Sergio C. Fanjul, el poeta de los gorriones muertos

El escritor y periodista Sergio C. Fanjul

El escritor y periodista Sergio C. Fanjul

El escritor y periodista Sergio C. Fanjul

El periodista y escritor Sergio C. Fanjul, columnista de ‘El Asombrario’, ha ganado el VIII Premio de Poesía Joven Pablo García Baena con ‘Inventario de Invertebrados’, libro publicado en La Bella Varsovia. Hablamos con él de escolopendras y gorriones, de periodistas y Facebook, de los ‘grasa-bares’ donde encuentra inspiración, de miedos, finales horribles y «esquizofrenia textual».

Permíteme, Sergio, que comience leyendo un poema de tu libro que me ha gustado especialmente, el titulado Tú, entre las zarzas:

«Yo estoy dentro de la cama, y dentro de mí hay

un cerebro y dentro del cerebro

un laberinto blando, y dentro del laberinto

estás tú,

perdida, chocando con las paredes, huyendo

del Minotauro con un temblor de brisa,

de pequeño animal que tiembla. Dentro de ese

animal hay un vacío y dentro del vacío

está la piedra y dentro de la piedra hay una isla

y dentro un bosque por el que corres a

oscuras,

entre ramas, zarzas, flores y encuentras la casa,

-porque dentro del bosque hay una casa- y

dentro de la casa hay una cama, y dentro

estás tú misma, dormida,

convulsa, anestesiada y dentro de tu pecho un

corazón, y dentro del corazón hay un latido

y un latido y un latido, y entre dos latidos

estoy yo, arrullado entre las sábanas».

Ese maravilloso ritmo en bucle que martillea el sentimiento, ¿de dónde lo sacas?

El ritmo me sale de oído; creo que debería ser rapero, me sale sin querer; incluso cuando escribo artículos periodísticos, a veces tengo que cambiarlo porque me salen demasiado rítmicos, y pueden parecer de coña.

¿No vendrá algo también de tu madre, tan ligada a la danza?

Pues igual; es coreógrafa y profesora de danza; ha tenido academias en Oviedo y ahora en Gijón, y, por cierto, fue profesora de Letizia Ortiz, la Reina, y de su madre y sus hermanas.

Tú también bailabas…

Yo bailé hasta la adolescencia; pero era muy duro, la danza es muy dura.

¿Y tu madre también?

Sí, sí. Bueno, exigente. Después de llegar del cole, yo lo que quería era comer magdalenas; aquello era muy duro. Bailaba clásico y contemporáneo. Debuté en el Teatro Campoamor, donde se dan los Premios Príncipe – ahora Princesa- de Asturias, haciendo de Romeo.

Y la inspiración, ¿de dónde te sale?

Yo creo que la poesía tiene más que ver con ir por la calle y que se te ocurra algo como un chispazo, que con sentarte en una mesa a trabajar y trabajar para escribir 200 o 1.000 páginas. A mí se me ocurren las cosas paseando. Para la narrativa yo creo que hace falta más disciplina. Lo que sí requiere la poesía es que luego hay que corregirla mucho. Y yo debería corregirlas más, para que no me queden tan desbaratadas.

En tu proceso creativo, ¿tienes algún hábito o manía?

Ahora con el iPad es muy guay, porque, como siempre lo suelo llevar encima, escribo en cualquier momento, aunque no suene nada romántico decir que escribo así. También a veces tumbado en la cama o en un bar. Pero sobre todo se me ocurren cosas cuando paseo. Así que el trabajo de un poeta como yo es pasear mucho.

¿Y por dónde paseas?

Por Madrid, que está muy bien para pasear. E ir mucho a los grasa-bares, a los bares Paco, a los tradicionales, a escuchar a la gente. Lo mío es anarquismo metodológico.

¿Algún poeta de referencia?

Me gustan los que usan la ironía y se toman la poesía también como un juego. Como Ángel González, muy irónico, o Nicanor Parra, que hay mucho humor en su poesía… Oliverio Girondo. Suelo decir esos.

Te preguntan esto en todas las entrevistas, ¿no?

Bueno, es la pregunta que siempre se hace.

Y lo de ejercer de periodista, ¿te ayuda a encontrar inspiración, por lo que tiene de conocer distinta gente, ambientes, mundos?

Sí, sí; el libro anterior, La Crisis, era superperiodístico, eran todos temas de actualidad. Este, Inventario de invertebrados, también. Y el que estoy escribiendo ahora, que va sobre la adicción a Internet, también. Como además soy un periodista que hace de todo… Muchas veces las ideas me surgen de los artículos, y también, que no te lo dije antes, de las ocurrencias que pongo en Facebook.

