Ettore Scola, al que quisimos tanto
«Queríamos cambiar el mundo y el mundo nos cambió a nosotros». El miércoles día 20 fallecía otro de los maestros, de aquellos que habíamos amado tanto, Ettore Scola, el inmenso cineasta italiano. Y el corazón se convierte en músculo humilde bajo la frase que llega inevitablemente a la cabeza, «se nos están yendo los grandes». Sea este un homenaje a través de ‘C’eravamo tanto amati’, de 1974.
Quizá este Viernes de Cine Asombrario esté más cerca aún del corazón, si cabe, al proponerles, rogarles, casi obligarles, a que se acerquen lo antes posible a una de esas cintas que marcaron el curso existencial y moral de algunos, de alguien. C’eravamo tanto amati.
Estrenada en España bajo el sacrílego título de Una mujer y tres hombres —casi se me queman las yemas de los dedos al escribirlo—, me van a permitir que hable de esta película a través de una traducción personal de su título original «Lo habíamos querido tanto». Producida en 1974 bajo la dirección de Ettore Scola y sobre un guión original escrito por él mismo junto a Agenore Incrocci y Furio Scarpelli, cuenta la historia de tres hombres, que se han convertido en amigos como partisanos rebeldes hacia el final de la ocupación nazi de Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Giovanni (Vittorio Gassman) un joven abogado, Antonio (Nino Manfredi), camillero de hospital, y Nicola (Stefano Satta Flores), maestro pseudo-cineasta y pseudo-intelectual comprometido. Una historia durante 30 años de encuentros y desencuentros, de éxitos y fracasos, de amor y desamor. Una historia de tres hombres que se entrelazan y se alejan tras haber amado, de una manera u otra, a una misma mujer, Luciana (Stefania Sandrelli).
Una obra maestra atemporal firmada por Scola, bajo un relato melancólico y alegre simultáneamente, que navega sin azoramiento a través de personajes-metáforas, en la sociedad de postguerra, por un país en crisis y en cambio constante.
Aborda el maestro la transición de dicha posguerra por diferentes vías, cada una de ellas particular para cada uno de los cuatro protagonistas y cada una de ellas distinta y lejana a la de los otros tres, y se erige en una epopeya inmensa, en un retrato coral de sentimientos, de sensaciones, de hechos y de homenajes, de cine, de Historia.
Un innovador y apabullante melodrama, teñido de comedia y de nostalgia, de anhelo por un pasado en el que se había soñado algo mejor, algo distinto a lo que llegar.
Un ejercicio conmovedor rozando la parodia que conduce inevitablemente a la sensación de pérdida, de pesar, de traiciones hacia uno mismo y hacia el resto mientras la vida pasa sin encontrar, o sin saber buscar, aquello que tanto habíamos deseado. «… Habíamos soñado un futuro mejor, pero el futuro es el pasado».
Porque la Historia es la otra co-protagonista de la película, quizás la más importante, no sólo destacada por los fragmentos documentales de la época que nos introduce el autor, sino por su ambiciosa idea de mostrar 30 años de lo que, en el amplio conjunto, fuimos, de lo que quisimos ser y de lo que al fin somos. De las derrotas personales y colectivas a la que nuestro empeño o la falta de él, nuestros ideales o la ausencia de ellos, nos conducen, convirtiendo a generaciones enteras, si no en desafortunadas, sí lejos de lo aguardado.
Scola desarrolla maravillosos malabarismos con la sátira y el drama de los que una y otra vez sale airoso. Parodia los sentimientos más íntimos bajo interludios, deteniendo la acción en un solo personaje, convirtiéndolo en narrador de su propia existencia o de la interlocución directa de éste con el espectador, creando una intercomunicación genuina, la atmósfera plena para introducirnos en su historia, para enfatizarla más. Una historia, la de nuestra sociedad, que tras bañarse en grandes ideales se secó ásperamente con el conformismo político y el egoísmo individual.
Hermosa desde su concepto a su realización, grande en su imagen, a la cual Claudio Cirillo dota de una fotografía que se desliza con vida propia durante los 30 años que recorre el filme, desde el blanco y negro, característico del neorrealismo al que homenajea, el tecnicolor vistoso de una época de esperanza, hasta el matizado brillo de una luz reformadora en los años setenta.
Magistral y sofisticada en su planificación y puesta en escena, enorme en sus interpretaciones, deliciosa y emocionante en sus diálogos y apasionante ante los homenajes sentidos y acertados al cine, del que es imposible no disfrutar, metáforas más de una época en esta película inolvidable, a través de El ladrón de bicicletas, El acorazado Potemkin, El eclipse o El año pasado en Marienbad, o de las apariciones maravillosas, interpretándose a sí mismos, de Fellini, Mastroianni o el mismísimo De Sica, a quien el director dedica su película.
Acérquense pues a esta obra que da testimonio de cómo el cine puede alcanzar el sobrenombre de Séptimo Arte. Déjense caer después una y otra vez en las manos del cine de Ettore Scola, el grande que se marchó hace unos días y que nos deja legados como C’eravamo tanto amati para que todo él nos conduzca a un futuro distinto y no nos deje caer en la tentación de creer, como los cuatro protagonistas de hoy, en la amarga realidad de que, ni el mundo ni el tiempo cambiarán lo esencial que está por cambiar.
Comentarios
Por Fernando, el 22 enero 2016
Un gran clásico, se echará mucho de menos el cine del maestro E.Scola, gran homenaje este artículo.
Por Carlos, el 22 enero 2016
Sin duda nos dejaremos caer por esta película, más aún, después de haber leído tu artículo y dejarnos con las ganas de comprobar que es «hermosa desde su concepto a su realización».
Por Roberto, el 22 enero 2016
A raíz de este artículo he recuperado en mi memoria esta película con nostalgia. Excelente artículo. Ganas de volverla a ver.
Por Dolores, el 22 enero 2016
Maravilloso homenaje al gran maestro italiano, R.I.P.
Por Olga, el 22 enero 2016
Qué estupendo cuarteto, qué maravilloso director. Qué magníficos cameos de estrellas del cine italiano también. Gran idea acercarnos al maestro Ettore Scola y hacerle este homenaje.
Por Auri, el 29 enero 2016
Ettore Scola un genio, me ha gustado mucho el artículo y su enfoque.