Faraones, momias de gatos y ataúdes de escarabajos
No, no es una pócima de brujos, sino una recomendación para quienes visiten Madrid en este verano de agobiante calor: la exposición ‘Animales y Faraones’, que continúa en CaixaForum hasta el 23 de agosto, y que luego podrá verse en CaixaForum de Barcelona a partir del 22 de septiembre, fechas por cierto también ‘calentitas’ en Cataluña. Desde esculturas del dios Horus -con aspecto de halcón- a amuletos con forma de ibis, momias de gatos y cocodrilos, y ataúdes para escarabajos. Es el intrigante Antiguo Egipto con toda su carga de adoración y simbología animal.
Dice Hélène Guichard, comisaria de esta exposición montada por el Museo Louvre-Lens -subsede del Museo del Louvre de París- junto a la Obra Social de La Caixa: «El espectáculo de los animales que poblaban el valle del Nilo y los desiertos egipcios siempre fue el sustrato de una parte esencial de la mentalidad egipcia». La muestra realiza un interesante repaso a esa omnipresencia del reino animal en la iconografía egipcia, fundamental en su forma de concebir el mundo y de revelar y comunicar su significado. De ellos se sirvieron profusamente como inspiración artística, pero también como medio de interpretación del más allá. Algunos animales, como el toro, el carnero y el cocodrilo, son considerados en vida la encarnación terrenal de la deidad a la que se asocian. Al morir, gozan del privilegio de la momificación y una sepultura digna de un príncipe. De ahí, el inestimable atractivo de muchas de las piezas que podemos contemplar de esa civilización, de la que tan pocas muestras disponemos en los museos y colecciones españoles. Animales y Faraones. El Reino Animal en el Antiguo Egipto supone una oportunidad fantástica para sumergirnos en ese mundo, que, reconozcámoslo, siempre fue el que más nos fascinó cuando estudiábamos Historia en el colegio. Ibis, halcones, gatos, perros, cocodrilos y cobras servían de interlocutores con los dioses. Y de ahí el valor de las esculturas que podemos admirar en CaixaForum. «En ninguna civilización del mundo los animales han sido tan a menudo -y de forma tan variada- representados, pintados o esculpidos, grabados, dibujados o modelados», concluye la comisaria. Nada que ver con nuestro alejamiento de la naturaleza en las representaciones artísticas -muy significativo del menosprecio al Arca de Noé-, culmen del proceso antropocéntrico que subrayó el Renacimiento.
Sigue explicando Guichard: «Las formas animales que proliferaron en el arte del Antiguo Egipto son fruto de una observación minuciosa e incansable del entorno. Las características morfológicas y de comportamiento de una u otra especie llevaron a los egipcios a considerar que algunos animales eran entidades portadoras de significado, lo cual permitía entender más fácilmente lo incomprensible, es decir, todo lo que se derivaba de la esfera divina o la metafísica. Por ejemplo, con su comportamiento el ibis o el babuino demuestran cualidades (sabiduría y mesura el primero, y un sistema de comunicación muy evolucionado el segundo) que corresponden a la naturaleza y las virtudes del dios Tot». «Los egipcios explotaron pronto los rasgos de comportamiento específicos y las capacidades de cada uno de esos animales para materializar los principios divinos intangibles y dar un aspecto visible a lo que, en esencia, no lo era». Y pone Guichard varios ejemplos: «La vigilancia feroz de las madres hipopótamo, el cocodrilo cogiendo a sus crías en la boca para protegerlas del peligro; el pelotero empujando con las patas la bolita de excrementos de la que surgirá, como un milagro, un pequeño escarabajo; la cobra erguida escupiendo veneno sobre sus agresores; el carnero reinando sin rival sobre las ovejas y sus corderos; el babuino, tan humano que llega a ser perturbador; o el halcón dominando el cielo con sus grandes alas y abalanzándose vertiginosamente sobre sus presas».
