La ‘Ola Verde’ por el derecho al aborto en Argentina llega a España
En 2018 se debatió un proyecto de ley de aborto legal cuya controversia partió en dos un país, Argentina, donde cada semana muere una mujer por la carnicería que suponen estas intervenciones sin la menor seguridad. Tras la victoria de la ley en la Cámara de Diputados, y antes del voto definitivo en el Senado que la echó para atrás, el director Juan Diego Solanas (Buenos Aires, 1966) decidió filmar la última batalla contando con una impresionante batería de testimonios. El resultado: la estremecedora película documental ‘La Ola Verde. Que sea ley’, que se estrena este viernes en España, en sintonía con el fin de semana de celebración del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer.
Justo cuatro días antes del estreno en España de La Ola Verde. Que sea Ley, el presidente argentino Alberto Fernández anunciaba su intención de enviar al Congreso un proyecto de ley sobre la despenalización del aborto, un asunto que se cobra semanalmente una vida en ese país a causa de las pésimas condiciones en que se practican las intervenciones para interrumpir embarazos no deseados. La noticia alegra al cineasta, que confiaba en el talante reparador del actual presidente, político formado en el Derecho penal. “De nuevo hay que esperar el voto del Senado”, comenta Juan Diego Solanas, que recorrió más de 5.000 kilómetros en ocho meses de rodaje, recogiendo testimonios valientes y valiosos de mujeres que estuvieron a punto de morir por culpa de los abortos clandestinos a los que se tuvieron que someter sin más remedio. “Pudiera parecer que escogí los más sobrecogedores, pero no es así. Todo lo que me contaban esas mujeres era absolutamente escalofriante. Me impresionaron mucho los médicos, transformados en una especie de asesinos. No son historias exóticas, son actuales y está pasando”.
En espera de próximos acontecimientos, el director considera imprescindible la movilización, a la que llama con su película, sin el menor disimulo. La Ola Verde. Que sea Ley, se proyectó con impacto en los últimos festivales de cine de Cannes y San Sebastián. Ahora llega a las pantallas de España.
En 2019 la pobreza en Argentina asolaba al 33’6 % de la población y al 48 % de los menores. 70.000 mujeres ingresan cada año en hospitales públicos gravemente enfermas a causa de abortos clandestinos practicados en lamentables condiciones. Con restos de perejil en la vagina o medicadas sin control, sus vidas corren un peligro objetivo cuando acuden a los centros médicos en busca de ayuda, y solo encuentran el desprecio de los rectos galenos, entre los que más de uno practica por dinero las mismas intervenciones que censuran. Eso sí, a quien pueda pagarlo. Más cifras: cada 32 horas, el país registra un feminicidio, y cada tres horas una adolescente argentina se convierte en madre sin tocar la fibra, ni el bolsillo, de los ultracatólicos defensores de la vida. La hipocresía es absoluta.
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Intervenciones furtivas en manos de curanderas
Lu es una joven de 25 años. Desde los seis, fue insistentemente violada por el novio de su madre, defensora pertinaz del maldito maltratador. Cuando Lu se quedó embarazada, barajaron varias opciones. Fingir que el bebé era de la madre o entregarlo en adopción. Finalmente supieron de una curandera que administraba a saber qué brebaje para inducir el aborto. Lu a punto estuvo de morir desangrada. “Yo ya no quería ni mi vida ni la del bebé”, cuenta la joven asegurando lo mucho que contempló la posibilidad de suicidarse.
Otras como Liliana Herrera no han podido dejar más testimonio que el de su muerte a causa de una de esas intervenciones furtivas. Un sacrificio atroz que, sin embargo, no lamentan quienes aseguran “estar del lado de la vida”. “Argumento que nosotros negamos”, cuenta el director. “Provida somos quienes peleamos por esta ley. A quienes están en contra yo les denomino antiderechos”.
“Nadie es feliz de abortar”, sentencia un sacerdote de Quilmes, ciudad situada al sudeste del Gran Buenos Aires. La teóloga Eli San Martín, que también participa en la película documental, explica: “La Iglesia ha sostenido siempre al patriarcado. Buscamos cambios simbólicos. Si Dios es varón, el varón es Dios”.
