‘Nocturnos’ de Méndez Blake, el arte de las palabras y los silencios
Hablamos con el artista mexicano Jorge Méndez Blake que está exponiendo en Madrid ‘Nocturnos’, una muestra alrededor de aquellos que escribió Villaurrutia. Una vez más, asistimos en él al salto de barreras. El poder de la literatura, de las palabras y los silencios, se revela imprescindible.
La palabra “nocturno” la asociamos, comúnmente, a un género literario o musical que remite a la tristeza. Quizá por eso Méndez Blake (Guadalajara, 1974) se haya encargado de viviseccionarlos, separar sus palabras y sus silencios para crear paneles visuales que logran transmitir lo mismo que las obras originales. Para él, el silencio es más importante que la palabra: quizá eso ya se aprecie en su pieza más conocida, El Castillo, a partir de la obra de Kafka. Para cualquiera que guste de deleitarse con el poder de la palabra escrita, podrá hacerlo hasta el 10 de febrero en la galería madrileña Travesía Cuatro . Porque saltar los muros que delimitan –no sólo– las distintas artes merece mucho la pena.
Esta exposición gira en torno a una forma poética muy concreta que no es precisamente la más conocida, ¿por qué nocturnos y no, por ejemplo, sonetos?
Estaba buscando un género literario y empecé a analizar algunos de una forma muy orgánica, muy natural. El nocturno me atrajo muchísimo, había estado analizando a los escritores mexicanos de principios del siglo XX, pero no me había acercado tanto a ellos. Me di cuenta de que el nocturno era un tema fundamental, ¿por qué no utilizarlo?
Para esta exposición has elegido únicamente los nocturnos de Villaurrutia, ¿por qué él?
Hay muchísimos poetas que escribieron nocturnos, hasta Octavio Paz tiene uno. Pero Villaurrutia tiene un cuerpo de trabajo sólido, bastante fuerte. Había otros escritores muy revueltos, pero ninguno tiene todos los nocturnos en una misma edición. Para el espectador es más fácil que trabajes con una obra específica que con un cuerpo de trabajo que esté más diseminado. Por eso decidí no abrirlo a más nocturnos: acotar también es más interesante. Es conceptualmente más definido.
Lo que haces con esta exposición es adulterar obra literaria, es algo claro, y sin embargo llama la atención la maqueta de una plaza que resulta muy disruptiva.
Sí, en las piezas hechas con máquina de escribir se ve claramente que son obras literarias adulteradas. La otra está inspirada en ellas, es una plaza que recrea el ambiente del nocturno y de alguna manera le quita la perfección a la exposición. Si fueran sólo obras de texto la muestra rayaría en lo académico y rayaría con algo demasiado estructurado. Esto deja cabos sueltos; en el arte es importante dejar cabos sueltos, sin explicar, porque hace que tengamos diferentes leyes a la hora de plantear las cosas.
¿Rehúyes de lo académico?
Totalmente, el arte tiene que encontrar un método diferente al académico. Si no, sería crítica literaria, sería muy fácil. Y no puede ser eso, ni puede ser teoría literaria. El arte no puede ilustrar ninguna teoría, se puede dejar inspirar, influenciar…, no puede ser académico. Me aburre el arte académico, le busco salida. La arquitectura es mucho más académica en este sentido. Tengo mucha más formación teórica en arquitectura que en literatura, con la que no tengo ningún estudio formal. Pero confío en mis instintos para que las cosas salgan de una manera más natural.
¿En qué momento te das cuenta de que la literatura y el arte tienen algo que hacer juntos?
Siempre he sido consciente, ya lo pensaba cuando estaba estudiando arquitectura. Pero sobre todo hay un momento importante: cuando conocí El molino de viento de Romeo y Julieta, de Frank Lloyd Wright, de finales del siglo XIX, en el norte de Estados Unidos. Ahí conjugan perfectamente literatura y arquitectura. Cuando lo vi dije “guau, desde el siglo pasado se puede hacer esto”. Ahí fue.
En las obras que adulteras no sólo utilizas las palabras, también los silencios: los puntos y las comas, ¿qué importancia tienen los silencios?
Hay muchos silencios, hay una obra que contiene 25 veces 25 silencios. Tiene mucha importancia. Transformo la poesía –con su estructura convencional- en poesía visual porque comienzo a jugar con ella. El vacío es igual de importante que el lleno.
¿Cómo pueden un libro o una obra de arte transformar la sociedad?
De una manera indirecta, no creo que haya ningún libro que pueda transformar la sociedad. Sin embargo, la lectura de ese libro puede transformar a un individuo, y ese individuo sí puede transformar la sociedad. Después de la lectura se es una persona distinta. Hay una cadena de influencias, el arte lo digieres. Una obra tiene influencia cuando se mete en la psique de una sociedad, de un pueblo. Ahí está presente y se manifiesta de mil formas.
¿De qué manera quieres que impacte tu obra?
Con que haya una especie de contacto o conexión entre el espectador y tu obra ya es suficiente. No sé qué conexión, pero que la haya. Haces clic, hay ciertas uniones con obras con las que te identificas: esas te las llevas para siempre. Hay obras que te emocionan. La exposición de Marcel Broodthaers tiene un vídeo que se llama Proyecto para un texto: están intentando escribir bajo la lluvia. Esa obra me la llevé conmigo dentro, me afecta, afecta a mi psique, a mi interior, notas que esa obra es más importante que otras obras.
¿Hay alguna diferencia en cómo impacta tu obra en México a cómo lo hace en otros lugares?
Hay personas, más que lugares. Hay personas que se identifican mucho con lo que tú haces. De repente uno es profeta en su tierra y cuando estás en otros lugares te encuentras con personas que no tienen tu contexto, ni el bagaje en la cultura que tú tienes, ni el bagaje del país. De ahí también salen interacciones interesantes. Fuera de tu país no hay envidias ni otras cosas que entran en conflicto en el mundo del arte.
¿Crees que tu obra es traducible?
Es algo que no me importa. Hubo una época en que todos utilizábamos títulos en inglés porque se consideraba que ese era el idioma universal del arte. Pero ahora, más y más, se están rescatando los idiomas originales. Creo que hay que utilizar el idioma que haya en tu origen. Pensé que estos textos iban a tener una distribución limitada por ser en español, pero no son tanto para leerse… Si fueran en turco no entenderíamos nada y sería una cosa absolutamente visual. Pero eso no me importa, creo que como artista hay que madurar y confiar en tu idioma.
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