‘Mi querida Babel’: un ‘mantra’ de Juan Pablo Silvestre para liberarnos
Artista, músico, comunicador. Juan Pablo Silvestre conduce uno de los programas con más historia de Radio 3, ‘Mundo Babel’. A finales de los ochenta dio vida a La Boa, proyecto que combinaba múltiples géneros musicales, desde el rock a la rumba pasando por todo tipo de mestizajes. Con Eliseo Parra escribió la sintonía del mencionado programa, que ha dado lugar a varias versiones musicales nunca comercializadas. De esa canción surge ‘Mi querida Babel’, una publicación con ilustraciones de Ana Juan (premio nacional de Ilustración) y concepto gráfico de Oscar Mariné (premio nacional de Diseño) para ver, tocar, escuchar. Quedamos para hablar de todo ello en una mañana soleada en la madrileña plaza del 2 de Mayo.
POR RUBÉN CARAVACA.
¿Qué es ‘Mi querida Babel’?
Es el primer mantra del siglo XXI. Laico, moderno, en el sentido de que se adapta al presente. Las religiones se han muerto. La política, como se conocía en los últimos años, ha quedado en estado comatoso, no es lo que empezó siendo, cuidadores de la polis, cuidándonos a todos. A partir de ahí he intentado recuperar las esencias de las cosas. Lo que realmente es esencial. Que el silencio interior nos reconcilie con nosotros mismos. Mi querida Babel es todo eso. Un recordatorio y, además, una canción. Una canción que llega de muy lejos. Un mantra, una repetición, añadiendo un estribillo. Tirar de los saberes antiguos para liberar la mente ante un ruido de fondo mediático atronador. Aparte de alejarse de ese ruido he intentando hacer I+D. No es algo nuevo. Desde que en el Neolítico inventaron la agricultura está ahí. El I+D en un mantra es añadir ideas a lo que es la canción. Algo más moderno, más occidental. Más allá de la repetición oriental, añadiendo un estribillo que es Occidente, innovación formal en palabras de Magdalena Lasala. No hablamos de religión, los nombres no son de dioses, son nombres de mujer. Mi querida Babel es un recorrido por el nombre de mujer de todo el mundo, más esa innovación formal que es el estribillo.
¿Mujeres?
Ellas tienen algunos secretos, tienen un misterio, que es la vida. Aunque ellas mismas lo han olvidado. Parte de lo que hace Mi querida Babel habitualmente es recordar a las mujeres, a los hombres y a los marcianos que nos visiten, o nos estén visitando, que un nombre es una burbuja de conocimiento. Nombrar las cosas no es algo neutral, casual, aleatorio, es darlas vida, crear mundo. En un momento en el que el lenguaje nos ha traicionado, corrompido, hasta tal punto que no sabemos ni como nos llamamos, ni lo que llevamos dentro.
¿Obligación o ilusión?
Todo es arte. El arte por encima de todo. Alquimista. Alquimia para transformar el plomo en oro.
En ‘Mi querida Babel’ se juntan varios saberes. Poesía, música, conocimiento compartido. No hablas sólo de tu libro.
Tú y yo sabemos que la multiculturalidad es para muchos algo vacío, una forma de hacer política, una realidad simplemente en mi vida. En La Boa cada uno era de una cultura, siempre he pensado que somos uno. Siempre he sentido, he vivido, el uno con el mundo. Mi querida Babel es otro ejemplo más de que el mundo es uno, nos separan los políticos, nos separa el dinero, nos separa la estupidez humana simplemente.
¿A quién se le ocurre hacer esta publicación?
A mí, supongo. El camino empezó con la canción y una pasión por saber, conocer que en los nombres, no solo en los nombres propios, se refleja la forma elemental de construir una canción, también en la manera de hablar, de escribir. De esa curiosidad por saber lo que hay en un nombre nació una colección de nombres a lo largo del tiempo que en un momento determinado se hicieron canción a la occidental manera, con la colaboración de Eliseo Parra en la música. Esa canción por azar llegó a un programa de radio. Una radio de la que ha entrado y salido varias veces, ejerció de lo que se supone debe ejercer un mantra, transformar un espacio de sonido y de comprensión de las cosas. Acabo un programa donde no importa de lo que hable, pero necesito que la gente esté en un estado distinto. Mantra que, al principio, los directivos de Radio 3 no entendían, ¿por qué sonaba la sintonía entera? Por ser un mantra que transforma un mundo en otro. En el programa ese mantra ha ejercido lo que tienen que ejercer los mantras, transformar un espacio y ponernos a disposición de otro debidamente. Ha ampliado sus formatos; en resumen, ahora es un libro objeto.
