica?

De momento lo único cierto es que aquí estamos y cruzados.

Podría parecer que a medida que nos vamos acercando al centro de nuestra historia, las capas se vuelven más transparentes. Nos invade una cierta ligereza. La novela romántica sería la mejor para ilustrar el enamoramiento con un libro, la imagen que se tiene de ellos y de sus agentes. En realidad hasta las pizpiretas Bridget Jones se pasarían del chicklit a la novela social más austera. Hace apenas unas semanas aparecía una entrevista a una de las fundadoras de la librería La Central en ‘JotDown que se llenó con 350 comentarios. La gran mayoría son de extrabajadores y trabajadores anónimos de la empresa. Aprovecharon el espacio para ir sumando desahogos sobre las condiciones laborales como si ya no pudieran aguantar más y necesitaran desembarazarse de todas las capas de aparente transparencia. Los propietarios de la librería se apresuraron a enviar un comunicado aclarando todo. La prensa se ha hecho eco de lo sucedido. Más de un extrabajador intenta justificar su culpa por no haber cursado una denuncia. Sigamos mirando a nuestro alrededor, puede que la Virgen del Rocío nos eche algo a nosotros también. Si nos ilumina, observaremos que el sector editorial está formado por muchos trabajadores muy descontentos y muchos de ellos callan. Si algo tiene el sector editorial es su secretismo al mejor estilo vaticano. ¿Será esta una historia de superhéroes?

Hace tiempo que Anna M.Quetglas y yo nos cruzamos en mi TL en Twitter, luego la charla se extiende. Es abogada. Su bufete está especializado en Derecho penal, mercantil y laboral. Sobre la cuestión del trabajo en el sector editorial comenta: “Es notorio que en determinados sectores laborales cerrados [como el editorial] es más difícil el ejercicio de los derechos de los trabajadores, aunque me atrevería a aventurar que hoy en día por razones políticas ( las reformas anti-trabajador del PP) y el elevado índice de paro (oferta y demanda), el ejercicio de los derechos de los trabajadores es casi imposible, salvo en la Administración, y eso yo ya no los consideraría trabajadores porque su contrato es de derecho administrativo”.

El sector editorial es como una cebolla prieta, lo cual ejerce una amplia repercusión tanto en muchos suplementos culturales y más de un reseñista o crítico hasta las denuncias laborales inexistentes. Sigue siendo, a pesar de la crisis, la primera industria cultural española. La sostiene la imaginación y las ganas de muchísima gente muy valiosa. ¿Nos adentramos en un cierto género de terror y ciencia ficción?

El libro es el décimo producto más exportado en general en nuestro país. Según el último anuario de estadísticas culturales durante 2013 se registraron en el ISBN 19.049 títulos de ficción (13.599 en papel y 5.450 electrónicos). Son 52,2 títulos al día. Una cantidad de trabajo y un flujo de libros realmente importante. En 2009 eran 18.120 títulos, unos 49 al día, más de 2 por hora. Se tarda meses en preparar y producir un libro. Ahora se producen más títulos con tiradas más pequeñas. Las reediciones no alcanzan al 15%. Sin embargo, desde 2008 el desempleo aumenta de forma importante en todos los departamentos del sector. Hay editoriales que apenas conservan los empleados iniciales, las plantillas son muy jóvenes siempre. Los trabajadores veteranos se sustituyen por gente recién salida del máster. Sube de forma exponencial la cantidad de editoriales que asumen trabajadores freelance. Ya en 2008 el 91,9% de las editoriales empezaron a trabajar regularmente con trabajadores externos. En la actualidad hay editoriales medianas de cierto prestigio cuyos editores en sus oficinas y de lunes a viernes son autónomos, no están contratados. En otros casos son despedidos los de un sello completo y asumidos como autónomos semanas después. En las estadísticas aparecen como autónomos cuando en realidad deberían figurar como empleados por cuenta ajena. Los trabajadores externos no tienen más opción que ver cómo ganan lo mismo desde hace años. Este tipo de autónomos forzosos no suelen llegar a ser mileurista o casi. La famosa tarifa plana para autónomos es un chiste de mal gusto, una burla descarada. Pero según el Ministerio de Empleo es un éxito. Fátima Báñez asegura que se ha impulsado el emprendimiento.

