Ballester: y si vaciamos todo y volvemos a empezar…
Es José Manuel Ballester artista sabio y experimentado. Y en esa trayectoria artística cada vez se le ve más convencido de la búsqueda de la esencia. En su nueva exposición, en la galería madrileña Ivorypress, ha reunido una veintena de trabajos bajo el título ‘Museos en Blanco’, persiguiendo varias preguntas/obsesión: ¿quién ha escrito la historia?, ¿quién ha escrito la historia del arte?, ¿y si lo vaciáramos todo?, ¿y si comenzáramos de cero?
Es Ballester, premio nacional de Grabado 1999 y premio nacional de Fotografía 2010, hombre que huye de la saturación de aditamentos con que emperifollamos nuestras vidas; su alma de asceta casa bien con espacios alejados del ruido como los monasterios. Así, nos sorprende en cada nueva exposición con un ejercicio de despojamiento. En la línea de su obsesión por quitar las figuras humanas a las obras maestras del Museo del Prado, ahora ha reunido para la galería madrileña Ivorypress un conjunto de trabajos en los que monumentales contenedores de arte, como el propio Prado o el Museo Arqueológico de Madrid o el Louvre o el Rijksmuseum de Amsterdam, se presentan en su desnudez; más incluso, en su osamenta, aprovechando periodos de obras de reforma, ampliación o contrarreforma. Y con ello confiesa que plantea la reflexión sobre cómo nunca hay nada terminado, incluso algo que damos por tan definitivo y definitorio como aquellos espacios que atesoran lo más sagrado e inamovible de la historia: las obras maestras del arte. Y tras esa cuestión de temporalidad, el ejercicio de vaciarlo todo trae la consecuencia obvia de replanteárselo todo.
Resetearlo todo.
¿Qué es el arte? ¿Qué es la historia? ¿Quién ha decidido lo que debe pasar a la posterioridad? ¿Es objetiva una historia de la Humanidad decidida en su mayor parte por Reyes y Papas, por presidentes ejecutivos y banqueros? ¿Empieza a ser ahora la historia más elástica, relativa, poliédrica, con más capacidad de ser escrita por más gente? ¿El fin de la historia?
Ballester admite que la revolución digital, la capacidad tecnológica ahora de almacenar tanto en una cápsula, como en un ejercicio de prestidigitación -¡ahora está todo y, ¡voilá!, ya no está nada-, nos lleva a cuestionarnos mucha materialidad, mucho cimiento, mucho contenedor de sabiduría convertido en plasma. Y qué duda cabe de que este ejercicio de contemplar vacíos esos grandes espacios de virtuosismo en ese amplio garaje ciego que es Ivorypress ha de insuflarnos una inevitable sensación de soledad.
Variaciones Mondrian final from Manuel Cuellar on Vimeo.
Buscas el aliento de Rembrandt en el Rijksmuseum, el de Velázquez en el Prado, el de Leonardo en el Louvre…
Y no están.
Y el alma se siente, en cierto modo, desangelada.
En el rizo de ese melancólico viaje, y dando un paso más en su carrera hacia lo tridimensional, una sorprendente obra: Ballester se ha empeñado en reconstruir el templete de mármol que aparece en La Anunciación de Fra Angelico, a tamaño natural. Pero, claro, sin Virgen y sin arcángel. Y ese vacío pétreo, ese lugar desangelado, subraya aún más la sensación de estar solos, en el espacio y en el tiempo. En la Historia y en el Universo. Desabrigados. ¿No nos produce el vértigo tecnológico, al mismo tiempo que la multiplicación de recursos, la sensación de frío, de viento intempetuoso que nos hace tambalear?
Frente a las enormes fotografías a las que nos tiene acostumbrados, Ballester ha querido introducir esta vez en la monumentalidad el detalle -y es seguramente lo más exquisito de la muestra- de pequeños apuntes, dibujos, bocetos de cuadernos, en los que da a entender que a veces la sencillez de un simple trazo nos puede producir más emoción y sentimiento; el detalle frente a las complejidades y opulencias con las que llenamos de filigranas nuestras existencias. Y en ese gusto por deconstruirlo todo, resetearlo todo, a la vez que subraya la sencillez, nos encontramos con el extraordinario ejercicio de descomponer un Mondrian, como podemos ver en el vídeo que acompaña este artículo.
Quizá también por todo esto -por el ejercicio de reiniciar el ordenador de nuestras vidas- uno de los proyectos para este otoño de Ballester sea una especie de mirada atrás: la emocionante sencillez de un libro hecho como cuaderno de artista con sus más minimalistas dibujos de unos seres con los que este artista se siente cada vez más unido y en deuda: los árboles.
‘Museos en blanco’. Hasta el 7 de noviembre en Ivorypress. Madrid.
Comentarios
Por Paloma Ctrl, el 28 septiembre 2015
Me gusta!