Consuelo Trujillo: lo bien hecho, de ‘La Novia’ a ‘Medea’
Muchos nos hemos quedado impresionados con su cara y su manera de decir las cosas en su papel de criada en la película ‘La Novia’, una de las revelaciones cinematográficas del curso. Pero Consuelo Trujillo tiene mucha carrera detrás. Y delante. Ha recibido recientemente el premio Ercilla por su papel de Nodriza en ‘Medea’, junto a Ana Belén. Trabajo por el que también está nominada en los premios de la Unión de Actores, cuya gala se celebra el próximo lunes, día 16. Además, hace un año, la actriz recibía este premio por ‘Cuando deje de llover’. Actriz, maestra de actores e investigadora de las artes escénicas, Trujillo está saboreando el éxito de verdad, ese que viene de lo que ella denomina “una carrera de fondo”.
“Creo que en estos dos años he tenido la oportunidad de estar en proyectos importantes con personajes grandes. No grandes en el sentido de que tengan mucho texto, sino que son oportunidades de crecimiento, de desafío, de entrar en temáticas fuertes. Por así decirlo, temáticas que realmente nos interesan”, aclara la intérprete.
Se sabe afortunada por haber hecho muchos personajes y por haber formado parte de muchos proyectos. “Algunos más comerciales, otro más alternativos. Pero no por eso los comerciales más grandes y los alternativos más pequeños. Yo he hecho El Huerto de Guindos, una versión de El Jardín de los Cerezos, en La Casa de la Portera, interpretaba al personaje protagonista, y para mí eso fue un motivo y un estímulo enorme como artista. Era un personaje inmenso con una temática maravillosa para una mujer de mi edad, con un texto de los grandes, con un autor como Chéjov. Fue un experimento, yo actuaba todos los días en La Casa de la Portera para 27 personas, que son las que cabían allí.
En los últimos tiempos, su vocación le está dando caricias en forma de premios, algo que ella no atribuye sólo a sus trabajos más recientes .“Yo creo que hacemos una carrera de fondo, los artistas realmente nos comprometemos con nuestro trabajo. De pronto tienes visibilidad, pero eso no quiere decir nada. Hay trabajos interesantes que no tienen visibilidad”.
Trujillo reconoce que se siente ahora mejor actriz que nunca. “Las artistas maduramos como los vinos, con el tiempo, con la maceración y los golpes de la vida, con el aprendizaje y luego el trayecto artístico. Ahora que soy una mujer madura sigo con la misma pasión que cuando tenía 20 años, pero ahora mi pasión está centrada en mis objetivos; sé más cosas del mundo, del ser humano y de mí misma. Esa pasión está cocinada ahora”.
Sabe que los dramaturgos no siempre tienen en cuenta esa pasión con experiencia de la que ella tanto presume. “En general vivimos en una sociedad patriarcal, con valores de patriarcados. Las leyes de los hombres, dice la gran nodriza con palabras de Eurípides en Medea, son inapelables, imposibles de cambiar y en este mundo vivimos. Con esto no soy una feminista como se dice, es la verdad. Las obras de teatro están escritas en su mayoría por dramaturgos, pero incluso las escritas por dramaturgas tienen dentro de sí una ideología patriarcal. Esto requiere un cambio a un muy largo plazo, es algo que hemos mamado: el protagonista es el hombre. Salvo excepciones maravillosas que hay en la dramaturgia de Lorca y muchos otros autores, pero son menos. Hay que dar más espacios de investigación y oportunidades a las dramaturgas”.
Critica que las actrices de mediana edad queden relegadas a papeles secundarios. “Como actriz y mujer me siento ahora en el esplendor. El esplendor no es cuando tienes 20 años porque ahí te queda mucho. De lo que estoy hablando es de abrir la mente a personajes de 40, 50 años… En nuestro cine es muy difícil que las actrices con más de 45 años trabajemos. Cuando hay un papel, hacemos de abuelas, somos episódicas. Pero no somos una científica que esté investigando algo, ni una jefa de policía, ni tenemos un papel en una historia de pareja, una sexualidad a esa edad”.
