Cristina Narbona: «La resistencia al cambio depende del modelo de las grandes empresas»
Fue ministra socialista de Medio Ambiente. Y para muchos expertos en ecología, la persona que desde un alto cargo mejor ha entendido y más complicidades reales ha tejido con los defensores del medio ambiente. Una política que realmente ha creído en lo que hacía. Ahora la encontramos en el Consejo de Seguridad Nuclear. Y sobre la mesa le ponemos temas como la energía nuclear, Garoña, el ‘fracking’, el año electoral, los océanos, la factura eléctrica, lo que le preocupa y lo que le relaja.
Lleva dos años en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), adonde llegó desde el Congreso de Diputados, donde trabajaba como portavoz de la Comisión de Cambio Climático. Antes fue embajadora de España ante la OCDE. Y antes ministra de Medio Ambiente en la primera legislatura del presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
El pleno del Consejo es la cabeza visible del CSN (organismo colegiado) y está constituido por un presidente y cuatro consejeros, cuya elección parte del Parlamento español. Es notoria y conocida la posición antinuclear de Narbona, y a menudo se puede sentir rodeada dentro de un organismo en el que ya su presidente, Fernando Marti Scharfhausen, que antes fue Secretario de Estado de Energía con el PP, no disimula su posición favorable a lo nuclear, alineado con la política del partido conservador. Y en esa tensión, Narbona ha saltado a los medios de comunicación últimamente por su posición abiertamente contraria a la reapertura de la central nuclear de Garoña, que entró en funcionamiento en 1970 y cuya actividad ha cesado por ahora, pues siempre su vida útil fue calculada para 40 años; aunque ahora hay fuertes movimientos de presión desde el Gobierno y desde sus propietarios -Iberdrola y Endesa- para alargar su achacosa vida en nada menos que 17 años. No son pocos los que piensan que sus propietarios la dan por amortizada y que en realidad no les interesa que vuelva a entrar en funcionamiento, por las enormes inversiones en materia de seguridad que requiere, sino que lo que se persigue puede ser una estrategia para capturar una indemnización multimillonaria -que aportaríamos todos los españoles- al estilo de la Plataforma Castor. ¿Cómo? Sencillo: buscando una aprobación oficial urgente a su reapertura, cuando saben que probablemente luego llegará otro Gobierno que, por precaución -ya sabemos de qué hablamos cuando hablamos de un accidente nuclear-, no daría el visto bueno a esa peligrosa aventura de reapertura. Y así hacer caja cómodamente. De ahí el apasionante papel, casi de película, que puede jugar Narbona en el CSN, con Garoña por medio.
Me cito con ella en la cafetería del Círculo de Bellas Artes de Madrid, y enseguida me recuerda que fui, desde mi trabajo entonces en El País, el primer periodista que la entrevistó cuando la nombraron Secretaria de Estado de Medio Ambiente en los años noventa.
Antes de la entrevista que se transcribirá, hablamos brevemente de sus buenas relaciones con Pedro Sánchez, el nuevo líder del PSOE, y de sus cordiales discrepancias con Alfredo Pérez Rubalcaba en el último tramo de este al frente de su partido.
Una nota más antes de entrar en harina. Varias veces se habló de esta mujer como posible candidata socialista al Ayuntamiento de Madrid. Una pena que nunca llegara a cuajar la propuesta, pues siempre me pareció que en ese cargo Narbona habría dado mucho de sí, lo mejor de ella. La historia es puñetera y en vez de Narbona, gran defensora del uso sostenible del agua, tenemos a Botella. En fin, quienes vivimos en Madrid llevamos muchos años apuntando fracasos y oportunidades perdidas.
¿Qué tal está? ¿Qué tal en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)?
Me encuentras en una etapa profesionalmente apasionante, porque puedo conocer en profundidad un tema que me preocupa desde los años setenta, la energía nuclear. Ahora tengo la ocasión de aprender mucho del carácter técnico y regulatorio en este campo.
Pregunta obvia: ¿Por qué ese empecinamiento en reabrir la nuclear más vieja de España, Garoña, al norte de Burgos, si, aparte de las dudas sobre su seguridad, parece que tampoco es necesaria su mínima aportación al conjunto energético? Usted que ha votado en contra de su reapertura en las reuniones del CSN, ¿nos puede iluminar un poco?
