Vera y Victoria se aman, ¿y a quién le importa lo que hagan?

Vera y Victoria son dos jóvenes que se aman y que ignoran los prejuicios de otras personas. / Foto: Mar Sáez.

Victoria ayuda a Vera a calzarse en un gesto de amor y protección en un cálido día en la playa. Foto: Mar Sáez.

Lo que iba a ser un trabajo fotográfico en torno a la transexualidad se transformó en un trabajo sobre una historia de amor, de relaciones de pareja. Mar Sáez acaba de sacar un fotolibro que comienza y termina con una ‘V’, y se llama ‘Vera y Victoria’. Una preciosa obra construida a lo largo de cuatro años de valentía y delicadeza, alrededor de la relación de Vera, transexual, con Victoria, bisexual.

Las tres son de Murcia, autora y protagonistas de V. Y las tres han vivido juntas muchas experiencias, de ocio, de playa, de viajes, de Elche, de Madrid, de relax y de tensión. A fin de cuentas, es una de las mejores maneras con que cuenta un fotógrafo para documentar la intimidad, para retratar a fondo un personaje. Echándole horas y tacto. Y en este libro se aprecian ambas cosas. El trabajo y el tacto. Han sido tres años de producción de fotos, en los que Mar ha contado con la inestimable colaboración en la edición del material -cientos de instantáneas- de tres grandes compañeros fotógrafos: Juan Millás, Eduardo Nave y Carlos Luján; y un año más de diseño, búsqueda de financiación y edición. El fruto final viene de la mano de underbau (diseño) y de la casa francesa André Frère Editions (donde por ejemplo también publican los descarnados Alberto García Alix, Anders Petersen y Antoine d’Agata) en colaboración con Cuadernos de La Kursala, de la Universidad de Cádiz; más pequeñas píldoras de texto aportadas por la escritora Lara Moreno, autora de Por si se va la luz («Vera y Victoria, porque no somos solas, somos alquimia; más allá de los nombres, la rebeldía»).

Un libro tan mimado que hasta han cuidado que los dos pliegos que cubren la historia en blanco y negro de estas dos mujeres se acerquen a la textura y tono de la piel femenina. Y dentro, muchos blancos, para dar aire, ritmo y serenidad a la historia, imágenes de naturaleza para aportar toda la naturalidad del mundo a la relación, muchas instantáneas en el recogimiento de la habitación, del baño y de la cama, y mucha melena al viento, como símbolo de femineidad y de libertad. Y, sobre todo, imágenes que las muestran más allá de la pasión y el enamoramiento, que destacan la solidaridad de la relación, su compañerismo, apoyándose la una en la otra y la otra en la una, instantes decisivos a lo Cartier Bresson recogidos en un golpe de fortuna y de tiempo,   como ese instante en que una ayuda a la otra a ponerse una chancla entre las rocas al salir de una playa, mirando al mundo con ganas de conquistarlo y enfrentándose a él también si hace falta, si hay algún cazurro que no lo entiende.

Mar Sáez -a la que no puedes dejar de mirar a sus ojos, sus gafas y su flequillo, que proyectan una mezcla de desparpajo, profesionalidad, tesón, inocencia y ensimismamiento al mismo tiempo- nos cuenta de dónde surge todo, porque uno es consciente de que llegar a este grado de proximidad con el sujeto retratado -que es lo que quiere que sea su sello, su marca personal/profesional- no resulta nada fácil: «Leí en La Verdad de Murcia la historia de Vera, que estudiaba Filología Clásica, como activista trans. Y me propuse contactarla para realizar un proyecto fotográfico sobre la transexualidad, documentando su cambio. Estudié Psicología y es un tema que me interesa mucho. A ella le pareció bien por eso de dar visibilidad al asunto y ayudar a otras personas que se encuentren en situaciones similares. Sólo puso una condición: no caer en el sensacionalismo, lo cual me pareció lógico. Ella me presentó a su amigo, Gabriel, que se encontraba en la fase inicial de su transición a hombre, para que pudiera tener más completo el proyecto fotográfico en torno a la transexualidad. Y también me presentó a Victoria, su pareja. Comencé a trabajar sobre ambos. Sobre Vera y sobre Gabriel, pero rápidamente, al editar el trabajo que iba teniendo, me di cuenta de que debía separar los proyectos, que una historia era la de Gabriel, sobre el viaje vital de la transexualidad y la transformación exterior, y otro muy distinto era el de Vera y Victoria, porque para ellas la transexualidad se había convertido en algo totalmente accesorio, anecdótico; tan asumido lo tenían que no significaba nada en su relación. Ellas han atravesado muchas crisis de pareja, como casi todos, se han separado y vuelto a juntar, y vuelto a separar. De hecho, ahora ya siguen caminos distintos, pero nunca el tema de la transexualidad de Vera tuvo importancia para ellas. Así que seguí con Gabriel uno de los proyectos, incluso me pidió que le acompañara el día de la operación para quitarse los pechos; y con Victoria y Vera construimos una historia de amor y relación entre mujeres».

Vera y Victoria from Mar Sáez Martínez on Vimeo.

Así presenta el trabajo Mar en su web: «Comparten un proyecto de vida común e ignoran los prejuicios de otras personas. Sencillamente son dos mujeres que se aman. Se complementan, se atraen y se comprenden. Caminan juntas en la misma dirección y, paralelamente, conservan su propio espacio. Vera es vegetariana, está terminando Filología Clásica y le fascinan los animales. Se siente mujer desde la infancia, pero hasta los 18 años no se lo confesó a su familia. Desde entonces, dejó de llamarse Bernardo y ese niño desapareció de su vida. Es activista y se siente orgullosa de su cuerpo. No tiene intención de someterse a ninguna cirugía. Defiende que la identidad sexual está en la cabeza de cada persona y que la reasignación genital es una decisión personal e individual. Victoria alterna trabajos temporales como camarera. Es un torrente de vitalidad y adora que su pareja le sorprenda y le robe besos cuando menos lo espera. Vera y Victoria son dos jóvenes de 26 y 22 años que tienen sueños, anhelos, miedos e ilusiones».

Y ambos proyectos, el de Vera-Victoria y el de Gabriel, han obtenido el reconocimiento de los premios Lux (premios de Fotografía Profesional) en los años 2014 y 2015. Y han iniciado una bonita trayectoria de exposiciones. La historia de Victoria y Vera se presentó en la primavera de 2015 en la galería madrileña Mad is Mad, con comisariado de Roberto Villalón, y ahora puede visitarse en la galería Kursala, en Cádiz, hasta el 20 de diciembre.

Vera es una joven transexual que se siente libre y orgullosa de su cuerpo. / Foto: Mar Sáez.

Vera y Victoria son dos jóvenes que se aman y que ignoran los prejuicios de otras personas. / Foto: Mar Sáez.

Durante tres años, Mar Sáez asistió a los encuentros y desencuentros entre Vera y Victoria. / Foto: Mar Sáez.

El libro ‘Vera y Victoria’ es un retrato íntimo de la historia de amor entre estas dos mujeres de 23 y 28 años para las cuales la transexualidad es un ingrediente más de la relación. / Foto: Mar Sáez.

Vera y Victoria pasean por el cauce del río Segura de Murcia, ciudad donde Vera estudió Filología Clásica. / Foto: Mar Sáez.

Vera levanta a Victoria tras sufrir una caída en la Gran Vía de Murcia. / Foto: Mar Sáez.

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