La ginecóloga: “Si te duele, te jodés”
Florencia mira a cámara recordando el maltrato sufrido por parte de una doctora cuando tuvo que acudir urgentemente al hospital para intentar salvar su vida. La afectada evoca el olor a podrido del almacén del centro sanitario donde la depositaron sin administrarle ni siquiera un calmante. El dolor recalcitrante en su vientre, los mareos, la fiebre… Pero la peor punzada fueron las palabras de la ginecóloga, al detectar los restos de pastillas alojadas en su útero, prueba del aborto chapucero que acababan de practicarle. “Vos te embarazaste. Pues si te duele, te jodés”. La crudeza del maltrato hospitalario elevada a la máxima potencia. Pura maldad.
Lorena relata cómo consiguió interrumpir su embarazo con la medicación conseguida por un amigo farmacéutico, que utilizó sin la menor protección pero con la conciencia irremediablemente removida. “Una no se levanta un día y dice: vaya, hoy está lindo, me voy a hacer un aborto”.
Rodeada de policías mirando tus partes íntimas
Otras mujeres aceptan regalar su testimonio a la película, posando de espaldas. Es el caso de Belén, que terminó en la cárcel por un aborto espontáneo. “Lo que yo pasé no me gustaría que lo pasara nadie. Llegas al hospital con un dolor abdominal insoportable y cuando te despiertas estás rodeada de policías mirando tus partes íntimas con el apoyo de los médicos. No he vuelto a pisar un hospital. Si me duele algo, me aguanto”, confiesa entre sollozos.
El director, nacido en Buenos Aires, creció en París en una familia exiliada, progresista y feminista. Empezó a trabajar como asistente de fotografía de su padre, Fernando Pino Solanas, también cineasta. Se dedicó a la publicidad hasta que en 2001 dirigió su primer corto, L´homme sans tête, debutando cuatro años más tarde en el largometraje con la película Nordeste. En 2012 dirigió a Kirsten Dunst en Un amor entre dos mundos. Con La Ola verde. Que sea ley, presenta su tercer largo.
“El derecho al aborto nos incumbe a todos”
Solanas admite que, sin duda, este es el siglo de los derechos de las mujeres, precisando que el tema del aborto no es una reivindicación exclusivamente femenina ni feminista aunque la película lo es. “Considero que el derecho al aborto nos incumbe a todos. Los hijos, casi siempre, se tienen entre un hombre y una mujer. Por tanto, en los embarazos indeseados ambos son responsables, aunque suelen ser los hombres quienes se lavan las manos”.
“Empecé filmando lo que sucedía en la calle. Fue maravilloso, emocionante. Hablé con abogados para saber lo que tenía que evitar con el fin de no hacer daño a nadie. Son historias muy dolorosas y sobre todo muy íntimas. Imagino que las conseguí porque inspiré confianza y también gracias a la ayuda de las llamadas Socorristas, mujeres que ayudan a abortar atendiendo a través de una línea telefónica. A ellas también las entrevisté, apoyado en muchas sutilezas, porque su tarea está al límite de la ilegalidad”, explica Solanas.
“Lo que me moviliza es la desigualdad”
El cineasta creció en una burbuja de ambiente progresista con mujeres feministas militantes; la primera, su madre, “rodeada de amigas que recuerdo como una pandilla de capas muy potentes, partidarias todas ellas de la ley de cupos y la discriminación positiva”. “Cuando supe que en Argentina otras mujeres morían a causa de los abortos clandestinos, sentí tremenda bronca, impotencia, vergüenza de que algo así pudiera estar pasando en mi país. Fue como si alguien me hablara de un fallecido por tétanos porque la vacuna es ilegal. Incomprensible. Argentina ha sido un lugar muy avanzado en materia de Derechos Humanos sobre todo después de la dictadura. El asunto fue como un eructo para mí. Una indigestión”.
Asegura Solanas que su militancia es la injusticia. “A mí lo que me moviliza es la desigualdad. Las mujeres son un grupo humano que supone más de la mitad de la humanidad. Respecto a un derecho como el del aborto libre, legal y gratuito, nada que discutir”.
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