En Cuba se vive bailando
El fotógrafo Omar Z. Robles se ha labrado una buena fama captando a bailarinas y bailarines profesionales en ciudades como Nueva York, Guatemala y Puerto Rico. Ahora, tras un viaje a Cuba, el artista regresa con una fantástica serie de danzarines de la isla y un pequeño texto que recoge sus impresiones del viaje.
En ‘El Asombrario’ ya dimos cuenta de sus maravillosas imágenes y en esta ocasión Robles ha cedido muy amablemente este nuevo trabajo a nuestra revista para su publicación. Se trata de un viaje a Cuba y de lo que allí vio y fotografió este artista.
Por OMAR Z. ROBLES
Durante los últimos dos años me he dedicado, casi exclusivamente, a fotografiar bailarines de danza clásica en entornos urbanos. Cuba posee una de las mejores compañías de ballet clásico, por ese motivo siempre había soñado visitar la isla y tener acceso a algunos de los bailarines más importantes del planeta. En Cuba se baila tan bien, no solo porque el movimiento y el ritmo corran por las venas afrocaribeñas –un buen tópico-. Probablemente también tenga mucho que ver la herencia del entrenamiento de la escuela rusa.
Para mi sorpresa, en mi reciente viaje a la isla, acabé descubriendo un tipo diferente de danza. Me encontré enredado entre el ritmo de las bailarinas a las que fotografiaba y la cadencia del esfuerzo diario de los cubanos para ganarse la vida en la calle. Y, finalmente, fui seducido por esa danza.
Una mujer vende pilas y puros agachada en una esquina. Una pequeña mesa en la puerta de la casa de un hombre se transforma en una tienda de reparación de calzado. Otros venden café a través de las ventanas de sus propias casas. El afilador de cuchillos vaga por las calles ofreciendo sus servicios… Cualquier cosa, por pequeña que sea, es mercancía de una forma u otra. Todo sirve y el intercambio es la forma común de supervivencia.
Los bailarines son capaces de hacernos sentir que sus movimientos no suponen ningún esfuerzo. Sin embargo, en realidad, son capaces de llevar sus cuerpos más allá de lo humanamente posible, con una gracia y elegancia que nos hipnotiza.
Con un salario medio de entre 25 y 40 dólares al mes, los cubanos luchan incesantemente por permanecer a flote. De la misma forma, los bailarines evolucionan con una elasticidad y elegancia que no había visto hasta entonces. En contraste con las caras largas y cansadas que vemos en las calles de nuestras ciudades, los cubanos afrontan su día a día con una buena dosis de orgullo, autoestima y dignidad.
Es esta mezcla de orgullo y amor propio la que me ha llevado a comprender, por encima de cualquier otra razón, por qué los bailarines cubanos son tan grandes y lo han sido durante generaciones. Simplemente, lo llevan en la sangre.
Puedes leer el texto original en inglés y ver más fotografías en el blog del artista.
Comentarios
Por Alex Mene, el 17 abril 2016
Estupendas fotografías!