Una visita al santuario de la vaca Abigail y el jabalí Rayito
Como broche al cierre de ‘Santuarios’, la última de las exposiciones de Capital Animal, que se ha podido visitar todo el verano en Matadero Madrid, visitamos el santuario Wings of Heart, dedicado al rescate de los llamados «animales de granja». Allí conocemos las tristes historias de la vaca lechera Abigail, de Evelyn -una oveja abandonada en un barranco-, el jabalí Rayito y el cerdo Barbosa. Tristes historias pero con final feliz, gracias a este centro que, como otra veintena en España, lucha por concienciarnos en el respeto a todos los animales.
Por LAURA L. RUIZ
Como en muchas obras, conocer la fuente de inspiración del artista ayuda a valorar el resultado final. Podemos entrevistar al personaje retratado para ver qué enamoro al pintor, podemos pasear por los valles inmortalizados en un lienzo o podemos perdernos por las calles donde transcurre la trama de la última novela de nuestra escritora favorita. En este caso teníamos un reto mayor: conocer a los protagonistas de Santuarios, la exposición de la primera edición de Capital Animal que hasta hoy, domingo 11 de septiembre, se ha podido visitar en el patio de Matadero Madrid.
Decimos que es un reto mayor ya que sus protagonistas no tienen móvil, no tienen agenda y ni si quiera entienden nuestro idioma. O sí. La cerda Llama, la oca Merche o el toro Manuel, junto a otros animales rescatados de granjas, han logrado hacer visible su historia gracias a las lonas que desde mayo se han podido ver en el centro creativo del ayuntamiento de Madrid y que hoy ya serán plegadas. De la mano de las fotografías de Filming for Liberation y Tras los Muros y de los dibujos de Joaquín Secall, grandes y pequeños han podido conocer a esos animales que hay detrás de muchos de los productos de consumo que compramos en nuestro día a día.
Quien no haya visto nunca de cerca una oca, un cerdo o una cabra pensará que los dibujos de Joaquín Secall no son realistas. Los animales sonríen y se muestran contentos. Como nos imaginamos que debería ser. Aunque no los encontraremos así en las granjas, sólo en los santuarios. De la mano de la comisaria de la exposición, Ruth Toledano, y del propio Joaquín Secall hemos visitado Wings of Heart, un recinto donde habitan Manuel el toro y Ruth la vaca. Ellos han sido retratados en esta muestra, donde además de mostrar su belleza, nos cuentan su historia.
Un relato que, sin detalles, es similar al del resto de habitantes de Wings of Heart: cuando la industria ganadera decidió que ya no eran rentables se deshizo de ellos. Ni cuidados veterinarios, ni segundas oportunidades. Esto le ocurrió a Abigail, una vaca lechera que descansa ahora en el santuario. Allí nos dicen que debe de ser la única vaca frisona de España que tiene 20 años. Por las condiciones de explotación para extraer su leche, no suelen vivir tanto tiempo. Además de una vida longeva, Abigail tiene la enorme suerte de poder convivir con su último hijo, Ezequiel. Aunque es poco conocido, las vacas son apartadas de sus terneros nada más nacer para conseguir su leche. Cuando deja de producir, comienza de nuevo el ciclo de reproducción.
La última en llegar a esta gran familia ha sido Evelyn, una oveja que fue rescatada de un barranco por unos excursionistas. Cuando dieron con su legítimo propietario este les confesó que la había dejado allí para morir, ya que no se sostenía sobre sus patas y tenía una gran infección. Hoy descansa sobre un lecho de paja limpia recuperándose de sus heridas, de la sarna, del hambre y, sobre todo, del miedo. Un sentimiento que nunca ha sentido Javi, un toro rubio que viendo su dimensión nadie adivinaría que fue criado a biberón. Fue rescatado casi recién nacido y después de más de tres años es uno de los príncipes del santuario. Y es que en Wings of Heart se valora más la vida de los animales que el coste o esfuerzo que cuesten sus cuidados. Con la aportación única y exclusiva de sus más de 800 socios, luchan cada día para dar una vida mejor a más de 300 animales.
Buena prueba de ello son los voluntarios que cuidan cada día a los animales y las tres personas que viven de forma indefinida allí. Entre ellos, Laura y Eduardo, fundadores del santuario. “Eramos activistas por los derechos animales y nos dimos cuenta de que había muchos refugios para perros y gatos, pero ninguno para animales de granja”, recuerda Laura a El Asombrario, que explica que, a diferencia de las otras protectoras, ellos no pueden dar en adopción a los animales por la complejidad administrativa y de necesidades específicas que tienen. “Ahora habrá entre 15 y 20 santuarios antiespecistas en España, y en el mundo hay muchos especializados: en animales de granja como el nuestro, de cetáceos, de primates, de grandes felinos, etc”.
Antes de que nos pongamos serios, aparece Rayito, un pequeño jabalí que, pese a solo tener dos días cuando lo encontraron, ya sabe lo que es la maldad humana. Hasta el santuario llegó gracias a dos personas mayores que descubrieron que algo se movía al ir a vaciar un piso que había estado alquilado. Era Rayo, que había sido abandonado a su suerte allí por un cazador que, presumiblemente, lo habría sacado del bosque tras matar a su madre. Ahora es un cariñoso jabalí que a la mínima de cambio se tira al suelo a enseñar la barriga a los visitantes del santuario y disfrutar de las caricias.
En la charca, disfruta junto a Barbosa, un cerdo bastante grande que fue rescatado gracias a la acción de unos activistas. Una decena de personas se encadenaron al camión que transportaba cerdos a un matadero de las afueras de Madrid. Además de hacer patente su protesta y retrasar las ejecuciones, lograron que liberaran a un cerdito de apenas semanas. De estar a punto de morir sin haberle dado tiempo a ver la luz del día, Barbosa pasó a estar seguro el resto de sus días. Una suerte que no tienen todos los animales considerados «de granja», pero que los que sí la tienen nos ayudan a comprender que hay otras formas de tratar a los animales y vivir en un mundo con menos sufrimiento para todas y todos. Exposiciones como Santuarios tratan de difundir ese mensaje: los animales son alguien, no algo.
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