Viaje a los mozambiques de Mia Couto
Viajamos a Mozambique y nos recreamos en los lugares del escritor Mia Couto. Biólogo, periodista, comunicador, poeta, ensayista, Couto nos acerca a mundos mestizos y plurales marcados por un activismo político, documentando el colonialismo portugués-europeo, pero también el sudafricano. Recorremos Maputo con los libros de Couto en las manos y en la mirada. Y ante nosotros se despliega un singular realismo mágico africano, donde poesía y prosa se entrelazan creando escenarios y ambientes fascinantes.
En diciembre viajé a Maputo, capital de Mozambique. Era mi tercera vez; en esta ocasión, como invitado a dirigir un taller sobre gestión musical en el Mozambique Music Meeting. Como primera impresión: un país en constante transformación. En visitas anteriores, más de una noche cené en una cafetería situada en Av. 25 de Setembro esquina con Av. Samora Machel, hoy reciclada como Librería Café Minerva & Continental, en línea con espacios similares entre nosotros. Allí, el día 6 de diciembre se produjo un encuentro con Mia Couto sobre su última publicación, inédita entre nosotros, O universo num grao de areia. No dudé en comprar, en un pequeño puesto de la feria musical, un ejemplar de dicha publicación.
Se trata de un libro, una reflexión crítica de textos y conferencias realizadas por el escritor mozambiqueño en los últimos diez años. Expresa “náo sáo ensaios, sáo diálogos entre o autor e as circuntáncias do seu tempo”. Relación entre personas que, habitando un mismo mundo, vivimos realidades tan encontradas. A pesar de no hablar portugués, devoré su lectura; cada capítulo, cada texto es una vitamina.
Couto es una persona que siempre me sorprendió. La primera vez que me acerqué a su lectura creía que era una mujer, Mia. Fue tan sorprendente como conocer que era un blanco con ojos azules, en un país donde la mayoría de la población es negra, escribiendo de procesos tribales, tradiciones, patriarcado, religión, historia, conflictos, felicidad, prostitución, sida, neocolonialismo… Habitualmente poco reflejado en nuestros medios. Desencuentro con aquello que no se produce en los grandes territorios de decisión. A pesar de los silencios, son lugares con historia, y con historias, de una África heterogénea presentada regularmente como una, en singular, en la que todos hemos caído por ignorancia, comodidad, poderío…
Biólogo, periodista, comunicador, poeta, ensayista, Couto nos acerca a mundos mestizos y plurales marcados por un activismo político, documentando el colonialismo portugués-europeo, pero también el sudafricano. Todo lo que acontece en el país parece estar influido por los intereses de la vecina Sudáfrica, como denunció en la Carta ao Presidente Jacob Zuma, mostrando la violencia sudafricana contra migrantes mozambiqueños, omitiendo que Mozambique fue territorio de acogida para los que luchaban contra el apartheid, por lo que fue castigado –una de las economías más pobres– y bombardeado. El colonialismo no distingue razas, continentes, personas.
El libro comienza con Uma segunda alma, texto publicado en el Times el 7 de mayo del pasado año, donde muestra la zozobra por lo que ocurre en Beira, su ciudad natal, que el 15 de marzo de 2019 sufrió el ciclón tropical Idai, destruyendo el 90% de las infraestructuras, dejando tras de sí más de mil muertos, con caída de las líneas telefónicas, eléctricas, internet. Temores que vivió desde la lejana Maputo –“imagens mostravamme ríos e mares onde antes havia terras, aldeias e plantaçoes”–, historia similar a las ocurridas en 1992 y 1993, sin que nadie previera que podría volver a pasar. Esa lectura me trae a la cabeza el devenir del Grande Hotel situado en la ciudad. Construido en los años cincuenta para impresionar, “el orgullo de África” le llamaban los portugueses. En sus 21.000 metros cuadrados, 130 habitaciones, piscina olímpica, restaurantes y varios espacios para el baile se alojaron los mandatarios más relevantes del mundo. La hospedería pasó a mejor vida un 28 de febrero de 1963, convirtiéndose en un fantasma abandonado que renació cuando fue ocupado por cerca de 4.000 personas sin recursos o refugiadas. Durante mi primer viaje al país –noviembre de 2011–, tuve la oportunidad de conocer su historia gracias a los trabajos del fotógrafo catalán Héctor Mediavilla y del local Mario Macilau _ , reflejado en una exposición en el Núcleo de Arte de Maputo, patrocinada por la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) Muestra donde se podían ver paredes y salones desaliñados, la vida de sus ocupantes, el hacinamiento, la basura acumulada, la vida, en definitiva, de un lugar olvidado del mundo.
