Ellos, los que ascienden por mis muslos
“Ya están aquí. Puedo sentirlos en la planta de los pies, juegan entre los pliegues de mis dedos, con rapidez ascienden por las piernas y se alojan en las corvas, que inspeccionan durante un tiempo infinito”. Entrega número 11 de los ‘Relatos de Agosto’ escritos en colaboración con el Taller de Escritura de Clara Obligado.
POR CRISTINA CONEJERO
Hoy, como aquel día, la Luna ilumina el sendero cada vez más estrecho y las sandalias me protegen de las piedras del camino. Aunque no me quejo, las ramas arañan mi cuerpo desnudo. Guiada por el aroma de las madreselvas, ocultas en la niebla incipiente, desemboco en el gran claro donde el agua espera en calma. Con cuidado aparto los nenúfares y, poco a poco, sumerjo mi cuerpo. El cabello flota y produce un cosquilleo que aumenta la impaciencia.
Ya están aquí. Puedo sentirlos en la planta de los pies, juegan entre los pliegues de mis dedos, con rapidez ascienden por las piernas y se alojan en las corvas, que inspeccionan durante un tiempo infinito. Animados a seguir la senda, se desplazan por el interior de los muslos que me esfuerzo en no cerrar por temor a infligirles un daño irremediable. Mis manos reconocen las raíces que me laceran la espalda, las amarro al tiempo que hundo los talones en la tierra escurridiza. No sé qué son ni cuántos, solo procuro no moverme para no frustrar el éxtasis que se prolonga hasta que ellos deciden.
Con las gotas del rocío posadas en mi vello y los primeros rayos de sol cómplices del encuentro clandestino, regreso a casa. Allí exploro mi cuerpo, con la esperanza de que esta vez sí pueda descubrirlos.
Comentarios
Por Miguel Humberto Hurtado, el 17 agosto 2018
Excelente. Felicitaciones.
Por Cristina, el 24 agosto 2018
Muchas gracias por su comentario. Me alegro que le haya gustado. Un abrazo