Las seguidoras de Núria Pompeia, frente al masculinizado mundo del cómic
Vivió la lucha feminista a través de sus lápices y pinceles. La considerada pionera del dibujo feminista en España y fallecida el pasado diciembre, Núria Pompeia, derribó mitos y se hizo un hueco en el masculinizado mundo del cómic. En la semana del Día Internacional de la Mujer nos preguntamos: ¿dónde están las nuevas ‘pompeias’? Hablamos con autoras de cómic como Carla Berrocal e investigadoras como Elisa G. McCausland sobre el papel de la mujer en la viñeta hoy en día.
Sola davant de la vinyeta (Sola ante la viñeta). Así se titulaba la retrospectiva que en 2012 el Colegio de Periodistas de Cataluña decidió hacer del trabajo de Núria Pompeia (Barcelona, 1931-2016). ¿Y quién era ella? ¿Estaba realmente sola ante la viñeta? A juzgar por los datos en la industria de la ilustración y el humor gráfico, sí. Para empezar, jamás se le ha otorgado el Premio Nacional de Cómic a una mujer. Y si nos fijamos en la presencia de autoras en los salones del cómic más prestigiosos o en los volúmenes publicados por grandes editoriales estamos igual. Y si ahora vemos esto, ¿qué vio Núria Pompeia en los años 50, en los 60, en los 70?
Cuando preguntamos a Pepe Gálvez, responsable de la retrospectiva citada, sobre la existencia de un cómic femenino y un cómic feminista, no duda: “Entraríamos en un debate sobre los elementos diferenciadores entre hombre y mujer, pero lo que está claro es el punto de vista de Núria. Ella toma una posición clarísima y actúa como pedagoga y propagandista. Tiene una repercusión muy grande, que va más allá de la historieta”. Gálvez señala la obra Mujercitas (1975) como ejemplo de esta visión. En ella, Pompeia rompe con ironía y sátira con los estereotipos tradicionales de la mujer y señala en forma de denuncia feminista los mecanismos sociales que hacen que la mujer acabe adoptando un rol sumiso, conformista y tutelado. La ilustradora catalana se atrevió incluso a hablar de forma crítica sobre unos de los grandes tabúes que se mantiene en nuestros días: la maternidad. Y lo hizo en su primera obra oficial. Maternasis, publicado en 1967, refleja los miedos, la tristeza y el dolor de las mujeres ante el embarazo y el parto. Lo hizo gracias a sus trazos y al color negro que inunda las hojas. Una forma magistral de transmitir el silencio y la soledad que aislaba (y aísla) a muchas mujeres en este proceso.
“La obra de Pompeia significa el despertar de la conciencia feminista española, la inteligencia, la crítica mordaz y la experimentación plástica”, explica la ilustradora y dibujante de cómic madrileña Carla Berrocal, que ve la impronta de la artista en muchas otras ilustradoras de las décadas siguientes. “Yo creo que Núria marcó profundamente a las generaciones inmediatamente posteriores, como Ana Miralles, Gemma Sales o Marika Vila, por ejemplo, pero de una forma más política que estilística”. Una apreciación con la que coincide Gálvez, que además da las claves para entender por qué no fue hasta 2012 cuando se hizo una exposición retrospectiva de la obra de Pompeia. “Es un signo del olvido y la desmemoria que hay sobre ella y la historieta, pero también es la falta de memoria de la industria, después de Bruguera y la crisis de los 90. También está el humor, un pequeño mundo que siempre se ha tratado como algo extraño y con muy pocos premios. Y el hecho de ser mujer, sin duda. Ella dejó de publicar a finales de la Transición, aunque siguió trabajando en el Instituto de la Mujer vasco y haciendo colaboraciones, factores que añaden desmemoria a la fórmula”.
