Mérida y el burdel invisible de Vulcano

Verónica Forqué y Javier Mora durante un momento de la representación de ‘Los Hilos de Vulcano’ en Mérida.

Verónica Forqué y Javier Mora durante un momento de la representación de 'Los Hilos de Vulcano' en Mérida.

Verónica Forqué y Javier Mora, durante la representación de ‘Los Hilos de Vulcano’ en Mérida. Foto: Jero Morales.

El Festival de Teatro Clásico de Mérida estrenó anoche ‘Los Hilos de Vulcano’, un espectáculo que fusiona música y comedia para tratar el imperecedero tema de la infidelidad, con un gran elenco formado por Verónica Forqué, Fele Martínez, Mélani Olivares, Tomás Pozzi, Javier Mora y Carmen París.

En la recientemente terminada sexta temporada de la serie Juego de Tronos aparece como parte de la trama una compañía de teatro que se dedica a cantar, en las plazas de la ciudad libre de Braavos, la historia del odio milenario e inflexible entre las estirpes de los Lannister y los Stark. Pero no es lo que cuentan lo importante para nosotros en este caso, sino, más bien, cómo lo cuentan. Se trata de una forma de narrar que se regodea en lo popular y la cachiporra. Una troupe que, por medio de la exageración y la sátira, del lenguaje grotesco y la gesticulación profusa logra un acercamiento directo y sincero con el público, al que le muestra, como cotidiana, la vida y el destino de reyes, cortesanos y princesas.

Probablemente estos mismos ingredientes son los que ha querido utilizar la dramaturga Marta Torres al enfrentarse a la empresa de poner en pie el andamiaje de una obra como Los Hilos de Vulcano, que anoche se estrenó en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Si acudimos a la definición de Teatro Clásico nos encontraremos con una doble vertiente: La que reivindica los textos y héroes clásicos como personajes y argumentos para las tramas, y la que, además, reclama una determinada forma de hacer, sustentada en la gravedad para el drama y lo satírico y funcional para la comedia.

En Los Hilos de Vulcano ambas premisas se cumplen. Por un lado se nos cuenta la historia de la infidelidad de Afrodita (Venus) con su marido Hefesto (Vulcano) que se recoge en el canto octavo de La Odisea. Y por otro se utilizan la comedia y la sátira para divertir al público, sin mayores pretensiones. Y ese es, precisamente, uno de los grandes aciertos de esta producción: que se aleja de la pomposidad que podría acechar tras una función concebida para un escenario como el Teatro Romano de Mérida y, sin embargo, se asienta sin inhibiciones y con descaro en eso que llaman simplemente diversión. Y eso fue lo que hizo el público que casi llenó el recinto (2.500 de las 3.000 localidades). Reír y divertirse.

Fele Martínez y Mélani Olivares en 'Los Hilos de Vulcano'. Foto: Jaro

Fele Martínez y Mélani Olivares en ‘Los Hilos de Vulcano’. Foto: Jero Morales

La complicidad que existe entre la directora Marta Torres y la compañía Toom-Pak -que coproduce este montaje junto al Festival de Mérida- ayuda y mucho a la frescura del espectáculo. Toom-Pak es un grupo teatral al más puro estilo Stomp o Mayumaná creado en 2003 en Alcalá de Henares con el que Torres triunfó en la XIV edición del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá con el espectáculo ReciclART 2.0. La compañía se sirve de instrumentos realizados con materiales reciclados para crear espectáculos en los que la percusión es protagonista. ¿Qué mejor herramienta que los ritmos básicos y ancestrales de los tambores para ayudar en la puesta en escena de una obra clásica? Al espectador se le antojará de inmediato que esos mismos elementos (sin microfonar, por supuesto) podrían haber sido utilizados por antiguas compañías teatrales que se estrenaron hace siglos en el coliseo emeritense.

Y no olvidemos ese as en la manga que supone haber contado con la cantante y compositora Carmen París como tercera pata de este montaje. París -que recibió en 2014 el Premio Nacional de Músicas Actuales por su valentía al fusionar estilos tan dispares como la jota aragonesa, el jazz, las músicas andalusíes y el flamenco, entre otros- pone banda sonora, por medio de cuatro canciones intercaladas, a esta obra. La artista logra uno de los momentos de mayor intensidad de la velada con la interpretación de la canción Ni las brasas de tu fragua que recuerda a una de las letanías de la más emocionante María del Mar Bonet cuando puso música a Arenal, una de las más aplaudidas coreografías de Nacho Duato.

Marta Torres teje un texto y una función en la que las pinceladas más delicadas se unen solidariamente para dibujar un efectivo lienzo a gruesos brochazos que sabe llevar a los personajes a reírse de sí mismos. Pero también es complicado. En esta obra se barajan elementos tan dispares (a la par que sensibles) como la masturbación femenina, los juguetes para el placer sexual, la prostitución enfrentada al matrimonio; el amaneramiento, el exceso y el amor libre; la diferencia y la fealdad de “los contrahechos” o los que no han sido agraciados físicamente por la fortuna; la liberación de la mujer y el sometimiento… Y es muy de agradecer que la autora y directora sea osada. Pero me pregunto qué habría ocurrido con esta obra de no haber sido interpretada por un elenco de actrices y actores tan sólido como el que la puso en pie anoche.

Verónica Forqué está fantástica en su papel de Aspasia, la regidora de un prostíbulo al que acude con asiduidad Vulcano. Desde su primera frase: “La vida es maravillosa y me encanta hacer la calle” será poseída por una maravillosa y contagiosa vis cómica. Mélani Olivares como Venus, Tomás Pozzi en su papel del dios Sol, Javier Mora dando vida a Marte y Fele Martínez como Vulcano consiguen, con la cantidad justa de histrionismo, llevar a muy buen puerto este montaje. Mención especial merece Martínez, capaz de parar en seco la comedia para dar un salto mortal (breve) hacia el drama con un duro monólogo sobre el sufrimiento del enfermo y el diferente.

Hay muchas cosas ocultas en este montaje. Desde los hilos que dan título a la obra hasta ese burdel del que escuchamos tantas divertidas historias y que sirve de segundo escenario (invisible) de una trama que transcurre casi en su integridad dentro de la fragua de Vulcano y en las plazas allí donde llega la luz del sol. Pero entre tanta comedia hay escondidos también casi invisibles mensajes muy serios y radicales. Como muestra, dos ejemplos: Uno, que el dinero es en la era contemporánea el único ingrediente capaz de garantizar una igualdad efectiva entre los seres humanos. Dos, que, independientemente de las denominaciones, la semántica y la fonética; de los papeles, los registros civiles y de parejas de hecho, no hay vínculo más fuerte que el sellado con la felicidad. Así que gocemos con quien nos plazca y nos haga feliz.

‘Los Hilos de Vulcano’ se representa hasta el 24 de julio en Mérida.

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Miembros de la compañía Toom-Pak y Verónica Forqué en 'Los Hilos de Vulcano'. Foto: Jaro Morales.

Miembros de la compañía Toom-Pak y Verónica Forqué en ‘Los Hilos de Vulcano’. Foto: Jero Morales.

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Comentarios

  • Alex Mene

    Por Alex Mene, el 21 julio 2016

    Interesante

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