‘La Vida de los Otros’, defender el sagrado derecho a la intimidad
Nos detenemos hoy en este ‘Viernes de Cine’ que repasa tesoros cinematográficos en un drama perfecto que ahonda en el sagrado derecho a la intimidad del ser humano, frente a la mediocridad de pensamiento a la que se siente sometido por políticas, instituciones o medios de comunicación. ‘La vida de los otros’ (2006), del realizador alemán Florian Henckel von Donnersmarck. Otro de los tesoros que recopila esta sección porque no pierden actualidad y pueden verse una y otra y otra vez con emoción en la piel.
La intimidad es un derecho inviolable que está garantizado por la norma jurídica del Estado. En el caso español, en el artículo 18 de la Constitución de 1978.
La intimidad es la característica más personal, reservada y privada del individuo, y por tanto es suya y únicamente suya, la decisión y el derecho de compartirla con otros. Un valor tan esencial que alcanza de lleno al pensamiento en cuyo dominio se construye y en el que nos construimos como individuos libres y concretos, ayudando a contrarrestar el bombardeo constante de líneas de acción estándares que la sociedad y sus poderes trata y tratará de imponernos.
Las influencias externas que transforman nuestra vida, afectan nuestra manera de observar cotidiana, nuestra forma individual de valorar y hacen entrar en juego determinados valores personales. Sin la intimidad, por causa de la violación de ella o la pérdida de su esencia ofreciéndola, bien por miedo o como moneda de cambio, nuestra reflexión, nuestra singularidad, nuestra capacidad de responsabilidad o de rebeldía, estarán abocadas a desaparecer. El por qué de ello nos llevaría mucho tiempo, tan sólo recordar el poder impositivo, tiránico, que implica detentar la información, si es precisa mejor, sobre el resto, sobre sus sentimientos, sobre sus miedos, sobre la vida de los otros.
Y aquí es donde entra nuestra recomendación cinematográfica de hoy, bajo el título de los términos mencionados, La vida de los otros (Das Leben der Anderen), dirigida en 2006 por el realizador alemán Florian Henckel von Donnersmarck.
Es 1984 en la República Democrática Alemana. El capitán Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), un solitario y eficiente oficial del Servicio de inteligencia y espionaje de la Stasi, tiene como principal tarea investigar la vida de «los otros» y perseguir a todos aquéllos en los que se aprecien principios diferentes a los del pensamiento establecido por el régimen. Sin embargo, su vida cambia cuando le encomiendan la misión de que espíe a la pareja formada por un prestigioso escritor (Sebastian Koch) y una popular actriz (Martina Gedeck); no puede ni siquiera imaginar hasta qué punto esa misión va a influir en su vida y en la concepción del mundo y de aquellos que le rodean.
Ineludiblemente inteligente, este dramático thriller, sutil, envuelto en el suspense, de rigor narrativo apabullante, oscuro y de largas pinceladas humanistas, se apoya y se construye bajo pensamientos ocultos, secretos y anhelos pisoteados por la escalofriante sombra de la mediocridad moral y de pensamiento, de aquellos poderosos cuyas armas carecen de la sofisticación intelectual y humana suficiente para erigir su lucha bajo cualquier otro contenido que no sea el juego del miedo, del terror.
La encrucijada moral, la transformación sutil, el amor, la confianza y la falta de ella son abordados por Donnersmarck de manera modesta y, sin embargo, bajo el poder hipnótico de una historia tan extraordinariamente bien contada como interpretada. No necesita el realizador juegos extremos de cámara o elementos visuales llamativos, simplemente la correcta, o mejor dicho, la impecable conexión entre el movimiento de sus personajes y el drama que envuelve las relaciones entre ellos. Doloroso, complejo drama que te agarra desde un principio y que tarda mucho tiempo en soltar las mentes y los corazones, tanto como el hermoso título de la composición explícita de la pieza, tema central de la banda sonora, compuesta por Gabriel Yared, la bellísima Sonata para un hombre bueno, Déjenme solo rendir homenaje entre las maravillosas interpretaciones a Ulrich Mühe, por una de las composiciones más sutiles y extraordinarias que nos ha dado el cine contemporáneo, encarnando a un personaje fascinante, una máscara perfecta.
