El mejor indio, el mejor vaquero y la mejor princesa del cine
David Felipe Arranz, escritor, periodista y profesor de periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid, ha publicado recientemente Indios, vaqueros y princesas galácticas. Los rebeldes del cine (Pigmalión). Sometemos a este experto cinéfilo a un cuestionario rapidísimo sobre lo mejor de la historia del cine y nos construye así toda una cineteca de películas imprescindibles. Sin desperdicio para llenar nuestra cabeza de mitos de la gran pantalla que nos distraigan.
¿De dónde sale esta pasión tuya por el cine?
De la infancia, en concreto del Cinematógrafo, un ciclo de cine para niños que organizaba durante años la Caja de Ahorros Popular en Valladolid. Vimos cine, muchísimo cine clásico; era una escuela.
¿Y cómo la alimentas?
Igual que la bibliofilia o la melomanía; creo que el cinéfilo auténtico necesita ver cine, igual que leer vorazmente o recibir ese alimento cultural que, como escribió Stanley Cavell, puede hacernos mejores.
Recientemente has publicado ‘Indios, vaqueros y princesas galácticas’. ¿De qué va?
Es un homenaje a los rebeldes del cine y a filmes y cineastas que hicieron de la resistencia y la subversión su ideario ético y estético, no solo en la ideología volcada en sus trabajos, sino en las tramas y personajes que construyeron.
Y el 14 de febrero presentasteis ‘Amores de cine. Pasiones más allá del celuloide’. Cuéntanos qué es este libro.
Se trata de un volumen que he coordinado para la editorial Pigmalión, continuando con los anuarios dedicados al amor de esta editorial, y que recoge 52 propuestas creativas y ensayísticas sobre el cine y el amor.
En este libro hay un artículo tuyo en el que muestras a una Marilyn Monroe muy distinta al estereotipo que nos ha llegado de ella…
Fue una mujer fascinante e incomprendida, velada a ojos de la opinión pública por un físico extraordinario. Rescato algunos de los más de 400 volúmenes de su biblioteca personal y traduzco un poema suyo.
Elige un indio de la historia cinematográfica.
El jefe comanche Cicatriz (Henry Brandon) de Centauros del desierto.
Un vaquero.
Pike (soberbio y otoñal William Holden) en Grupo salvaje.
Y una princesa galáctica.
Leia Organa (Carrie Fisher) en La guerra de las galaxias.
Y una princesa no galáctica.
La dulce y bellísima princesa (Robin Wright) de La princesa prometida.
Una película que te resulte absolutamente imprescindible.
El tercer hombre (1949), de Carol Reed.
Y una española.
La torre de los siete jorobados (1944), de Edgar Neville.
Un malvado.
Rupert de Hentzau (James Mason) en El prisionero de Zenda (1952).
Y un personaje buenazo.
Sonny Crawford (Timothy Bottoms) en La última película (1971), de Peter Bodganovich.
Una comedia.
El mundo está loco, loco, loco, loco (1963), de Stanley Kramer.
Un drama.
El ladrón de bicicletas (1948), de Vittorio De Sica.
Un péplum bíblico.
Rey de reyes (1961), de Nicholas Ray.
Una ‘road movie’.
Alicia en las ciudades (1974), de Wim Wenders.
Un thriller.
Con la muerte en los talones (1959), de Alfred Hitchcock
Un musical.
West Side Story (1961), de Robert Wise y Jerome Robbins.
Una peli sobre el amor.
Breve encuentro (1945), de David Lean.
Y otra sobre la belleza.
Jennie (1948), de William Dieterle.
Un director.
Orson Welles.
Una banda sonora.
La de Frederick Loewe para My Fair Lady.
Un actor.
Maximilian Schell
Una actriz.
Nastassja Kinski.
Un personaje fundamental en el cine español.
Basilio Martín Patino.
Y en el europeo.
El polaco Andrzej Wajda.
La peli más injustamente olvidada, o no suficientemente valorada.
Un lugar tranquilo en el campo (1969), de Elio Petri.
La última que has visto.
El escándalo (2019), de Jay Roach.
Si hubieras sido actor, el papel que no habrías dejado escapar.
El Diello de Operación Cicerón (1952) y el Daniel Dravot de El hombre que pudo reinar (1975).
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