Nicolas Pariser: “Ya no hay vínculo entre política y cultura y pensamiento”
La política sufre una pérdida de crédito moral que afecta a la forma civilizada de vida. Es una realidad y una tragedia. Es también el planteamiento sobre el que el cineasta Nicolas Pariser ha construido su película ‘Los consejos de Alice’, denuncia de la falta de comunicación entre la política y el mundo del pensamiento. Más cultura y menos sondeos, para la mediocre política europea de hoy.
POR BEGOÑA PIÑA
Ganadora del Premio a la Mejor Película Europea en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes y presente en la sección Perlas de San Sebastián, es la historia de Paul Théraneau, alcalde de Lyon, que después de 30 años en la política es incapaz de pensar. Decide contratar a una joven filósofa, Alice. “Usted tiene que ayudarme a pensar”, le dice. Ahí comienza un diálogo entre ambos que revelará una forma diferente de ver el mundo.
Protagonizada por el veterano Fabrice Luchini y por Anaïs Demoustier, Los consejos de Alice reivindica la cultura como bien esencial en los cimientos de cualquier sociedad. Película política, inteligente y muy oportuna, es además una reflexión sobre la vanidad del poder, la codicia por el voto y un compromiso real.
¿Se ha quedado la política europea sin ideas?
Bueno, al personaje lo que le pasa es que tiene una agenda tan intensa que ya no tiene tiempo de pararse. Conmemoraciones, reuniones… Necesita tomar distancia y eso pasa en la realidad, así no son capaces de pensar. Es lo que le dice a Alice el personaje: “Usted tiene que ayudarme a pensar”.
¿La política se ha apartado completamente del mundo intelectual?
El problema, creo, es que están las cosas muy compartimentadas, en los gobiernos, las universidades, los ámbitos profesionales… Los artistas se dedican al arte, los realizadores a hacer películas, los políticos a tomar decisiones… Hay muchos espacios de ideas nuevas, pero no hay vínculo entre la política y la cultura y el pensamiento, no hay comunicación. Hubo un momento en que el mundo del pensamiento y el de la política sí se comunicaban. Ahora los políticos están traicionando el mundo de pensamiento.
¿Cuáles son las consecuencias de ello?
Las disciplinas del pensamiento las emplea el poder de una forma anecdótica. Antes eran importantes y ahora ya no existen. Al final, los intelectuales acaban por sentirse inútiles. Los políticos han hecho que los intelectuales se sientan inútiles. Cada vez es más difícil entender la importancia de estas relaciones. Hubo un momento en que el debate filosófico llevó a la abolición de la pena de muerte. Hoy, los filósofos y sociólogos están agazapados en sus nichos.
¿Y a quién escuchan entonces los políticos?
Los políticos hoy escuchan mucho más a los medios de comunicación y los sondeos, mucho más que a los pensadores. La pena de muerte en Francia, la guillotina, seguiría vigente si se hubiera hecho caso de los sondeos. Y esto ocurre en un momento en que muchos países muestran derivas autoritarias, ponen límites a la democracia y atacan a los Derechos Humanos. En parte es consecuencia de haber dejado al margen la tradición de los países civilizados, de dejar al margen la literatura, el cine, el arte…
¿Esta podría ser una causa de la debilidad de los argumentos hoy de la izquierda?
Sin duda. La izquierda ya no tiene gancho. Ahora solo pueden convencer a los que ya están de acuerdo con ellos. Antes, los partidos comunistas eran fuertes, sus argumentos perturbaban a la derecha o, por lo menos, les daban miedo. A la izquierda hoy en Francia no se la oye, es inaudible.
¿Usted hace cine con intención de calar en el pensamiento social y político?
No hago las películas con ello en la mente, no defiendo ideas ni tesis, lo que me interesa más es poner hablando a un personaje que no está de acuerdo con el mundo. Mientras haya oposición, sigue habiendo vida. Lo que yo digo en la película es lo opuesto a los populismos de extrema derecha. Por otro lado, el capitalismo se separa hoy completamente del pensamiento y en ese caso, sí, mi película habla de ello. Mis inquietudes sí tienen un carácter político.
La consejera de esta película es una mujer, ¿es accidental o premeditado?
Premeditado. Creo que necesitamos que las mujeres tengan en política el mismo poder que los hombres. Es una necesidad y una prioridad democrática absoluta. Eso no quiere decir, claro, que todas las mujeres vayan a ser progresistas, pero tienen que participar en igualdad de condiciones en todo en la vida. Es una lucha progresista prioritaria.
¿En qué cambiaría la política si hubiese igualdad?
Se organizaría la vida de modo que hombres y mujeres fueran iguales en todas las tareas a desempeñar, eso se verá en el futuro. Por otro lado, no creo que las mujeres tengan rasgos o emociones diferentes esencialmente.
¿La vanidad y la modestia son importantes en la política?
La modestia puede ser una virtud ecológica. Si queremos fresas todo el año…, bueno, es una falta de modestia. Todo somos reyes en ese sentido. Hay que suprimir el aspecto monárquico en la política. Francia es una república, pero es muy monárquica.
¿Y la vanidad es buena o mala en un político?
Desgraciadamente, la vanidad es mala para el alma, pero no tiene por qué serlo para las obras.
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