Sí, se impulsa quieras o no quieras, eso sí es transparente. Si estos falsos autónomos aplican el 42% que suman IRPF, cuota de autónomos y Seguridad Social, llegamos a la conclusión de que trabajan por unos 500 euros al mes. Ningún enlace sindical, exista o no, los escucha, estén inscritos en un sindicado o no. Tampoco pueden asociarse al gremio y beneficiarse de, por ejemplo, los cursos, ya que ningún editor los avalará. Engrosan las filas de los denominados falsos autónomos que nadie en absoluto cuantifica. Cualquiera de ellos que solicite que se le aplique el contrato de autónomos TRADE se ve abocado a un laberinto barroco cargado de eufemismos y silencios. Nos topamos con más capas y menos capotes.   ¿Para cuándo un sindicato de trabajadores de la edición y la librería? ¿Qué género narrativo nos queda? Definitivamente, la denuncia mediante Stop Falsos Autónomos.

Anna M.Quetglas i Ariño, del bufete Quetglas, nos contesta sobre la cuestión de las denuncias y cómo proceder: “Depende del tipo de abuso laboral al que se somete a un trabajador, podríamos hablar de denuncia penal, porque los hechos podrían constituir delito. El articulo 311 del Código Penal exige probar la intención especial de abuso como plus de la intencionalidad que se exige para que exista este delito. Y aquí topamos con la doble vertiente, el principio de intervención mínima que implica que el Código Penal sólo debe aplicarse en los supuestos más graves -criterio de carácter subjetivo- y problema ante los ojos de los jueces, muy insertos en el sistema».

«Otra posibilidad es la demanda ante el Juzgado de lo Social por incumplimiento del convenio colectivo del sector y/o de la normativa del Estatuto de los Trabajadores por vulneración de los derechos laborales, donde cabría pedir una indemnización si hay daños por culpa laboral, en esta jurisdicción existe también la misma problemática por el tipo de poder judicial que tenemos en España».

«Si se tomara represalia por la denuncia o demanda, este despido debería ser declarado nulo por vulnerar el derecho Fundamental a la Indemnidad que recoge el articulo 17.1 del Estatuto de los Trabajadores, pero ahí volvemos a topar con que tenemos el poder judicial que tenemos y la interpretación por parte el juez de la existencia de vulneración del Derecho a la Indemnidad”.

Con Anna Quetglas también hablamos sobre las estructuras de nuestra sociedad que definen toda esta situación y ella señala: “Existe un factor económico por el que para poder ecuatorizar España beneficiando al sector energético (puerta giratoria), IBEX y Banca, se ha tenido que destruir sistemáticamente a la pequeña y mediana empresa y eso se ha hecho mediante la legislación concursal, cerrando el acceso al crédito y manteniendo elevado el coste del trabajador (porque del trabajador no sólo cuesta el salario, si no Seguridad Social, mutua etc..) en lugar de bonificar y compartir costes empresa y Estado para fomentar el empleo y la subsistencia de la empresas. Así pues, hablar de crear puestos de trabajo cuando simultáneamente destruyen empresas sea la gran falacia. Y eso es muy importante porque cuando existen pocos puestos de trabajo y mucho desempleo el abuso al trabajador ya está servido. Hay además un factor psicosocial, por puro interés y de sentido común, que es que el mejor capital de una empresa o de un proyecto es el capital humano y es insustituible”.

