Monteverdi, el padre de la ópera, sigue fascinándonos en su 450 cumpleaños

Orfeo de Monteverdi en los Teatros del Canal. Foto: Philippe Delval.

Orfeo de Monteverdi en los Teatros del Canal. Foto: Philippe Delval.

Orfeo de Monteverdi en los Teatros del Canal. Foto: Philippe Delval.

‘Orfeo’ de Monteverdi en los Teatros del Canal. Foto: Philippe Delval.

“Con él nació la ópera”. Así anunciaban en el Auditorio Nacional el inicio del Año Monteverdi, en el que se conmemoran los 450 años del nacimiento de este compositor, cuya obra se halla a caballo entre el Renacimiento y el Barroco. Un músico imprescindible que nos sigue fascinando. De su pluma salió la que es considerada la primera ópera de la historia, ‘Orfeo’, que este año se va a representar en muy diversos espacios. Una de las interpretaciones más esperadas ha llegado a Madrid de mano de Les Arts Florissants, en los Teatros del Canal.

El pistoletazo del Año Monteverdi en Madrid tuvo lugar con el concierto de invierno dirigido por Pablo Heras-Casado en el que la Balthasar-Neumann-Chor & Ensemble interpretó parte de la obra Selva morale e spirituale, inabarcable antología de su obra sacra. Pero si por algo es reconocido este compositor italiano es por su Orfeo, estrenada en 1607. Con el simple tañir de su cítara, este semidios conseguía que reinara la paz a su alrededor y sanaba y seducía a los espíritus más atribulados. Tanto es así que, según cuenta el mito, gracias a su música consiguió traspasar los muros del Averno con el objetivo de arrancar de los brazos de la muerte a su amada Euridice… Con el triste final que todos conocemos. Incauto Orfeo, ¡si no te hubieras dado la vuelta para contemplar el rostro de tu esposa antes de abandonar ambos el inframundo!

Orfeo representa el poder de la música, que todo lo cura (“Quien canta su mal espanta”, “La música amansa a las fieras”…), así que qué mejor mito para dar nombre a una ópera, la primera de la historia. Porque eso es Orfeo. En ella el compositor nacido en Cremona estableció las pautas de este nuevo género con un revolucionario tratamiento dramático y musical. Y de alguna manera también propuso que este género saliera del reducido círculo de la corte y fuera expuesto a un público más general. La música (la ópera) se hizo teatro, se hizo drama con el que poder identificarse, llorar, reír.

La figura de Orfeo quedó para la posteridad como fuente de inspiración para los más diversos autores. Cómo no recordar, por ejemplo, el filme Orfeo Negro, de Marcel Camus, con música de Antonio Carlos Jobim y Luiz Bonfá.

Pero Monteverdi es mucho más que su Orfeo, que ya es decir. Son sus ocho colecciones de Madrigales desarrolladas a través de casi 20 años (más una publicada póstumamente), casi todos de temática amorosa y de exaltación de la naturaleza, compuestos sobre versos de Petrarca o de Torcuato Tasso, entre otros poetas italianos. Monteverdi también son sus misas, su desaparecida ópera Arianna, de la que solo nos ha llegado El lamento de Ariadna (Lasciatemi morire), tras ser abandonada en Naxos; escalofrío en la piel de pura belleza desesperada.

Y es L’incoronazione di Popea con uno de los dúos de amor, el cantado entre Popea y Nerón, más hermosos que jamás se hayan compuesto. “Pur ti miro, pur ti godo…”.

En este su 450 aniversario este músico (que vivió la mayor parte de su vida en Venecia) sigue despertando pasiones, porque pasión es lo que respira su música. Entre los más doctos y entre el público menos experto. Porque el mundo de la interpretación amateur también le rinde tributo, con talleres dedicados a su figura, como el llevado a cabo por el Coro de Cámara de Madrid a primeros de abril.

Monteverdi es un músico bisagra, que representa el paso del Renacimiento al Barroco, que cantó tanto a la espiritualidad como a lo profano; tan hábil componiendo para orquesta como para solistas o para formaciones a varias voces. En él están todas las pasiones, incluso las no terrenas.

En Inglaterra, sede del coro Monteverdi, entre abril y octubre de este año, grandes cantantes solistas junto a miembros de esta formación coral interpretarán Orfeo, L’incoronazione di Popea y el Lamento de Ariadna, los Madrigales… Todo ello en 30 conciertos dirigidos por John Eliot Gardiner.

También en muchas otras partes del mundo este año Orfeo llorará a su Eurídice, Popea y Nerón se susurrarán versos de amor y Ariadna lamentará su abandono. Y nos llevarán de la mano al mundo de amor, pérdida y desesperanza monteverdianos.

Una de las más bellas interpretaciones del duo de amor de ‘L’incoronazione di Popea’, a cargo de Nuria Rial, Philippe Jaroussky y L’Arpeggiata.

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