¿Quieres que una botella se pase 3.000 años en un vertedero?
Día Mundial de Educación Ambiental. 26 de enero. Lo celebramos con este artículo sobre la historia de una botella de vidrio, sobre la importancia de no seguir llenando el planeta de residuos. Una botella que tiras tiene dos salidas: otra vida/otra botella o 3.000 años en un vertedero.
Por suerte, ha quedado lejos la imagen de que la única manera de proteger el medioambiente era subirse a un barco de Greenpeace para salvar a las ballenas, en un acto casi romántico de finales del siglo XX. Aunque las ballenas siguen necesitando nuestra atención, más que nunca en realidad porque las amenazas no paran de crecer –pesca ilegal, degradación del mar, cambio climático–, quizá la mejor forma de cuidar de ellas sea con pequeños gestos cotidianos. Y lo que vale para las ballenas vale para el resto de la naturaleza. Le hemos quitado romanticismo al asunto, sí, pero a cambio nos hemos vuelto más realistas. Y eso me parece bien, por eso hablaba de suerte. La protección de la naturaleza está al alcance de cualquiera y a veces basta adoptar una sencilla costumbre para cambiar las cosas, como depositar en el contenedor verde la botella de vidrio que nos acabamos de beber, por ejemplo.
Imagina que te encuentras en el salón de su casa, dispuesto a beberte una cerveza o un refresco, junto al resto de tu familia o con los amigos. Estos momentos, sin duda, son los que merecen la pena. Después de beber su botella, llega el momento de retirarse y de tirar el envase. ¿Dónde hacerlo? ¿Qué consecuencias puede tener un gesto tan simple? Sigamos la pista a la botella de vidrio, conozcamos su viaje.
Pongamos que eres un consumidor responsable y que en tu casa separas la basura, ¿qué menos podemos hacer?, te preguntarás. La botella, por tanto, irá a la bolsa o al contenedor donde almacenes los envases de vidrio (recuerda que también puedes depositar ahí los frascos de mermelada o mayonesa o pimientos, o cualquier envase que sea de vidrio). Cuando reúnas una buena cantidad, lleva los envases –entre otros el de esa botella que te bebiste– al contenedor verde, uno de los casi 185.000 iglús que forman parte ya del mobiliario y del paisaje de nuestras ciudades y de nuestros pueblos, incluso los más recónditos.
Y es aquí, en este primer gesto, tu gesto, el de un consumidor responsable, donde comienza el ciclo del reciclado del vidrio, explica Beatriz Egido, responsable de Comunicación Corporativa de Ecovidrio, la entidad sin ánimo de lucro encargada de la gestión del reciclado de residuos de envases de este material en España. “El ciclo del vidrio es el reciclado más perfecto que existe, solo comparable al de algún metal. De una botella reciclada obtenemos otra botella. No desperdiciamos nada, de ahí que sea un círculo perfecto”, asegura Egido.
Iniciado el circuito, llega la segunda etapa, la recogida de los envases. En España se puede hacer de dos formas. O bien directamente por el Ayuntamiento (como ocurre en Madrid o Barcelona), en cuyo caso Ecovidrio les paga por el servicio de recogida. O bien el Ayuntamiento delega la tarea en Ecovidrio, como sucede, por ejemplo, en Málaga o Vitoria. En ambos casos el coste para el ciudadano es cero.
Una vez que la botella se encuentra en el camión de recogida, llegamos a la tercera parada, la planta de tratamiento. Hay 14 en toda España. Y aquí lo que hasta ahora era un residuo se convertirá en un recurso. ¿Cómo?
“Primero se tritura, sin utilizar agua. Que eso quede claro; a pesar de lo que a veces se dice, no se emplea agua para limpiar los residuos, no tendría sentido. En estas plantas, si es necesario, el vidrio se separa por colores. Con el vidrio triturado y limpio obtenemos el calcín, el material a partir del cual se fabrican los envases de vidrio”, explica Egido.
Y llegamos a la parada cuatro. Las vidrieras (hay 12 en España) compran el calcín generado en las plantas de tratamiento. Introducen el calcín en hornos, a muy altas temperaturas, “y se convierte en una especie de pasta; deja de ser un residuo para convertirse en un recurso muy valioso”, señala Egido. Con la pasta obtenida es con la que se fabrican las nuevas botellas, que se venderán a las envasadoras. Y vuelta a empezar. Ya tenemos de nuevo una botella. Un círculo perfecto.
Pero supongamos que tú no eres todavía un consumidor responsable –aún no has podido leer este artículo completo– y tiras la botella al cubo de la basura, mezclada con los restos orgánicos. Es fácil imaginar dónde irá a parar tu botella: al vertedero.
“Ese consumidor ha de saber que el vidrio tarda más de 3.000 años en degradarse –sabemos que los griegos lo conocían–, por lo que hay que colmatarlo junto al resto de la basura, con los efectos que este proceso tiene para el entorno, ya que los límites de la tierra son finitos y no podemos convertirla en un vertedero gigante”, dice la portavoz de Ecovidrio.
Si hubiera mucha gente así, habría que extraer los materiales de la naturaleza (arena, sílice, caliza, materias de las que está formando el vidrio). Eso implica que habría que extraer más recursos del planeta, con la consiguiente erosión de los suelos y el consumo de agua. Con el reciclado se gasta menos energía que en la fabricación directa de un envase y se evitan emisiones de CO2, uno de los gases que más inciden en el calentamiento global.
Quizá estos datos, que aporta Ecovidrio, te ayuden a cambiar de opinión si aún sigues con la intención de no reciclar la botella. Reciclando 3 botellas de vidrio se evita extraer de la naturaleza más de 1 kilo de materias primas, se evita generar 1 kilo de basura que termina en un vertedero y se ahorran 3,49 kwh de energía. Este ahorro de energía permitiría mantener encendida una bombilla de bajo consumo durante 9 días, hacer funcionar un frigorífico 2 días completos, poner 3 lavadoras o lavar 3 veces toda la ropa de una familia de 4 miembros, cargar la batería de un smartphone durante 1 año y la de una tablet durante 10 meses, o poner 3 veces un lavavajillas con capacidad para lavar la vajilla de 12 comensales. Además se genera empleo verde, nada que ver con el ladrillo, en torno a 8.000 puestos de trabajo, empleo local y de calidad.
Coincidiendo con este Día Mundial de Educación Ambiental, Ecovidrio recuerda que, en los últimos tres años, mediante el desarrollo de 15.500 talleres didácticos en más de 2.800 colegios de toda España, apuesta por la formación y sensibilización de los recicladores del futuro con el fin de impulsar el cambio de hábito hacia un modelo más sostenible y convertir a los más pequeños en prescriptores de sus hogares. La entidad sin ánimo de lucro pone en marcha más de 300 campañas de sensibilización y educación sobre el reciclaje de vidrio cada año. Esfuerzos que han logrado que el 75% de los hogares españoles afirme separar los envases de vidrio.
Tuya es la decisión a la hora de tirar esa botella: ¿otra botella o el vertedero?
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