En periodismo, ¿algo de lo que te guste más escribir?

Cultura y ciencia. Es lo que hago básicamente. Cultura porque me gusta, y ciencia por formación.

¿Lo de haber estudiado Astrofísica ayuda para la poesía?

Esa es la pregunta del millón… Sí, en mis poemas hay muchas referencias a la ciencia. Ese poema que te llama la atención y con el que has empezado, del ritmo en bucle, bebe mucho de la ciencia, porque en ciencia las estructuras están unas dentro de otras; átomo, molécula, célula, cuerpo, estrella, galaxia, universo… Ese juego de muñecas rusas tiene mucho que ver con la ciencia, que también es un juego de muñecas rusas.

Hay imágenes que se repiten en este libro, no sé si eres consciente… Pájaros muertos…

Ay, no.

Ilustración: Liliana Peligro.

Ilustración: Liliana Peligro.

La madre, el sol, el cerebro, el amor y el desamor.

Bueno, amor y desamor son temas clásicos de la poesía y la vida. La madre también. Mira, el sol puede representar…

La parte astrofísica…

O el padre, no sé… ¿Y qué más dijiste?

El cerebro y los pájaros muertos.

Para el pájaro muerto no tengo explicación. Alguien dijo, en sentido alegórico, que todo poema tiene un pájaro dentro, pero, claro, no sé si tiene que estar muerto…

¿No tienes obsesión con los pájaros muertos, en concreto los gorriones?

Mira, puedes titular esta entrevista como «el poeta de los gorriones muertos».

Pues funcionaría, porque hace poco escribí aquí un artículo sobre que cada vez quedan menos gorriones en nuestras ciudades, y no veas el éxito que tuvo…

No lo ví. ¿O sí?

El título era muy bueno: «Cada vez más gorrones y menos gorriones».

Ostras, tú, pues no lo vi. Tengo que leerlo. A ver si se me ocurre algo de los gorriones muertos para darle una explicación por si me lo vuelven a preguntar.

Así comienza ‘Inventario de Invertebrados’: «La febril escolopendra, las cuarenta y dos patas del ciempiés, las lombrices, los tremátodos y los nematelmintos, los duros pelos de la reina Tarántula, las larvas, las larvas, las larvas y las babas de la babosa infame, todos estaban a mis pies, entre las sábanas, al fondo de la cama»… ¿Te siguen dando asco los invertebrados?

Hombre, claro.

Estos dos versos me encantan: «¿Cuánto me quieres? / Te quiero aproximadamente»… Volviendo a los invertebrados, ¿te siguen dando asco?

El primer poema del libro cuenta eso, que de niño me daba repelús meter los pies debajo de las sábanas hasta el fondo de la cama por si había bichos. Y habla de un libro de texto, del colegio, con unos invertebrados dibujados en la portada, que a mí siempre me dio mucho asco. Pues hace poco encontramos un ejemplar en una librería de segunda mano de Oviedo. Y Liliana [su chica e ilustradora] aprovechó esa portada para el collage que ilustra la portada del libro. Tiene anécdota.

Los seres humanos, ¿también te dan miedo o asco?

(Risas y cara de asombro). ¿¿¿Por???

Por nada, es un pregunta. No tan clásica como las referencias poéticas, pero una pregunta.

Nooo. Los seres humanos me gustan… aproximadamente. Depende de los especímenes.

¿Y la especie de los periodistas?

¿Si me gustan o si me dan miedo?… Me gustan, me parece gente bastante, bastante guay. O sea, quiero decir que, por esto de escribir artículos, te metes en muchos mundillos, como el de la literatura, el teatro o el arte plástico, y muchas veces descubres que son mundos muy difíciles, con problemas, competencias, dimes y diretes, egos… En el periodismo yo creo que hay menos. También es verdad que soy free lance y trabajo desde casa. Quizá si estuviera en una Redacción diría: vaya mierda… Pero yo a los periodistas los veo en bares y en ruedas de prensa, y me cuentan cotilleos y anécdotas… A ti, ¿te dan asco?

A veces, cuando llegan a un estatus de soberbia, sí, me asquean… Tengo aquí apuntada una pregunta, no sé por qué, pero allá va: ¿Sufres esquizofrenia textual?

Ah, eso viene porque lo puse en mi blog una vez.

Pues lo debí de leer ahí, sí… ¿La sufres?