Todo lo que he podido expresar está recogido públicamente en las actas de nuestras reuniones en el Pleno, y a ello me remito.
(Un inciso: Son votos en contra de la decisión del CSN a favor de abrir un proceso de reapertura de Garoña, con fechas de julio de 2013 y julio de 2014. Como es un asunto espinoso y delicado, por la imparcialidad y respeto a las decisiones del pleno que deben guardar los consejeros, aquí están los links con los votos particulares de Narbona, para quien quiera profundizar en el asunto:
En su libro ‘La energía después de Fukushima’, escrito junto a Jordi Ortega, defendía el final de la energía nuclear… ¿Es viable, nos lo podemos permitir y seguir garantizando el suministro?
Habría que hacerle esa pregunta a Alemania que, por ejemplo, ha puesto en marcha un proceso de transformación energética muy ambicioso, e incluso a Francia, que aún tiene un 75% de electricidad con origen nuclear, pero donde ya hay una ley de transición energética que prevé reducir el peso de la energía nuclear hasta dejarlo en 2025 en un 50%, con un aumento muy importante de las energías renovables y un gran esfuerzo de eficiencia energética. Así que creo que, al final, se trata de una opción política, política en el sentido de decidir qué mix energético consideramos mejor para nuestros ciudadanos.
En 2014, España fue el primer país del mundo donde la energía eólica se convirtió en la primera fuente de generación de electricidad a lo largo de un año completo. Y tengo entendido que las energías renovables supusieron el doble que la nuclear. Sin embargo, este Gobierno parece que mira hacia otro lado, ¿no? ¿Qué opina?
Mi opinión es que las energías renovables son el futuro de la Humanidad; cada vez son más baratas, se están acercando sus costes de utilización a los de las energías convencionales y tienen la enorme ventaja de ser recursos inagotables, y no tener asociado prácticamente -el impacto cero no existe- ningún tipo de riesgo y prácticamente ninguna contaminación. Creo sinceramente que la Humanidad debe hacer el esfuerzo de dirigirse cada vez más hacia el uso de energías renovables.
Y dentro de la Humanidad deberíamos intentar incluir al Gobierno del PP, ¿no le parece?
Bueno, dentro de la Humanidad está la Unión Europea, que tiene un compromiso de aumento significativo de las energías renovables, y entiendo que España debe ir en esa misma dirección.
¿Qué opinión le merece el ‘fracking’?
Soy contraria a esa técnica, porque además hay numerosos estudios que prueban los efectos negativos para la salud humana y los ecosistemas y para el cambio climático por las fugas de metano, de una importancia muy superior a las consideradas razonables por organismos como la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EE UU).
En los últimos días, con el precio del petróleo bajando, ya se ha empezado a decir que quizá el ‘fracking’ no sea tan rentable, y podría resultar prudente retrasar los plazos para estudiar su viabilidad en España. ¿No es triste que los modelos energéticos se tracen en función sólo de la pura rentabilidad económica a corto plazo -para unos pocos además-?
Es que yo creo que seguimos utilizando un enfoque de rentabilidad muy estrecho y muy de corto plazo; los costes asociados al uso del petróleo no son sólo los de su extracción, sino que hay costes sobre la salud, los ecosistemas…, y todo eso normalmente no se ha tenido en cuenta, y cuando hemos sufrido catástrofes como la del Prestige, los costes los hemos pagado todos, es decir, que se están socializando los costes de los combustibles fósiles, y eso no se destaca lo suficiente.
En ese mismo sentido, ¿qué opina de las prospecciones de petróleo en Canarias, a las que parece que Repsol también renuncia por escasa rentabilidad?
Es una opción equivocada. Tengo la enorme suerte de ir mucho a Fuerteventura y hacer muchas excursiones por el mar justo en la zona de las prospecciones y he visto con mis ojos la vida marina que existe allí, que es un tesoro que no habría que poner en riesgo. En Canarias, el turismo y el turismo de naturaleza significan un enorme valor.