Pese a esta regañina, la actriz no puede esconder el amor por el cine. Consuelo Trujillo es actualidad también por su trabajo en el séptimo arte. “La experiencia que he tenido con La Novia ha sido fascinante, estoy muy agradecida a Paula Ortiz. Paula es una mujer joven muy culta, muy sensible, que se ha formado mucho. Una artista de talento que tiene mucho que decir, o la cuidamos o se nos va a ir, nos la van a quitar”.
La Novia, versión cinematográfica de Bodas de Sangre de Federico García Lorca, no era novedad para la intérprete, que ya había hecho el texto sobre las tablas bajo la dirección de José Carlos Plaza. “Lorca para mí siempre es inspirador”, y es que el poeta de Fuente Vaqueros lleva en la carrera de Consuelo desde que con 13 años comenzó a recitar sus versos porque, como ella dice, le abre el corazón y el alma.
Al igual que los versos de Lorca, las piedras del teatro romano de Mérida han conseguido mover los sentimientos de la actriz. Allí fue para interpretar el papel de nodriza en Medea. “Era la primera vez que tenía la oportunidad de trabajar allí y de verdad que sentí realmente una bendición. Hace miles de años que se hacía allí teatro, aquellas piedras habían oído las voces de tantos actores, las voces antiguas del teatro, eso estaba recogido ahí y se siente esa energía. Cuando entré allí, José Carlos Plaza se reía de mí porque me iba abrazando a las piedras, lo que quería era tomar esa energía de sabiduría, de inspiración, de ritual, porque al final el teatro es un ritual y allí se vive mucho eso. Desgraciadamente, ahora los grandes acontecimientos de masas tienen que ver con el fútbol. Cuando estás allí te das cuenta de que antes el teatro suscitaba en la gente esa pasión por asistir. Cuando estrenamos, yo, asombrada, observaba desde las piedras cómo iban bajando los espectadores como una muchedumbre. Venían al acontecimiento, algunos desde Andalucía, otros desde Madrid, otros de los pueblos. Habían viajado, comprado sus entradas, habían buscado su alojamiento… Turismo cultural, que se llama ahora, y que en la Grecia Antigua era el reto de ir a la celebración del teatro. La ovación era a nosotros, pero iba más allá, era a la celebración del teatro”.
Además de actriz, Consuelo Trujillo es investigadora y maestra de teatro. “No puedo elegir entre ser actriz, investigadora, maestra, directora, yo me siento una. Yo soy una buscadora en la vida, llevo mucho tiempo buscándome a mí misma, al sentido de la vida, esto lo uno al arte. Cuando actúo pongo mi búsqueda. Nunca vas a completar un personaje de Lorca o de Eurípides, pero lo que intento es que yo no interfiera, que mi personalidad, mis miedos y mi ego no interfieran. Yo creo que soy mejor actriz por haber estado dedicada a la enseñanza, eso me ha ayudado como actriz, me ha dado comprensión de lo que es el acto de la actuación, me siento creadora, me gusta crear. En el proyecto empiezo a investigar sobre un tiempo que me interesa y aparecen imágenes, pinturas, textos, gente con la que lo quiero hacer, un proceso de creación y ahí me sumerjo y es lo que más me gusta hacer en la vida”.
De estos estudios ha salido Criatura. “La Criatura para mí tiene que ver con el instinto, con el animal que llevamos dentro, con nuestro lado salvaje y también con la criatura que tiene ansia de divinidad, de misticismo. Combina el lenguaje de la danza y de la poesía. Hemos investigado en ese lenguaje para que no sean dos separados, que se convierta en uno nuevo entrelazado. Los temas que investigamos son el instinto y la mística. Ahí me sumergí durante varios años, hice una selección de textos. Me interesa la poesía, me sumergí en poesía de lengua castellana del siglo XX. Hubo mucha gente en el proceso, pero finalmente en el equipo quedamos Borja Maestre como intérprete y Andrés Waksman como director. Los tres como creadores. Ahora esperamos presentarlo en mayo en Madrid”.
Con un lenguaje nuevo hecho de danza y poesía continuará en las tablas el esplendor de una actriz que se emociona escuchando el eco por el que resuena el pasado del teatro. Son los años dorados de quien quiere ceder los frutos maduros de la experiencia de la vida a todas las vertientes de la interpretación.
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