Mia Couto hoy es un escritor reconocido, quizá no tanto como creemos. Su obra ha sido traducida a más de 20 idiomas, llevada al cine, premiada con el Camões –el Cervantes luso– o el Neustadt –el nobel de EE UU–, participando en múltiples encuentros, incluso interviniendo como pregonero en fiestas como la de Sant Jordi del pasado año. Sus relatos están basados en hechos reales que te acercan a un singular realismo mágico africano, donde poesía y prosa se entrelazan creando escenarios y ambientes fascinantes. La historia de Imani, una joven de la etnia vachopi, te conmueve y enamora. La ambición y la perdición del emperador Ngungunyane te acercan a realidades tan lejanas como vigentes. Difícil vislumbrar el ambiente que vivió cuando tuvo que enfrentarse a los miedos y fantasmas surgidos tras la muerte de 25 mujeres –historia real–, devoradas por los leones y que los naturales de la zona concebían como algo sobrenatural, incluso reiterado. Las luchas por la liberación nacional, la independencia, la guerra civil, la patria, la nación, la pluralidad…, historias y crónicas que conocemos sin ser narradas por europeos.
Un par de días antes de volver, decido patear Maputo, sus calles, el Mercado Central, la preciosa estación del ferrocarril, Museu dos CFM, el Brazil-Mozambique Cultural Center o la Feira de Artesanato. Me acerco a la Fundación Fernando Leite Couto, situada en el número 961 de la Avenida Kim Il Sung, punto de encuentro fundado por Mia y sus hermanos en recuerdo de su padre, luchador contra la dictadura fascista de Antonio Salazar, que le obligó a huir de Portugal refugiándose en la entonces provincia portuguesa de ultramar. En sus paredes expone el pintor caboverdiano Miguelevy; se anuncian conciertos… Cuenta con una biblioteca surtida, pequeña librería, café-restaurante, convocatoria de varios premios, festival de teatro… con el propósito de dar a conocer y promocionar a artistas locales y del continente.
Curioseando en una librería, descubro a José Craveirinha; uno de sus libros ayudan a introducirse en las diversas tendencias culturales del país. No dejo de visitar Gil Vicente, sala musical emblemática, por donde han pasado las mejores bandas del país. Todos los presentes, menos yo, son de raza negra, lo que me llama la atención ya que en el Centro Cultural Franco Mozambicano donde se celebra el meeting musical, la presencia de estos es mucho más limitada, mostrando las reticencias que suponen muchas iniciativas europeas para la comunidad local a la hora de acceder, ya sea por cuestiones económicas y/o por barreras hegemónicas difíciles de flanquear. Muchas de esas situaciones y paisajes están en la obra de Couto.
Hoy, cuando su obra se difunde con cierta normalidad, no me resisto a recordar sus primeras ediciones en castellano a cargo de la Editorial Txalaparta de Tolosa. Releer Cronicando (1991), “un viaje por las múltiples caras de la realidad”. En Voces anochecidas (2011) nos acerca a su tierra natal y en Venenos de dios, remedios de diablo (2011), una pareja de ancianos vecinos de un pequeño pueblo africano darán respuestas a las múltiples interrogantes de un médico portugués en busca de un amor que le abandonó. Escritos que permiten visualizar la evolución de un escritor que da vida a un país mágico, desconocido y contradictorio.
Comentarios
Por Odiloj, el 19 enero 2020
Se agradece y nucho- el poder disfrutar de un domingo templado y reminiscente, con la lectura de relatos nada etnocentristas que nos conciencian y evocan un mundo (o granos de arena) que no sólo son posibles sino que existen
Por Pascal Nkula, el 19 enero 2020
Bom dia Ruben.
Conteudo muito réaliste e intéressante.
Bom trabalho.
Por Rubén, el 19 enero 2020
Muchas gracias
Por Rubén, el 19 enero 2020
Pascal muchas gracias.