¿Por qué este empeño en insistir tan machaconamente en el uso de los combustibles fósiles y no incidir más en otros modelos?, ¿qué intereses puede haber?
Yo creo que hay una resistencia al cambio, que tiene mucho que ver con el modelo de las grandes empresas y con intereses a corto plazo. Pero el modelo energético va a ir cambiando irremediablemente, y algunas de esas grandes empresas ya se han dado cuenta y han empezado a reaccionar.
Equo insiste mucho en que el cambio de modelo energético es básico para avanzar hacia otro modelo social y económico. Sin embargo, el PSOE no parece incidir demasiado en estos temas. ¿Quizá porque tienen aún poco tirón, no dan votos…?
Yo creo que ha habido un cambio en los dos últimos años y en el PSOE se han reconocido expresamente errores cometidos por ejemplo en la segunda legislatura del presidente Zapatero, cuando el ministro de Industria aprobó en 2010 un decreto que supuso ya un recorte para los incentivos en el uso de las energías renovables. Esto ha sido reconocido expresamente como un error por la actual dirección del PSOE y ya contamos con documentos de la Ejecutiva en la línea de apoyo a las energías renovables, la eficiencia y el ahorro, a cambiar el sistema de precios en la tarifa eléctrica, porque en España se ha demonizado las energías renovables, cuando en realidad hay un sistema de establecimiento de precios que favorece a las energías convencionales.
En la factura de la electricidad que padecemos en España, no sólo ha subido mucho, sino que, además, resulta prácticamente imposible ahorrar consumiendo menos, porque la parte fija supone más del 50%, lo cual va en contra de todas las políticas comunitarias de promover la eficiencia.
Claro. No se está incentivando el ahorro. Ahora mismo, en ese sentido, España está actuando totalmente a la contra de las directivas europeas sobre ahorro y eficiencia, empezando por cómo incentivamos al particular en su consumo de energía eléctrica. Yo espero que esto vaya cambiando, porque hay directivas que tienen que cumplirse, y es obligatorio promover que el consumidor sea capaz de incidir sobre su propia factura. Así como en una regulación sostenible del autoconsumo. ¿Qué sentido tiene que Alemania, con la mitad de horas de sol que nosotros, tenga instalada una potencia de energía solar fotovoltaica diez veces superior a España? No es sino el resultado de una normativa que ha permitido que los particulares, con sus tejados fotovoltaicos, se organicen porque les resulta económicamente ventajoso. Y eso es lo que yo creo que, tarde o temprano, tendremos en nuestro país.
Mucha gente conocedora de lo que habla piensa que usted es la persona que más y mejor ha entendido la política ambiental desde un alto cargo… ¿Echa de menos sus tiempos de ministra de Medio Ambiente?
No, no. Tengo suficiente actividad en este momento, y además cada tiempo tiene su atractivo. Fui secretaria de Estado y ministra, pero luego he seguido trabajando con el Partido Socialista en esta materia. No estoy fuera, sino en una segunda línea, que también es muy interesante.
Aparte del CSN, tengo entendido que también está muy involucrada en una serie de grupos de trabajo para la sostenibilidad promovidos desde Naciones Unidas…
En 2010, el secretario general de Naciones Unidas me invitó a participar en un grupo de alto nivel para preparar Río + 20 y eso me abrió un campo de trabajo en el que sigo y que tiene que ver con los desafíos a nivel global; creo que es fundamental que incidamos en el desarrollo con criterios de sostenibilidad, y no perder de vista que, por ejemplo, la pérdida de biodiversidad es la mayor amenaza para garantizar la alimentación correcta de la humanidad. Debemos ser capaces de integrar la Agenda de la Cooperación con la Agenda de la Sostenibilidad. Desde hace dos años trabajo también en una comisión internacional sobre océanos, que, entre otras cosas, ha propuesto que uno de los Objetivos del Milenio sea la preservación de los océanos. Los océanos siguen siendo aún una especie de Lejano Oeste donde no hay suficiente exigencia de responsabilidades, con un marco legislativo a nivel internacional muy imperfecto. Y también participo en la iniciativa de Naciones Unidas de crear una red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible para que se difunda más entre la ciudadanía la idea de que el desarrollo sostenible no es un capricho sino una absoluta urgencia para garantizar la alimentación, la salud, el progreso, la energía… En España, aprovechamos que estamos en un año electoral para pedirle a los candidatos que se pronuncien sobre los grandes retos de la sostenibilidad y muy en particular de los retos ligados a la energía, a la gestión del agua y al género.
