‘Los naufragios del corazón’ y la reivindicación del deseo femenino
Confundir el amor con el deseo es un duro castigo para quienes no son capaces de discernir el principio y el final de esa trampa que ha destruido ya a tantos seres humanos. El amor es un perdedor cuando la pasión se aprende nuestros nombres. Lo sabe bien Benoîte Groult y lo cuenta de manera magistral y desenfadada en ‘Los naufragios del corazón’, una obra que en los años ochenta, cuando se publicó por primera vez, atrajo cierto escándalo por su reivindicación de la libertad del deseo femenino, de la sexualidad de la mujer. Por algo la escritora y feminista francesa es una abanderada desde hace décadas de la lucha frente al patriarcado.
Aunque a lo largo de estas líneas sé que me desdeciré, porque este libro es mucho más que una novela, de momento usaré ese término para contar las aventuras de Gauvain y George, protagonistas absolutos de este libro a pesar de que demasiadas sombras sigan sus pasos. La de los matrimonios fracasados a pesar de que los casados respiren durante décadas bajo el mismo techo y el desorden que se le supone al desamor no descoloque ni un solo objeto del paisaje matrimonial, y la de los matrimonios de conveniencia intelectual.
En realidad, Naufragios del corazón es un poema sexy y vertiginoso cuyo ritmo interno es la redención de toda una generación. Un diario sin páginas en blanco ni borrones; el deseo no debe esconderse aunque dibuje heridas y cicatrices y sea un tatuaje que vaya a desentonar sobre la piel ajada, que usa la atemporalidad como biografía y como epitafio de estos dos amantes de pasiones circulares y básicas.
Groult oscila entre la reflexión cruda de Duras y el estallido visual de Rys, y al hacerlo consigue que la superioridad intelectual de la protagonista no sea solo una purga para su rutina. Groult posee una profundidad que crea un rápido hábito de devoción por parte del lector. Se ocupa de la mujer desde la simetría, desde los anhelos y las certezas para unificar el futuro de sus amantes inacabables.
Groult es muy moderna y llaman la atención los interrogatorios sexuales que mantiene con Ellen, otra de las mujeres que aparecen en este viaje de luz inagotable alrededor de un mundo de camas deshechas y sueños perdidos. Se enfrenta al paso del tiempo, y cuenta con una crudeza monolítica cómo la erosión vital a la que se enfrentan el cuerpo de una mujer y el de un hombre tienen idiomas y silencios distintos. Para los hombres todo son atajos, para la mujer todo son abismos. Pero no hay tristeza ni queja en sus palabras, solo cinismo cautivador.
Este libro es una fiesta, no un ajuste de cuentas. Es una marea incontrolable. Nadar y querer ahogarse al mismo tiempo. Es disfrutar del sol, pero también saber que va a torturarte porque el sol nunca sabe guardar las distancias. Es una batalla a muerte entre el deber y la memoria, entre la carne y los anillos dorados sobre los dedos marcados por el viento de Gauvain.
Es la simplicidad animal como salvación.
George es cruel y se defiende con fiereza y saña de cada ausencia, aún está sobre la misma cama que su amante (que no de su amor) y ya quiere convertirse en un demonio de palabras ardientes porque sabe que Gauvain tiene que marcharse, que nunca estará a su lado de manera definitiva:
“Me gustaría conocerte mejor antes de olvidarte”.
Groult es precisa como la última palabra de un muerto, y conmueve al lector a través del descaro emocional con que narra esta historia incómoda y pegajosa. Los naufragios del corazón es una aventura ininterrumpida entre dos niños obligados a realizar hazañas increíbles para que se concrete su deseo:
“Su infancia aún coleaba en su mirada”.
Es un libro que os llevará de la mano a ese lugar inalcanzable en el que cualquier futuro es más concreto que el presente. Es la novela o diario –sigo sin decidirme– que una vez nos nombró mientras recorríamos los días con un recuerdo que nos convertía en pluriempleados sísifos.
Mención aparte merecen el prólogo que escribe la autora, un manifiesto que se extiende sobre la memoria como la arrogancia con que se extiende la juventud sobre los ojos de un niño, y los descarnados y violentos diálogos que mantienen la protagonista y su yo decente. Sublime resulta también la manera en que Groult usa las personas del verbo en determinados capítulos.
No dejéis de leerla porque es un vergel de inteligencia y libertad, el paisaje en el que, como dice la autora, se desvanece de manera definitiva y eficaz «la tregua artificial de la infancia».
‘Los naufragios del corazón’. Benoîte Groult. Libros del Asteroide. Traducción de Lydia Vázquez. 253 páginas.
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