Núria Pompeia nunca fue la norma. Para empezar, ella, a diferencia de muchas otras dibujantes de la época, no empezó en los cómics románticos o considerados «de chicas». En parte, tal como indica la experta de crítica literaria Josune Muñoz, “porque pudo”. Pompeia tenía una ventaja y la aprovechó. Su marido, Salvador Paniker, era el dueño de la editorial Kairós. En la editorial, ahora dirigida por su hijo Agustín, Núria publicó las obras ya citadas –Maternasis y Mujercitas– además de Y fueron felices comiendo perdices, relatos ilustrados con ironía y estética tradicional sobre la condición de la mujer. Pero fuera de casa, Pompeia también fue valiente.
Las ilustradoras, ¡presentes!
“Las palabras nos condicionan, nos obligan a una expresión determinada y el entendimiento es previsible. Las imágenes, los dibujos, tienen diferentes lenguajes (y lecturas), interpretaciones varias y una mayor libertad de comunicación, de expresión o de aproximación. Dibujar también tiene sus limitaciones (sobre todo si no dominas la técnica), y sus dependencias, pero la interpretación de un dibujo es mucho más amplia e imprevisible, muchos más sugerente, porque la imposición de lo dicho —de lo dibujado— es menor”. Así se expresaba Núria Pompeia en el catálogo de la exposición Papel de Mujeres (1988). Unas palabras que recoge la periodista e investigadora Elisa G. McCausland en uno de sus numerosos artículos sobre la relación entre los cómics y el feminismo.
Precisamente, McCausland y Berrocal son dos de las promotoras del Colectivo de Autoras del Cómic que nada más empezar a funcionar dieron su primer premio a Núria Pompeia. “Es uno de los leit motivs más importantes del Colectivo de Autoras de Cómic, la recuperación de la herstory del cómic. Sobre todo, porque es una visibilización importante para que las autoras de cómic del presente sepan que hubo otras antes, y porque es de justicia conocerlas y reconocerlas. Núria Pompeia como pionera de un cómic feminista que no debíamos perder”, reivindica McCausland. Por este motivo, además de los premios, la asociación realizó el pasado año una exposición titulada ‘Presentes: Autoras de Tebeo de ayer y hoy’ En ella dan voz y ponen el foco en el trabajo de contemporáneas de Pompeia, como Isabel Bas Amat (1931) o Carme Barbará (1933), e incluso anteriores a su época como Piti Bartolozzi (1908-2004).
La exposición ha vivido su Día Internacional de la Mujer en Tailandia, adonde ha llegado después de iniciar su viaje en Roma. Un reconocimiento fuera de las fronteras que aún parece que no llegue al país de estas autoras de cómics.
Una de las dibujantes más respetadas que sigue en activo es Marika Vila que, además de continuar su labor creativa, investiga el análisis de lenguaje y género en el cómic. Vila forma también parte del Colectivo de Autoras del Cómic que coincidiendo con el 8 de marzo ha lanzado el catálogo de la exposición y el vídeo ¡Presentes!. En ella figuran grandes de siempre como Purita Campos, Trini Tinturé o, más adelante, Ana Miralles y Marta Guerrero. Nuevas estéticas y narrativas se juntan en este viaje con ilustradoras tan actuales y distintas como Moderna de Pueblo, Conxita Herrero o Nuria Tamarit.
Entonces…¿Pompeia ya no está sola ante la viñeta? ¿Se han derribado las barreras machistas en el cómic? “No lo creo. Lo cierto es que cada vez somos más autoras y el hecho de que cada vez seamos más nos convierte en referentes para futuras generaciones. Eso ya es toda una hazaña, pero la realidad es que seguimos siendo invisibilizadas y sin aparecer de la misma manera que nuestros compañeros en medios y crítica, por poner solo un ejemplo”, explica Carla Berrocal. Su compañera en la asociación, Elisa McCausland, indica que ese es el motivo por el que seguirá trabajando. “Porque la igualdad efectiva comienza por la memoria: sabiendo de dónde venimos, podremos cuestionar quiénes somos y elegir el sentido de nuestro camino. Eso sí, que nadie pueda dudar de que todas estamos aquí, presentes. Las de antes y las de ahora. Autoras de tebeos, hermanas del cómic”.
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