Así volvemos al principio, estamos en una novela de estructura circular. Volvemos a la España de hoy, su Ministerio del Trabajo y a la España de ayer fomentando la precariedad desde hace muchos años, aceptándola sin más remedio. El mismo tejido estructural de siempre. Aquel sagaz agente del CSI nos clava su pupila azul en nuestra pupila. No hay poesía. No hemos dado con el género. Las capas se suceden, los colectivos se cierran, la cebolla se corta y cae una lágrima. Hay una estructura narrativa demasiado similar a la del pez que se muerde la cola, a la de los círculos viciosos. Y persistirá mientras no nos protejamos entre nosotros, informándonos y solidarizándonos, especialmente con aquellos a quienes es imposible hacer más de lo que ya hacen y que no tienen voz, que aprovechan el reducido aunque importantísimo espacio de comentarios de un medio de comunicación. Cambiar juntos y de verdad los finales que saben a los comienzos de siempre. ¿Qué género narrativo elegimos para contarnos? Que la Virgen nos eche un capote.

Felices lecturas, mares de nuevas historias, olas que rompan viejas estructuras.

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Comentarios

  • maría

    Por maría, el 28 enero 2015

    Esta es una España de textos,principios programáticos y declaración de intenciones. Por ello, no preocupa tanto el articulado del código penal o el contenido de un convenio colectivo como su efectivo ejercicio. Es obvio que existe una regulación pero su ejercicio trasciende la cuestión formal. Autónomos económicamente dependientes, contratados a tiempo parcial con jornadas completas, horas extraordinarias no reflejadas y, en la mayoría de los casos, tampoco retribuidas…No es solo el sector editorial, es el hacer común en nuestro mercado laboral. Son las dificultades que surgen al ejercicio de los derechos laborales, la falta de opciones cuando apremian hipotecas y cargas familiares, ¿cómo se ejercen estas garantías? ¿Cómo cursar denuncia, cómo encontrar medios de prueba? ¿Cómo sobrevivir al abuso mientras uno trata de alimentar su día a día?
    Desgraciadamente extrapolable en todo su alcance al mercado laboral en general, consideraciones a parte a la problemática empresarial del sector editorial.

    • Sardiflor

      Por Sardiflor, el 28 enero 2015

      Hola, María,

      si entras en el enlace de la denuncia, allí lo tienes bastante bien explicado cómo hacer la denuncia, paso a paso. Por lo demás es una cuestión, como ambas vemos y señalamos, muy estructural.Hay pocos artículos sobre los falsos autónomos. No había ninguno sobre este aspecto del sector editorial. Ya ves.
      ¡Un abrazo!,

      SardiFlor 🙂

  • Joan Benavent

    Por Joan Benavent, el 28 enero 2015

    Hay dos fases en la producción del libro. Uno el industrial, el otro es creativo. Ambos renquean en esta España de tripas al viento. Hace mucho que lo hacen bajo disfraces festivos.Por fin,la crisis ha autorizado análisis mas creíbles, bajando el mito a las mazmorras. Buena parte del papel impreso que tan gallardamente exportamos, se argamasa en letras de sudor laboral e incompetencia generalizada por parte de editoras y agentes, cuyo aporte a la cultura es, en la mayoría de los casos, un negocio al por menor de trapaceros. Los perversos reflejos políticos del desastre, están a la vista.

    • Sardiflor

      Por Sardiflor, el 28 enero 2015

      Hola, Joan

      Y a lo que señalas, con lo cual estoy completamente de acuerdo, hay que añadir que estos temas no salgan reflejados en la prensa como si no existieran ;-)Muchas reseñas, muchas diatribas culturales, nada sobre la cadena de personas que hacen posible que los libros existan. No hay estudios sobre el grado de satisfacción o insatisfacción en el sector, sobre el perfil de los trabajadores etc. bueno, había uno en el MEC hace un par de años y lo han quitado. Necesitamos más análisis informativos ya que los libros no se hacen solos y es un sector que genera una parte importante del PIB.

