Los Hedonistas: Comamos y veamos teatro, que mañana moriremos
Representan el teatro más contemporáneo y sugerente, ése que explora en las posibilidades de los lenguajes y que extrae la esencia de la vida hasta en los pequeños detalles. David Puig (director) y Cristina Peregrina (dramaturga), Los Hedonistas, nos introducen en su universo a partir del montaje de ‘Cena de pájaros’, que se estrena este domingo dentro del Festival Surge Madrid. El asunto: la alimentación. Y lo dejan claro: «Preferimos no saber lo que comemos porque, de lo contrario, se nos revolverían las tripas».
No sólo vive de palabra (y del texto) el teatro. Las artes y los lenguajes se cruzan, se funden. A veces hasta se confunden y se dispersan en el teatro contemporáneo y otras expresiones artísticas. Pero el riesgo tiene precios muy altos. Lo fácil es ir a tiro hecho. A fórmulas clásicas. Así que cuando te topas con una compañía como Los Hedonistas sientes un estímulo nuevo, te adentras en un sugerente universo donde poesía, audiovisuales, música y otros elementos se alían en pro de un hilo conductor, de una temática potente. Se llaman Los Hedonistas porque “suena bien y nos recuerda la importancia que tiene el placer” nos dicen Cristina Peregrina (dramaturga) y David Puig (director). Son hedonistas “unos días más que otros, pero intentamos serlo”. Y no se avergüenzan de serlo.
Antes el motor fueron los cuerpos y la vejez (Cuerpos dejan cuerpos, 2012), los artefactos y la poesía como esencia del lenguaje (ARTEfacto, 2013), ahora es la comida el hilo conductor de su montaje Cena de pájaros, que se estrena el domingo 12 de abril en Nave 73 dentro del festival Surge Madrid. Y que podrá verse los domingos 19 y 26 de abril en la misma sala. Cuando se les pregunta hacia dónde se dirigen, nos dicen: “No hay una hoja de ruta. Nos gusta improvisar. La experimentación es la consecuencia lógica del esfuerzo que realizamos por encontrar la mejor forma de transmitir lo que se nos pasa por la cabeza”.
En el vídeo promo de ‘Cena de pájaros’ habláis de que el punto de partida es una serie de prácticas alimenticias con pájaros… Sorprende…
El pájaro ha sido un alimento habitual en nuestra dieta. Y, sin duda, el más maltratado.
¿Qué pensáis de la cultura alimenticia de países donde es frecuente comer insectos?
Lo mismo que de la que come marisco. Al final nos comemos todo lo que esté vivo y nos quede más a mano. La geografía no sólo determina los recursos sino también nuestros hábitos alimenticios, la moral y la ética.
¿Creéis que en Occidente tenemos una visión muy sesgada de la comida y de lo que significa ‘comer bien y sano’?
No tenemos ni puta idea de lo que comemos. De hecho, preferimos no saberlo porque, de lo contrario, se nos revolverían las tripas. El sistema de producción no ha tenido ningún escrúpulo con tal de ganar dinero. Es complicado comer sano cuando se mercadea con la vida. Por eso, más que de modelo de alimentación debería hablarse de modelo de producción y consumo. Nuestras dietas han pasado a ser un negocio en el que, para incrementar los beneficios, se han reducido todo tipo de gastos. La salud ha sido uno de ellos.
¿‘Cena de pájaros’ es una alegoría del ‘boom’ de la gastronomía como algo elevado a la categoría de arte y cultura?
Todo es cultura y las categorías no hacen más que establecer los límites. Las élites se han servido de la gastronomía como un elemento más con el que diferenciarse del resto. Pero en un sistema democrático todos queremos ser refinados y comer exquisiteces. Este refinamiento progresivo de la gastronomía responde a los intereses del mercado y a la lucha de clases. Vivimos sometidos a eslóganes publicitarios y a la necesidad de creernos únicos. La alimentación es un fenómeno sociológico fascinante. Su estudio revela aspectos fundamentales de una época. En Cena de pájaros hemos reducido a su esencia el acto de comer y esto nos ha llevado hasta un tiempo mítico, un presente continuo que va más allá de modas o esnobismos.
¿Y al fenómeno ‘MasterChef’?
La sociedad necesita mitos. Siempre los ha necesitado. En ocasiones reafirman un orden establecido. Los niños quieren ser como Ronaldo o Messi. Pero ahora resulta que también encuentras chiquillos que quieren ser como Ferrán Adriá o David Muñoz… Todo esto merece una obra aparte.
¿Os gustan los banquetes?
Digamos que nos gusta comer bien.
¿Cómo sería vuestro banquete ideal?
El banquete es una celebración de los vivos. Recordar esto ya es de por sí idílico.
Muy sugerente vuestro reclamo al público sobre por qué tienen que ver ‘Cena de Pájaros’. “Porque ya nadie enciende velas si no es para follar”. ¿Es un guiño al pasado, a lo natural frente a lo tecnológico?
Algo así. Frente al poder de la imagen en la modernidad, el misterio de un tiempo en el que encender una vela era un verdadero acto de fe.
¿Los Hedonistas tienen algo de románticos o son más de Epicuro?
Somos un poco apocalípticos, pero también un poco integrados, como diría Eco. De alguna manera, en lugar de excluir las contradicciones acabamos incluyéndolas en nuestros trabajos. Eso debería convertirnos en unos románticos empedernidos. Pero podemos decir que nuestro espíritu es también muy hedonista. Nos pierde lo excesivos que somos. No tenemos el término medio.
En este espectáculo colaboran el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y el Real Jardín Botánico de Madrid. ¿De qué manera han intervenido?
Tanto el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid como el Real Jardín Botánico de Madrid nos ofrecen la posibilidad de acceder a diferentes fuentes de documentación y de encontrarnos con expertos de diferentes campos para plantearles directamente las dudas o preguntas que vamos teniendo a lo largo de este proceso de investigación que concluirá a finales de junio. Junto a otros, este material da lugar a la dramaturgia y puesta en escena de Cena de pájaros.
Vuestro último taller teatral el pasado mes de marzo en MOVLAB de ‘¿Dónde están los hedonistas?’ lo presentabais como “narrando estructuras autobiográficas desde la caída”. ¿Qué queréis decir con eso?
Pensábamos en algo que les resultara excitante a los participantes del taller, así que le propusimos mover diferentes estructuras (música, textos, imágenes…) a partir de caídas autobiográficas. Cada cual interpretó de manera libre y personal lo que entendía por caída e hizo de ello su material de trabajo. Todos los ejercicios desprendían la verdad y el sacrificio necesarios para ponerse a crear.
El acto de caer, de perder el equilibrio, el confort, la comodidad, ¿es vital en cualquier creación?
Por supuesto. La creación es una práctica de riesgo para los creadores. Pero también debe serlo para los espectadores. Las experiencias exentas de riesgo carecen de verdad y no tienen nada que ofrecer.
Acabáis de cumplir seis años como compañía. ¿Cómo ha evolucionado vuestra compañía en cuanto a temáticas y a lenguajes tratados?
Todavía no ha pasado el tiempo suficiente para percibir de forma significativa un cambio o una evolución. Estos años han servido fundamentalmente para encontrar un estilo propio.
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