La vida de los otros está llamada a abrir los ojos sobre un periodo y una injusticia histórica, sobre la flagrante ignorancia que el ser humano ha hecho de los derechos humanos esenciales, persiguiendo espurias metas de falsas igualdades que conllevan los extremos de cualquiera de los ismos ideológicos. Pues si bien el relato no se basa estrictamente en personajes o hechos reales, sí lo hace, conscientemente, en una realidad concreta, la realidad de aquella República Democrática Alemana, salida de los acuerdos vencedores de la Segunda Guerra Mundial y entre cuyas tragedias se encuentra la de haber sufrido la intervención de alrededor de 200.000 agentes e informadores en una población de sólo 16 millones de habitantes, que vieron así disminuida y pisoteada su intimidad y, por tanto, su libertad.
Un perfecto drama que ahonda en el ser humano y en su capacidad, a veces heroica, para hacer lo correcto frente a la mediocridad de pensamiento a la que se siente sometido por políticas, instituciones o medios de comunicación. Una llamada de atención sobre aquellas tácticas que no salvaron a una sociedad y que no
salvarán a la nuestra si persisten.
Saquen sus conclusiones propias, de eso se trata, y disfrútenla en lo que a cinematográficamente se refiere, un lujo. Y no pierdan nunca la legítima sensación de libertad para decidir con quién compartirán sus pensamientos, sus deseos, su intimidad.
Comentarios
Por Jesus G., el 18 marzo 2016
Pues no la he visto, pero después de tu artículo, despierta todo mi interés. Tengo que verla!!!!!
Por César, el 18 marzo 2016
Muy buen artículo como siempre, aunque me temo que la privacidad y la intimidad han pasado a la historia como la Alemania del Este. Es la era de las redes sociales, compartimos sin pudor opiniones, filias y fobias y permitimos que las aplicaciones de nuestro móvil tengan acceso a cualquier movimiento que hacemos…
Por Juanjo, el 18 marzo 2016
¡Maravillosa película! Hoy en día sigue de actualidad, no olvidemos que estamos vendidos a los gobiernos y las empresas a través de Internet
Por Roberto, el 18 marzo 2016
Difícil de mantener la intimidad máxime cuando la mayoría disfruta invadiéndola y manipulándola. No conozco la película pero este artículo me hace tener ganas de verla y me atrae el tema.
Por Socióloga Nómada, el 22 marzo 2016
Maravillosa peli sobre el precio que hay que pagar, en la cotidianidad, por intentar mantener un reducto de honestidad y un cierto sentido ético en medio de un régimen dictatorial cuyos abusos van mucho más allá del mero control político-ideológico.
Una negra y luminosa trama amorosa enmarcada en un contexto sociohistórico sabiamente dibujado, en el que la vida cotidiana refleja y enriquece la caracterización del contexto social y viceversa.
Qué pocas películas han conseguido contarnos con belleza y profundidad la cruel intrahistoria de los excesos pseudopolíticos (El espíritu de la colmena, El Gatopardo, Ida)¡
En ella no encontrarás a ningún Victor Laszlo, solo a artistas que no saben más que serlo, a tipos que no aguantan la soledad, a mujeres que no se soportan a sí mismas, a bocazas suicidas y a madres cobardes.
Acojonados, disciplinados y crédulos militantes de un socialismo del que no son héroes pero tampoco apóstoles sectarios.
Gentes que se empeñan en mirar a otro lado (a la calidez del deseo, a la ficción de las drogas, a la acogedora amistad, al arte, siempre al arte y a la belleza) hasta que ni siquiera eso es ya posible.
Todos se malvenden y dejan comprar en algún momento para poder seguir haciendo lo único que saben hacer y en lo que reconocen su propia identidad: en la belleza, en los afectos, en el compromiso político. O sea, vivir cada día (y no solo en una dictadura).
Sobria, ambigua, imprescindible. Corre a verla¡
Por aromae, el 25 marzo 2016
Hace 10 años fue un inquietante descubrimiento, quizá sea el momento adecuado para rescatarla y ver en qué medida la vida de aquellos otros puede esclarecer la nuestra. Corro a verla!