Otra manera de viajar: tras el ‘couchsurfing’ llega el ‘wwoofing’
VENTANA VERDE
UN PASO MÁS ALLÁ DEL TURISMO RURAL. UNA OPCIÓN COMPROMETIDA Y MUY BARATA DE VIAJAR, DE CONOCER OTROS MUNDOS Y LLEGAR A LAS RAÍCES DE OTRAS CULTURAS. NO, NO ES EL ‘COUCHSURFING’, SINO EL ‘WWOOFING’, O TRABAJO VOLUNTARIO EN GRANJAS ECOLÓGICAS. DAMOS TODAS SUS CLAVES.
RAFA RUIZ
Tiempos de redes y de crisis. De la mezcla salen cauces nuevos y muy interesantes, sobre dos pilares: escapar del capitalismo, mercantilización y superficial comercialización de todo; y proponer experiencias más auténticas e integradoras. Ese ‘otro mundo es posible’ también ha llegado a los viajes.
Primero se hizo famoso el ‘couchsurfing’, algo así como surfear el sofá; consiste en que gente de todo el mundo ofrece cama en su casa a cambio de conocer a otra gente; eso sí, sin mediar ni dinero ni sexo en el acuerdo con los huéspedes. Y ahora se está haciendo famoso el ‘wwoofing’, simpático término que responde a las iniciales inglesas de ‘world wide opportunities on organic farms’, o sea, ‘oportunidades alrededor del mundo en granjas orgánicas’.
El planteamiento es como sigue: los voluntarios interesados acceden a listados de granjas -familiares o comunitarias- que practican agricultura y ganadería ecológicas y sostenibles y que están dispuestas a acogerles; los anfitriones ofrecen comida y techo, a cambio de trabajo en el medio natural. Sus defensores y practicantes insisten en que es mucho más que una forma de turismo barato. Se trata de toda una filosofía para compartir culturas y experiencias vitales a partir del respeto por el entorno y formas de trabajo tradicionales. Nació en Londres en los años setenta, cuando la entonces secretaria Sue Coppard organizaba escapadas de fin de semana con voluntarios para ayudar en granjas ecológicas, y airearse así de los despachos de La City. Es un paso más allá, mucho más comprometido, tras el turismo rural, las tranquilas vacaciones en la casita rural con encanto, que en España conoció el boom en los años noventa.
El movimiento se ha expandido extraordinariamente en las últimas décadas, y está ya presente en medio centenar de países, sobre todo en EE UU, Europa, la mayor parte de Latinoamérica, Australia, India y algunos países africanos.
Los anfitriones reciben una mano para sacar adelante su apuesta por lo ecológico, que va desde pequeños pedazos de tierra o huertos a granjas ya de varias hectáreas, y los voluntarios viajeros entran en contacto con las raíces de otras culturas y aprenden técnicas para poder poner en marcha sus proyectos y seguir tejiendo la red frente a la industrialización de la agricultura y la ganadería. Es el caso, por ejemplo, de Angela Boto, que trabajaba como periodista en Madrid, pero siempre soñó con tener un contacto más profundo consigo misma, con los demás y con la tierra, y decidió trasladarse a Andalucía para montar allí una familia de acuerdo con estos parámetros y más allá de lo que ella consideraba imposturas de la gran ciudad. Ahora vive en una comunidad de 30 personas en Los Portales, cerca de Sevilla, y su ecoaldea forma parte de la red ‘wwoofing’ de España.
Tiempos de redes y crisis, de intercambio y trueque, de mirar hacia otras formas de vida. Frente a la red-trampa que tienden gobiernos y bancos aliados para despojar a los ciudadanos hasta de lo más elemental, su casa, se van anudando estas otras redes liberadoras. El listado para ‘wwoofers’ en España supera ya los 200 alojamientos, con una oferta especialmente variada en Andalucía y Cataluña, pero con una presencia también notable en Galicia, País Vasco, Comunidad Valenciana, Islas Baleares, Islas Canarias y la provincia de Cáceres. En el listado se especifica el tamaño de la granja, la cantidad de adultos que admiten (generalmente dos o tres), la posibilidad de acudir o no con niños, las horas al día y los días a la semana de trabajo (lo más habitual son 5 horas diarias y 5 días a la semana), y la duración mínima y máxima de la estancia (desde un día hasta un trimestre o incluso un cuatrimestre). Eso sí, siempre hay que recordar que el clima del intercambio ha de basarse en una experiencia voluntaria y de amistad, y que nunca media compensación económica.
En España, la revista ‘Rural’ sirve de medio oficial de la red ‘wwoofing’; cuenta con diversas secciones, desde la dedicada a contar la experiencia de granjeros ‘wwoofers’ hasta reportajes sobre el valor de las plantas en la alimentación, la salud y la construcción, más unas páginas de mercadillo, donde los granjeros piden y ofrecen, desde proponer la venta de manzanas y aceite ecológico hasta buscar gallos de raza ampurdanesa, placas fotovoltaicas y maquinaria agrícola de segunda mano.
¿Cómo encontrar más información y los listados ‘wwoofers’ por países? En: www.wwoofinternational.org, www.wwoof.org y www.ruralvolunteers.org/WHOSTS (aquí dentro accedemos a la revista ‘Rural’).
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