Algo poco normal en una emisora de radio pública…
Mis virtudes y mis defectos no van por la normalidad. Para mí la radio, la música, la vida vienen a ser lo mismo, no hay esos espacios estancos, forman parte de lo mismo.
¿Eres un compartimento no estanco? Una persona que presume ser de Chamberí.
Bueno. Sin duda estoy muy influenciado por la zarzuela. Las zarzuelas…, esas óperas locales a la altura de las grandes óperas del mundo. ¿Cómo no voy a querer a Chamberí habiendo sido cantado por fantásticas canciones? Me gusta la gente de espíritu y la gente de Madrid es una gente de espíritu. De espíritu cosmopolita, universal, bregados en recibir visitantes y recibirlos bien. ¿Quién es de Madrid? Muy pocos lo son, pero todos lo somos. Hemos aceptado esa tierra de nadie como tierra de todos.
¿Cómo implicas a Ana Juan y a Oscar Mariné?
Afinidades. La canción, el mantra, la visión, el camino que llega de lejos se encuentra con unos oyentes que cada semana pueden tener su voz en Mi querida Babel, como voz coral total. Voces que han llegado. Desde un coro infantil hasta Cánovas Adolfo, Rodrigo y Guzmán, pasando por Bebo Valdés.
Con Ana hay una simpatía de admiración mutua desde hace tiempo, fue muy sencillo. Pensé que a esos nombres de mujer alguien cercano debería darles una imagen correcta, la llamé y a los diez minutos me contestó. Con Óscar fue más largo el camino. Es alguien cercano en mi mundo desde que llegué a esta ciudad. No quería que Mi querida Babel fuese un libro al uso, un libro ilustrado más, no lo es, va más allá. Empecé un peregrinaje por el mundo editorial, incomprendido por completo con semejante propuesta. Al principio y al final hablé con él. Me dio un par de nociones e hice el recorrido. Después de hacerlo, me lo volví a encontrar, le comenté que la industria editorial no es de mi mundo, se ofreció a hacerlo y lo hizo.
Estás haciendo presentaciones como si fueran bolos musicales. ¿Echas de menos los escenarios? ¿Echas de menos La Boa?
Es otra cosa, pero La Boa la echo de menos. Hemos cambiado de mundo, hay que cambiar de estrategias y lo estoy pensando. El mundo que vivió La Boa no existe. Lo único que existe es esa fe que siempre he tenido en la canción, ni en el soniquete, ni en las tendencias, ni siquiera en el dinero; en la canción. Esa canción que hace que cuando nos hayamos ido, esté y siga caminando. Las canciones de La Boa siguen ahí. Lo que hay que pensar bien es la estrategia, el camino para llegar a los oídos a los que hay que llegar.
¿Hay que llegar a todos los oídos?
Ojalá. No creo en los nichos. La respuesta de los incompetentes es que lo minoritario no vende; no es así. Creo que la radio y la música que hago son mayoritarias. En esta tournée de presentaciones de Mi querida Babel lo compruebo, desde niños a señores muy mayores. Desde supuestos muy modernos a clásicos. Una gran canción, un buen comunicador es sobre todo un estado mental correcto.
¿La comunicación debe adaptarse al estado mental actual?
Tiene que hacerse entender, hay que escuchar, aplicar lo que dicen los manuales, pero sobre todo contar la verdad, encontrarla dentro de uno mismo y contarla de la forma más artística y popular posible.
Romper la barrera que a veces supone el lenguaje…
Estudié una carrera y de casualidad llegué a la radio, por un malentendido. Lo primero que tuve que hacerme fue una lobotomía, pasar de un lenguaje supuestamente académico al lenguaje que uno escucha en bares. Es importante, imprescindible, en definitiva igual que la gran música, accesible a todos.
¿Adónde vamos?
Debemos conducirnos nosotros mismos, tomar las riendas. En los barrios, en nuestras vidas personales, en nuestras políticas, en nuestras culturas, no culpar a nadie de nada, ir donde se nos espera, que es la felicidad.
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