Eso se refería a estar todo el día escribiendo en diferentes géneros y registros. Desde El País a El Asombrario, poesía… En Solo ante el peligro, mis columnas de El Asombrario, recupero un poco lo que hacía en mi blog como Txe Peligro… Soy un esquizofrénico textual. Lo voy mezclando todo porque estoy obligado a escribir mucho porque necesito tener unos ingresos. Y a veces tienes la sensación de que produces como si fueran churros, y eso tampoco mola. Pero tengo que comer.

¿Tu opinión de las redes sociales, donde funcionas muy bien en Facebook?

Me preocupa mucho el tema de la adicción y la infoxicación. De hecho, en mi teléfono no las tengo, y ahora las quiero quitar de mi iPad, para hacer un buen uso, medido, de ellas, y que no te hagan picadillo los días. Pero, por lo demás, me parecen bien, sobre todo para descubrir que todo el mundo tiene buenas ideas, cuando antes pensaba que sólo las tenía yo. Y que, quien más quien menos, todos ponen algo interesante o bien ocurrente o divertido, o una buena foto… Que todo el mundo puede aportar algo bueno. Y luego también se dice que en las redes sociales hay mucha gente estúpida y mal hablada, pero, bueno, que hay mucha gente así ya lo sabíamos, ¿no?

¿Y eso no puede bloquear al creador, llevarle a pensar que ya está todo hecho e inventado o escrito?

Sí, claro, y también la cuestión de la pérdida de atención; eso de que todo el mundo ande disperso a mí me afecta.

¿Temes acabar mal?

(Risas y cara de sorpresa).

Sí, sí, acabar mal…

Pues… no… ¿Por qué?

En tu libro veo miedos, finales tristes, inesperados, gorriones muertos, los invertebrados acechando, el amor que termina…

Yo soy muy miedoso. Tengo ansiedad. Escribí una columna hace poco para El Asombrario sobre los antidepresivos que era autobiográfica https://elasombrario.publico.es/el-dia-que-deje-los-antidepresivos. Yo siempre he sido nervioso, y me como las uñas…

¿De las manos o de los pies?

(Risas). Las de los pies me las arranco… Me da mucho placer… Tengo miedos a que pasen cosas terribles…

¿Como por ejemplo?

A que la gente se muera, a que me muera yo, a que pasen desgracias.

¿Cómo sería tu peor futuro?

Joer, vaya preguntas, menudo bajón…

Me las ha inspirado tu libro, Sergio, sé consecuente… La siguiente, que es la última, es más positiva y luminosa. Final feliz.

Que toda la gente que conozca muera y yo me quede con una enfermedad degenerativa incurable.

¿Y tu mejor futuro?

Ay, no sé… Ganando mucho dinero escribiendo y siendo muy feliz.

¿Escribiendo de todo, en la esquizofrenia textual?

Sí. Ahora, por ejemplo, quiero escribir un ensayo sobre la cuenca minera asturiana. Ahora que se acaban las minas… El otro día, bajamos a la mina, a 700 metros de profundidad.

¿Y sentiste miedo, agobio, ansiedad, claustrofobia, acechaban invertebrados?

No, lo que sentí fue lo sublime kantiano. Según Kant, lo sublime es la sensación de pequeñez, de insignificancia, ante la grandeza de la naturaleza. La inmensidad que te sobrepasa.

¿Tienes familia minera?

No, pero mi familia materna procede de la cuenca minera del concejo de Aller; mi abuelo era ganadero y carnicero y proveía de carne a los economatos de una empresa minera.

Aller…, que en asturiano se escribe Ayer… Cómo suena eso de «Vivo en el Ayer…». Ahí tienes poesía, Sergio, aparte de ensayo.

Sí, y conocía a una chica a la que siempre llamábamos «la chica de Ayer», como la canción de Nacha Pop.

Para que no tengas la sensación de bajonazo: ¿Te dio subidón el premio por ‘Inventario de Invertebrados’?

Claro, y publicar en la editorial de Elena Medel. Y también porque pensaba que ya, entre una cosa y otra, nunca más iba a hacer poesía, y sin embargo, ahora me ha animado a seguir… Estoy escribiendo sobre la adicción a Internet… En poesía.

Terminamos con otros versos, que son de mis preferidos, del poema Los años de aquel pájaro muerto.

«Los años que te debo, que te dejé

frente a la puerta envueltos en papel de estraza

y no saliste a recoger. Los años que quisimos

hacer miel

e hicimos brea, los que nos venían de frente,

como un tsunami que solo deja vivas dos

personas,

y al final nadie supo qué pasó, por qué se

fueron,

adónde va a parar el tiempo después de

revolvernos

los cabellos, si duerme o muere o simplemente

calla».

Más sobre Sergio Fanjul en ‘El Asombrario’

Y en su sección: ‘Solo ante el Peligro’.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.