Antonio Ballester nos introduce en lo esencial de los ciclos de la vida
Lluvia, sol, patos, setas, montañas, agua y cielo. Los ciclos de la vida convertidos en esencia y símbolo. El artista Antonio Ballester Moreno ha compuesto dos salas-instalación a partir de una frase de Alberto Sánchez de hace un siglo, «¡Vivan los campos libres de España!», que el escultor soltó mientras paseaba junto al pintor Benjamín Palencia por los alrededores de Madrid, fascinados por el paisaje, las piedras y los palos, al encontrarse un zapato viejo tirado, y que sirvió como metáfora de confrontación entre lo moderno y lo rural y natural. Un proyecto para La Casa Encendida de Madrid, abierto hasta el 23 de abril.
Entramos, y en ocasiones vemos setas y patos rodeados de 30 enormes lienzos. No son fruto de nuestra alucinación, sino de la imaginación geométrica de Ballester (Madrid, 1977). La directora de La Casa Encendida, Lucía Casani, explica: «Destacando siempre lo más esencial, el lenguaje reducido y formal de Antonio Ballester Moreno recrea símbolos a partir de formas geométricas elementales: lunas, soles, lluvias o estrellas que recrean el ciclo vital. Sus obras remiten a un mundo de colores primarios, de formas infantiles donde los materiales como el yute sin tratar o el barro reproducen una obra de singular belleza que recuerda a algunos artistas de las primeras vanguardias como Paul Klee, Miró o Josef Albers».
Contemplamos aquí la naturaleza, la lluvia, el sol, la luna y el campo, pasados por el tamiz de la abstracción conceptual y el primitivismo. Podríamos decir que podemos ver el cubismo de Cézanne, sus volúmenes para captar la naturaleza, llevados al extremo, a la radical esencia. A fin de cuentas, esta intelectualización, esta geometrización del entorno también responde a lo natural, pues ¿qué es, si no, el acorde del paso de las estaciones, del día y de la noche, de las lunas, sino una repetición precisa de patrones?, ¿qué son los ciclos de la vida sino la multiplicación de patterns, de pautas, que también conforman nuestros gustos? Está comprobado que biológicamente a los animales nos parecen bellas y atractivas las simetrías.
El lenguaje de Ballester Moreno, asiduo de exposiciones en Madrid, Berlín, Nueva York y Los Ángeles, ha ido depurándose en los últimos años hacia la simplificación de formas y colores que remiten a lo más básico, un lenguaje reducido en busca de lo esencial hasta el símbolo. Así, las montañas son triángulos y los campos de cereal superficies planas monocromáticas. Ballester explica que el trabajo aquí expuesto también gira en torno a los juegos de parejas creadoras: lo femenino y lo masculino, el amarillo y el azul, el círculo y el cuadrado, lo horizontal y lo vertical.
En fin, si un día desapacible de este invierno preferís, en vez de una escapada a Gredos o Guadarrama o al Retiro, mantener un contacto más formal y analítico con la naturaleza, es recomendable este paseo por el lago con patos (hechos de trozos de madera reciclada) y el campo de setas (de barro, realizadas con varios colegios), rodeados de cordilleras que son asépticos triángulos y atardeceres que son líneas y círculos, al que nos invita Antonio Ballester. Otra manera de sentir, pero en cualquier caso, paisajes que producen una extraña sensación de serenidad, quizá por esa conexión primitiva con lo elemental, el origen.
En una conversación mantenida entre el artista y la comisaria y responsable de exposiciones de La Casa Encendida, Tania Pardo, y recogida en el catálogo, se rematan las claves de ¡Vivan los campos libres de España!: «Mi trabajo se centra en el origen, en ir reduciendo en todos los aspectos: en las formas, en los colores y en las ideas. Trabajo con la infancia, con los ciclos de la naturaleza y con los elementos más básicos que configuran la vida». «Las mareas, la fotosíntesis, el ciclo cardiaco, los eclipses, los equinoccios y solsticios… La sincronización de todo ello, coincidiendo con las estaciones del año, nos ha ayudado a organizar nuestra vida, que se enmarca en un tiempo cíclico en el que todo fluye: al invierno le sigue la primavera, a ésta el verano y a éste el otoño. Todo está en constante movimiento y el ser humano, como integrante de la naturaleza, no puede estar al margen. Es imposible no ver que los seres humanos y el mundo natural constituyen una y la misma unidad. Y, sin embargo, estamos funcionando completamente a la contra: la concepción económica actual es lineal y todo está pensado para usar y tirar. Al contrario que en la naturaleza, en la que todo es circular, todo se autorregula y perpetúa, todo son ciclos. Porque la naturaleza no produce basura, sino que es sostenible». «La naturaleza funciona con ecuaciones relativamente sencillas donde la conjunción de varios factores provoca el nacimiento de otros. Es muy importante fijarnos en cómo trabaja la naturaleza, en asociación y cooperación, para darnos cuenta de que el modelo de competitividad en que estamos metidos no es el sistema adecuado». «Todo esto enlaza con las teorías de sistemas, con Gaia, porque la Tierra no es propiedad nuestra, no es una fuente infinita de recursos; somos parte inseparable de ella y hay que cuidarla».
‘¡Vivan los campos libres de España!’, de Antonio Ballester. En La Casa Encendida hasta el 23 de abril.
COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.
Comentarios
Por Paloma, el 26 febrero 2017
Gracias por la recomendación, ha merecido la pena