Vamos, que no se aburre…
No, para nada. (Risas).
¿Algo que le quite el sueño?
Vivimos en una crisis no solo económica y política, sino también una crisis de valores que afecta a nuestra sociedad; por eso, en la medida que puedo, contribuyo a todos los trabajos que se están haciendo de regeneración democrática dentro del Partido Socialista y de búsqueda de nuevos paradigmas de funcionamiento de las instituciones, porque creo que efectivamente está fallando, y mucho, la organización social y política… Eso me produce mucha preocupación e inquietud, pensar en la gente más joven…
¿Cómo ve a la gente: con miedo, con ganas de pelear…?
Lo primero, muy cabreados, y con mucha razón. Hay miedo y resignación en algunos casos, porque el miedo lleva a la parálisis. Pero afortunadamente creo que en la sociedad española ha habido un movimiento de rechazo de la realidad que va canalizándose, y que, por un lado, ha dado lugar a la existencia de Podemos como una respuesta política al malestar social. Y yo estoy convencida de que eso también tiene un efecto positivo en un partido como el socialista, que tiene efectivamente que enfrentarse a un proceso de regeneración interna y también de reconexión con la sociedad… Y en eso estamos…
2015 se presenta apasionante.
Apasionante. Muy, muy complejo y difícil, pero apasionante.
Usted que tan cercana ha estado del periodismo, por sus padres -periodistas- y por sus trabajos, ¿cómo ve la prensa actualmente? Vivimos una situación complicada, ¿no?
Bueno, forma parte de la crisis, ¿no? Alguien dijo que cuando un periódico comenzaba a cotizar en Bolsa teníamos un problema. Y es verdad. Si la información queda condicionada a los intereses de los grandes poderes económicos, perdemos calidad de nuestra democracia y veracidad en la información. Una sociedad bien informada es el requisito imprescindible para el progreso…, y para la libertad. Sigo con mucha atención los desarrollos alternativos que está teniendo el periodismo en España, que también son un síntoma de vitalidad democrática, y en la medida de lo posible procuro apoyarlos.
Algo que le relaje.
Nos gusta mucho caminar por el monte. He venido recientemente de pasear con José Borrell, mi pareja, por el Pirineo, donde tenemos una casita. Nada mejor que caminar por el monte para ver las cosas con serenidad.
Un lugar donde le gusta retirarse.
El Pirineo y Fuerteventura.
Una persona a la que escucha con atención y de la que sigue aprendiendo.
Mi pareja; aunque no tenemos las mismas opiniones en algunas cosas, y yo creo que nunca ha superado que pusiera en marcha una política del agua radicalmente diferente a la que él defendía. Pero bueno, las diferencias de opiniones también son buenas en una pareja.
Aquella partida de ajedrez en torno al Plan Hidrológico siendo Borrell ministro y usted secretaria de Estado de Medio Ambiente, y ya estando juntos, aunque sin hacerlo público, da para un libro…
Bueno que si da…
Pero no para un ensayo o un libro de esos que escribimos a menudo los periodistas y que son reportajes ampliados, sino para un novelón…
(Risas).
Comentarios
Por FEDERICO AGUILERA KLINK, el 27 enero 2015
Cristina ya no se acuerda de cuando era ministra y aceptó que el PSOE apoyara la construcción del Puerto de Granadilla en Tenerife.
Tuve la oportunidad de plantearle personalmente dos veces que parase la construcción pues el Puerto era y es innecesario. Las dos veces me contestó lo mismo: «Hay muchos intereses en juego». Debían ser los intereses de las constructoras y empresas de energía que luego hacen sitio a los políticos en sus consejos de administración.
Para mí hace muchos años que no tiene credibilidad por mucho que su discurso parezca sensato, sobre todo si luego resulta que «Hay muchos intereses».