Bienvenidos al ‘Punksistencialismo’
EL ROCK EN EUSKERA SUMA UN NUEVO DIAMANTE CON EL ALBUM A ALA B DE LA BANDA VASCOFRANCESA WILLIS DRUMMOND. EL AUTOR OFRECE UNA PERSONALÍSIMA (Y CULTA) APROXIMACIÓN A ESTE DISCO QUE «ENTRA CON LA PIQUETA»
ANTONIO FRAGUAS
Crear equivale a entrar con la piqueta en una casa y, de los escombros, construir algo, “cómo si no supiéramos”. Eso y no otra cosa es la poesía, que en griego (ποίησις) ya significaba ‘creación’. El reciente cuarto álbum de la banda vascofrancesa Willis Drummond, ‘A ala B’ (bIDEhUTS, 2012), es poesía de uno mismo, del individuo como construcción y quehacer. A ala B es un nuevo ejemplo de que el rock en euskera, con bandas como Lisabö, Berri Txarrak o Zea Mays, vive un momento dulce.
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En las 10 canciones producidas por Karlos Osinaga (de Lisabö) e Iñigo Irazoki todo es proyecto, todo es revisable y todo está en marcha. Para el acto creador, el verdadero artista no habita simplemente la casa heredada (los valores, la lengua, la visión del mundo). Entra con la piqueta, demuele y, eso sí, aprovecha los materiales de derribo para erigir su propia casa: sus propios valores, su propia lengua, su propia cosmovisión. Tan importantes son los materiales de partida como el proyecto futuro. Los lazos de sangre son relativos, nosotros elegimos a nuestra familia (“El tiempo hace a los hermanos. El tiempo es cómo agua, pero somos el océano, no lo vemos pasar”, cantan en Anai).
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Los antepasados comprenden en silencio que sus hijos derriben y reconstruyan, porque ellos también lo hicieron. Honrar un legado no es pues, dejarlo intacto, es utilizarlo como el niño utiliza los juguetes para algo distinto de lo que fueron pensados: “Todo es posible para el niño: hacer, rehacer…”.También al decidir, nos decidimos a nosotros mismos, vamos agotando posibilidades hasta la gran definición personal que es la defunción: “Vendrá la edad adulta donde cada acción es una decisión… Y ahí empezaremos a envejecer, porque cada decisión está acompañada por un arrepentimiento o un duelo”, se escucha en A ala B.
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Si desde el nacimiento el individuo va perdiendo posibilidades hasta la hora de la muerte (cuando ya solo nos queda una posibilidad), para recorrer ese camino es necesario decidirse, o sea, definirse, también ante las cosas cotidianas que nos emplazan a tomar una posición y no otra. Porque el proceso de decidirse, de describirse uno mismo, de narrarse, no puede hacerse sin contar con los demás, la autodescripción siempre es social. En Ilegala Willis Drummond se sitúa ante los males de la sociedad: el capitalismo salvaje, la energía nuclear, la falta de vivienda… “Cuando la ley pisotea el derecho, no es legítimo ser ilegal? Si soy ilegal, cambiad vuestra ley…”.
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Porque si estamos en proceso de ser alguien, ese proceso siempre se hace en relación. Por eso cuando alguien próximo nos deja o muere sentimos como si nos hubiera abandonado una parte de nosotros mismos. En cada uno de nosotros hay mucha gente y llegará un día en que dejemos de ser vistos como hijos, o como hermanos, o como amantes. Nos vamos perdiendo al perder a otros, pero también nos vamos conociendo.
La crudeza, franqueza y solvencia de ‘A ala B’ está a la altura de ese reto poético, un quehacer colectivo desde una poesía de raíz. Un proyecto estético y, por lo tanto, político en sentido clásico. Poesía de uno mismo y de toda una sociedad, creación pues. “Frente a los dioses siempre hacemos lo mismo: no tenemos más objetivo que imitarlos y copiarlos. Matemos a nuestros dioses, la música no los necesita”, puede escucharse en Tresna.
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Comentarios
Por García Jesus, el 16 enero 2013
Solo una puntualización: Willis Drummond no es una banda vascofrancesa, es vasca.