‘Seis formas de morir en Texas’, una novela desde el abismo de la vida
No todos serán capaces de sostenerle la mirada a la historia que cuenta Marina Perezagua en ‘Seis formas de morir en Texas’. Una novela intensa, bellísima, brillante y feroz sobre las mentiras, la honestidad y la implacable y despiadada boca de la justicia norteamericana. Una novela inclasificable y llena de vida, aunque en todas sus páginas esté instalada la larga promesa de la muerte. Una novela sobre dos familias y dos continentes. Sobre un corazón, la esencia de la vida y la muerte.
Escribir desde el abismo es un ejercicio de redención colectivo si se delimitan bien las coordenadas por las que debe hacerse circular las palabras, las imágenes, las reivindicaciones y los abusos. Nombrar los pecados del mundo sin que Dios o sus acólitos hagan acto de presencia será quizás para algunos un acto de soberbia. Sin embargo, estarán equivocados o perdidos. Tal vez por eso Marina Perezagua haya escrito Seis formas de morir en Texas, un artefacto literario/filosófico que nos parte en dos y en el que la brutalidad (inagotable, pero nunca excesiva) que maneja la autora camina sin pudor sobre una alfombra roja a la vista de todos, aunque ya les advierto de que no todos serán capaces de sostenerle la mirada. Pero aquellos que lo hagan la mirarán con esa devoción con que se mira la rutina después de superar algo terrible.
Seis formas de morir en Texas es una novela intensa, bellísima, brillante y feroz sobre las mentiras, la honestidad y la implacable y despiadada boca de la justicia americana. Es espléndida y profunda, te atrapa desde la primera hasta la última línea. Una novela inclasificable y llena de vida, aunque en todas sus páginas esté instalada la larga promesa de la muerte.
La lengua literaria de Marina Perezagua es una denuncia larga y obstinada sobre la vida de todos los seres humanos. Perezagua escoge y cuida del dolor para tratarlo como un sueño ininterrumpido, como un letargo nocivo inducido por el egoísmo que encapsula el mundo dentro de la fortaleza del poder. Ella nos cuenta que respirar a veces poco tiene que ver con la vida. Y también nos cuenta en esta novela/epistolario/diario que la genética y aquellos que la introducen dentro de nuestro cordón umbilical a veces construyen una pena de muerte que paradójicamente nos mantiene demasiado vivos.
Seis formas de morir en Texas es la biblia que querría descubrir sobre su mesa Darren Aronofsky en una transfiguración tan poco ortodoxa como útil. Es un desierto con paisajes y pasajes estremecedores:
“Escribo como si pensara que los muertos también tienen amor propio, cierta timidez, dignidad”.
“Mi siglo, lleno de rascacielos, satélites y derechos de los animales, tiene salvoconducto para matar a gente encerrada”.
“¿Seré yo la escritura fallida de un dios enjaulado?”.
“Aquellos que miran sufrir al león en su jaula se pudren en la memoria del león”.
Es la denuncia que no tiene final, la carrera de fondo de una mujer lúcida que escoge el cautiverio de su protagonista para hacer saltar la banca. Es la evaluación metódica y descarada de la esencia humana. Perezagua se echa encima del poder hasta vencerlo. Para ello se documenta de manera prolija, pero jamás se olvida de liberar al lector de su erudición.
Seis formas de morir en Texas es un escalofrío itinerante que siempre impacta contra el alma del lector. Su sinceridad golpea el mundo como golpea la enfermedad el cuerpo de aquel que no conoce su destino en esa lucha:
“A veces, la rentabilidad comercial de la carne no lo es todo. Así se hacía en la guerra de los Balcanes: hombres sacaban del vientre a los niños y los pinchaban en los troncos de los árboles. Antes de arrancarlos del cuerpo de la madre hacían apuestas ¿niña o niño? El hombre aprende del monstruo”.
Marina Perezagua rehabilita con precisión todas las imágenes y actos que van corrompiendo el mundo. Habla del genocidio chino contra el grupo Falum Gong dentro de la perfección intrínseca que el mundo le presiente a la China comunista. Habla del amor tóxico, de la traición, de la manipulación y de la violación sistemática dentro de las cárceles americanas a las internas. Porque cuando tu destino es la muerte, qué importa el estado de la carne y de la dignidad.
Seis maneras de morir en Texas es un cuadro extremo de dolor y silencio. Una pirueta que cae sobre la carne de quien lee como cayó la bomba de Hiroshima sobre sus calles indefensas y distraídas. Es un viaje alucinante a través de dos corazones iluminados por esa luz intensa y mortífera que es la sinrazón. No es una novela sencilla de leer, porque las heridas de la protagonistas se exhiben como si no fueran heridas y porque el relato que hace de los distintos rostros y etapas en que los verdugos acechan a las víctimas te devora los nervios. Sin embargo, es una novela cargada de esperanza y de futuro. Seis formas de morir en Texas es una contundente historia que debería servir para cambiar el mundo, para sellar el olor a podrido que sin paliativos desprende el poder. Dicen que lo que no se nombra no existe, por eso no deben dejar de leer esta novela, porque es la reeducación de todos los diccionarios del mundo, porque en ella no hay trampas sino explanadas en las que despojarse de ese fuego inútil con que nos inflama la mentira.
‘Seis formas de morir en Texas’. Marina Perezagua. Anagrama. 277 páginas.
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