Thot, dios de la sabiduría, solía ser representado con forma de ibis, ave sagrada; Sekhmet tenía cabeza de leona; Osiris, dios de la muerte, solía ser representado con cabeza de toro; Horus era el halcón; Hathor, diosa del amor, las mujeres y el placer, solía presentar cuerpo de mujer y cabeza de vaca; Anubis, que pesaba los corazones en el Juicio de los Muertos, adoptaba forma de cánido; Amón tuvo en su cuerpo partes de rana, serpiente, mono y león. Las variaciones eran muchas, y a menudo un mismo dios iba tomando simbologías distintas con el paso de los siglos; no eran simples zoólatras; su religiosidad resultaba mucho más compleja. Recordemos que estamos hablando de un periodo histórico muy amplio, grosso modo, desde antes del año 3.000 al 300 a.C. Y no olvidemos, como recuerda la comisaria de la exposición, que en las épocas más antiguas, antes del secado progresivo de las sabanas húmedas y de las zonas semidesérticas que cubrían una parte del territorio, en Egipto existía una fauna de tipo africano que comprendía elefantes, jirafas, leopardos y rinocerontes, que más adelante desaparecerán -por los sucesivos episodios de cambio climático y por la intervención humana-, así como leones, hienas, chacales, todo tipo de monos, cocodrilos e hipopótamos.
Y todo eso lo podemos comprobar y vislumbrar a lo largo de un recorrido que puede durar en torno a una hora en CaixaForum. Espectaculares en diseño las cajas que asemejan gacelas con las patas atadas, las cucharas con forma de patos, los cuencos con peces en fayenza silícea, las estatuas de gatas sentadas y, sobre todo, una de un ibis sentado, talla realizada en madera de acacia blanca. Especiales, por su modernidad, una muna extraída de una tumba con pájaros revoloteando por las ciénagas, donde, en armónica composición, distinguimos ánades, garzas, abubillas y mariposas, y una figurita de hipopótamo en un azul intenso, decorada con dibujos de plantas acuáticas, de tal fuerza que ya podían copiar muchos diseñadores actuales. Sorprendentes los amuletos con forma de renacuajo, liebre, chacal o diosa Hathor amamantando. Seductora la estatuilla de una portadora de ofrendas en madera de sicomoro, estucada y policromada. Parece un dibujo de videojuego de ahora mismo la figurita en marfil de la diosa Tueris, protectora de la mujer que da a luz y del recién nacido, con cabeza de hipopótamo. Impresionantes la cabeza de león -procedente de un mueble- con ojos de cristal de roca y bronce que se clavan en el espectador y la estatua de Sejmet Leontocéfala sentada, la figurita de Tueris con un cocodrilo en la espalda, y las distintas figuras de cobra erguida con disco solar. Inquietantes la máscara de momia de cordero, las diversas momias de gato -algunas parecen bolos-, los ataúdes de musarañas y escarabajos, las momias de cocodrilos. Bellísimas las estatuas de Halcón/dios Horus, las esfinges y el grupo estatuario de babuinos procedentes del Templo de Luxor, que pueden recordar a los dibujos de Disney.
Y, por cierto, al salir del CaixaForum, la ambientación continúa: sentirá por las calles de Madrid el mismo calor que si estuviera en Egipto.
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Comentarios
Por Ernesto Salaberri, el 05 agosto 2015
Una recomendación para amantes de la arqueología: «Regalo de Reyes», de Jesús Zamora Bonilla. Una novela sobre arqueólogos, y sobre los orígenes del cristianismo, entretenida e inteligente.
Por azultraful, el 07 agosto 2015
Hola Rafa Ruiz me encantó tu artículo muy interesante me gusta mucho todo lo que tenga que ver con arqueología y animales
Me dejarías colocar tu nota en mi blog por supuesto a tu nombre y haciendo referencia a tu artículo?
Te pido permiso porque me pareció muy interesante y como tengo un blog de gatos y curiosidades me gustaría ponerlo si me lo permites
Un abrazo azul de Argentina