‘Syria Untold’, la vida más allá de la tiranía, el horror y la destrucción
Hay otra Siria más allá del horror. Más allá de las barbaridades del dictador Asad y de ISIS, que ocupan continuamente las portadas de los periódicos. La Siria de tanta gente pacífica y creativa que intenta demostrar que su país es mucho más, que sigue habiendo vida y futuro por encima de la guerra y la muerte. Es la que cuenta el archivo ‘Syria Untold’ (Siria no contada) con las iniciativas de la ciudadanía durante el conflicto. Y la que queremos reflejar aquí.
El trabajo de Akram Abu al-Fawz en la ciudad de Duma consiste en recoger restos de cohetes y proyectiles del suelo para luego convertirlos en hermosos adornos. A pesar de que las tropas del régimen quemaron en varias ocasiones su vivienda, este hombre de 35 años, padre de tres hijos, pretende aportar un pedazo de esperanza dentro de su comunidad y, además, enseñar al resto del mundo que hay espacio para la belleza en la resistencia siria.
La historia de Abu al-Fawz representa una de tantas protagonizadas por civiles sirios que intentan crear vida donde sólo hay muerte. Historias que caerían en el olvido si no existiese Syria Untold, un archivo donde se recogen, tanto en inglés como en árabe, las iniciativas de la ciudadanía siria durante el conflicto. “Desde 2011, activistas, académicos y periodistas quisimos documentar todas esas iniciativas ciudadanas y culturales que corrían el riesgo de perderse en el océano que es hoy Internet”, explica Leila Nachawati, cofundadora del portal. “Nos pareció importante construir una especie de memoria histórica reciente, más aún en un contexto de pérdida de identidad como el que atravesamos ahora”.
Tras cuatro años desde el inicio del levantamiento popular en Siria, la cobertura del país ha quedado prácticamente monopolizada por los aspectos militares y geopolíticos. “La brutalidad del régimen, los intereses de las grandes potencias, la llegada del fanatismo religioso en un contexto de impunidad sin límite, la palabrería diplomática, los avances militares y la destrucción de las ciudades”, explica Nachawati, “eclipsan los esfuerzos de creación y reconstrucción asociados al movimiento de desobediencia civil sirio, que resiste a pesar de la militarización del conflicto. Un movimiento, impregnado de arte y creatividad, que nos acerca a las demandas y visiones de futuro de la sociedad siria”.
Si en algo se pueden valorar los éxitos de los levantamientos pacíficos en el país, que fueron brutalmente reprimidos por el régimen, es en la ruptura con un silencio de décadas. “El estancamiento del arte y la creatividad al servicio de la dictadura, que censuraba cualquier forma de oposición a sus políticas, ha dado paso a un estallido creativo”, recuerda Nachawati resaltando el punto de inflexión que vive el arte sirio. “Ahora son visibles cosas que hasta hace poco no lo eran, pero a mí lo que me preocupa es que todas esas voces que intentan construir, digamos, una Siria de diversidad, para todos, están muy ahogadas por las voces de los extremistas que, mediáticamente, tienen más espacio”.
Esta “Siria no contada” intenta combatir esas narrativas centradas en el análisis geoestratégico-militar a través del story-telling. Contando historias que emocionen, como este grupo de mujeres en Raqqa que planta cara al Estado Islámico (que no es Estado, ni es Islámico), saliendo a la calle con una bandera de libertad y justicia de la revolución, que dice “no queremos esto”. «Esas voces», subraya Nachawati, «son tan importantes como la tiranía del ISIS o del régimen y, sin embargo, no reciben ningún eco, ni aparecen en portada».
Historias que proporcionan un contexto y que, sobre todo, muestran unos valores universales que nos enseñan a “el otro” como parte de nuestras mismas reivindicaciones: igualdad, libertad y justicia social. El mismo mensaje que da color hoy a los muros de la ciudad de Saraqueb gracias a iniciativas como Lovers’ Notebook.
Más que “dar voz a estas realidades invisibilizadas”, lo que pretende Syria Untold es algo que hacemos muy poco hoy: escuchar. “Y es que se habla mucho de los árabes, pero se habla poco con los árabes. Así como se habla mucho de las mujeres musulmanas, pero se habla poco con ellas”. Escuchar, por ejemplo, radios cooperativas que surgen en ciudades liberadas de las garras de Asad y escuchar música subversiva, como la banda de heavy metal Anarchadia, y el grupo de hip-hop sirio-palestino Refugiados del Rap. Porque escuchar es, al fin y al cabo, lo contrario de dominar.
Entonces, ¿por qué apenas aparecen en los medios de comunicación estas iniciativas artísticas de la sociedad civil siria y sí se cuentan, en portada y con grandes titulares, las barbaridades de ISIS o del régimen de Asad? “Cuesta mucho romper lo que ahora se llaman las narrativas. Siempre ha costado. Hay un discurso oficial periodístico de lo que sucede y, como periodista en el terreno, escabullirte de ese discurso resulta muy complicado”, contesta Joan Cañete Bayle, ex corresponsal en Jerusalén con El Periódico de Catalunya, quien duda de que la causa del olvido que sufre el país obedezca a la manera en que informa ese discurso mediático oficial. “Yo más bien creo que es al revés: el discurso oficial mediático informa así porque existe ese silencio que es, a su vez, plasmación de un mundo donde, básicamente, en Occidente nos da bastante igual lo que sucede fuera de nuestras fronteras amuralladas. Porque nos da igual Siria, como nos dan igual los 300.000 inmigrantes que mueren en el Mediterráneo y eso los tenemos aquí al lado. Literalmente al lado. Ya sea en Lampedusa o en Melilla”.
Respecto a la cobertura de ISIS, según Joan, el periodismo se encuentra atrapado: “Por un lado, todo el mundo es consciente de que cada vez que un medio emite un vídeo de estos bárbaros, yo que sé, lanzando a un homosexual desde un tejado en Mosul, saben que les están haciendo propaganda. Pero, por otro lado, es que, por definición, se trata de una noticia en estado puro: es la desviación absoluta de la normalidad”. Luego, ¿qué hacer como periodista ante esa contradicción? “Yo no soy partidario de mostrar la violencia extrema, pero lo que tampoco se puede hacer es no decirlo, ocultarlo. Muy pocas veces creo que lo más sensato para el periodismo sea no decir algo. Creo que lo más sensato es decir y explicarlo. Contextualizarlo”.
Leila Nachawati resalta esa necesidad de contextualización: “Yo creo que también es nuestra labor no fijarnos solamente en lo puntual, sino resaltar cuestiones más de contexto y, sobre todo, a gente que quiere construir en vez destruir”.
Y no olvidar anécdotas como lo que hace Abu al-Fawz: recoger restos de metralla del suelo para crear piezas artísticas o juguetes para su hija. Eso puede ayudarnos a conocer otra Siria, más allá del horror. “Que haya una Siria futura, de los añicos que hoy quedan, depende de esa gente», dice Nachawati. «De esas personas que son capaces de construir vida y belleza en un estado de total destrucción”.
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