      Un abrazo,

      SardiFlor 🙂

  • Cris

    Por Cris, el 28 enero 2015

    Hola,
    Muy interesante tu texto.
    Trabajo en el sector editorial y dentro de unos años quería experimentar lo que es ser freelance en éste sector. Pero a través de amigos, escritos como el tuyo, etc. me estoy deprimiendo jajaaja… No veo ningún futuro laboral digno en éste país. En ningún sector. En vez de hablar tanto, que está muy bien, deberíamos empezar a actuar. ¿Cómo?, ¿Por dónde empezar?, etc. no lo sé. Pero tenemos que unirnos todos contra los de arriba, que hacen lo que quieren siempre, sean de la ideología que sean. Ya cansa todo esta telaraña de bajos fondos, en la que todos estan unidos y solo actúan para su propio beneficio.
    Yo trabajo en una conocida editorial. Es familiar. Esto significa que vivir en la época de Franco, o sea, una dictadura, debía ser una maravilla comparado con mí trabajo. No matan, pero te hacen sentir invisible, sin criterios. Todo lo que has aprendido y trabajado a lo largo de tu vida, ahí dentro no sirve de nada. Tienes que vajar la cabeza y hacer todo lo que dicen, sin opinar. ¿Algún día llegaremos al siglo XXI?

  • Sardiflor

    Por Sardiflor, el 28 enero 2015

    Hola, Cris,

    a menos que cambien las condiciones para los trabajadores Freelance, si tienes opción, no te lo aconsejo. Yo consulté con Anna Quetglas si veía viable algo como una acción en Change.org para precisamente proponerlo en el artículo. Me comentó que no tiene valor legal. Pero en lo que pienso yo es que tiene que haber algo que aglutine a la gente desconocida y más desprotegida del sector,algo que una para que simplemente se den a conocer. Los dibujantes, fotógrafos, periodistas, maquetistas, diseñadores, traductores, correctores, lectores de originales, etc son una parte fundamental del proceso y parece que no existan en demsiadas ocasiones.

    Un abrazo,

    SardiFlor 🙂

  • Macu

    Por Macu, el 04 febrero 2015

    Hola Sardi, leo tu artículo y veo reflejado en él la misma miseria y precariedad que se extienden a lo largo y ancho de este país por casi todos los sectores económicos. El problema no es de los empresarios de ese sector, es sistémico, y no tiene arreglo salvo cambios profundos. Pero yo sí creo, a pesar de los pesares, en la ciudadanía como motor de cambio. Acudir a los juzgados de Lo Social es un derecho y nadie debería renunciar a él, ¿por qué a los jóvenes les cuesta tanto denunciar incumplimientos en materia laboral?, ¿y los sindicatos?, vale, algunas veces nos decepcionan, pero de verdad alguien cree que lo que habíamos conseguido en materia laboral se debe a que un buen día la patronal se levantó de buen humor y decidió mejorar las condiciones laborales. ¿Cuántos de los que se quejan han participado alguna vez en algún tipo de actividad sindical?, ¿cuántos se han afiliado alguna vez, cuántos han dado un paso adelante cuando estaban descontentos con la labor de sus compañeros?…
    Si se incumple la ley uno debe irse a los tribunales, siempre, y si quieres que te defiendan acude a un abogado laboralista, mejor si es de algún sindicato. Si esto no convence, cread otros sindicatos, eso sí la gente debe saber que estas organizaciones no son nada si los que las sustentan no las apoyan. Un abrazo reina de los mares.

  • Sardiflor

    Por Sardiflor, el 11 febrero 2015

    Mi querida Macu,

    verás, el tipo de lucha que planteas es la ideal. No hay que darle más vueltas. Y los enlaces que he puesto van en ese sentido. Pero hay que considerar que toda esta gente, todos ellos tienen menos cobertura que un becario y no tienen nada a lo que agarrarse, ni tan siquiera la posibilidad de encontrar algo igual en otro sitio para vivir. Aquí estamos hablando de un sector completamente desprotegido y con su trasero completamente al aire. Ese tipo de lucha suele ser más lenta a menos que encuentre apoyo social. Además hay otro inconveniente: no se conocen entre ellos ni tienen maneras de saber quiénes son porque cada uno trabaja desde su casa, aislado y sin ser visto. Los editores se ocupan bien de que así sea y jamás ponen en contacto a los unos con los otros. No sea que se organicen y protesten 😉
    Disculpa la demora en contestarte. Un abrazo de olas cálidas,

    Sardi 🙂 Flor

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