Cuando careces de límites, como el litio, escribes como Malén Denis
La periodista y poeta Malén Denis (Buenos Aires, 1989), residente en Nueva York, se estrena en la prosa narrativa con ‘Litio’, una novela de cartas a una misma, de capítulos muy cortos y cortantes que, como subraya la editorial, Caballo de Troya, refleja “la experiencia de la migración y la precariedad de una generación millennial hiper-medicada en busca de esa felicidad que nadie encuentra”. ‘Litio’ (cuya densidad, por cierto, es la mitad de la del agua, lo que le convierte en el metal y elemento sólido más ligero) carece de límites; cada frase lleva incluido un precipicio al que asomarse,
Hay autores cuyo pensamiento posee una pluralidad insana una vez que llega hasta el lector, y luego está Malén Denis y Litio, con sus confesiones en voz alta, sus frases sin prejuicios y su monólogo articulado por una lengua en carne viva.
Litio es una pirueta que desborda. Es un diario de cuerpo lacerado, alimentado por beneficiosas intrigas emocionales. Un canto luminoso, pero también una elegía briosa:
“Nunca nadie me había dicho que era una persona práctica, me gusta esta posible yo”.
Te deja sin aliento la franqueza y el riesgo, ese lenguaje que convierte al caos en un nombre multidisciplinar. Es un texto brillante y corrosivo como el incansable aliento del mar. Es una bomba perfectamente controlada por Denis. Un delicia breve con frases contumaces y efervescentes. Te deja la memoria llena de fructíferas heridas. De caminos iluminados por esas sombras que en nuestra juventud también nos persiguieron. Es como estar dentro de un campo de girasoles mimados por un sol que extiende su calor de manera precisa. Algunas de sus frases son como caricias y otras como gotas heladas que señalan el camino hacía el invierno. La tajante brevedad de sus capítulos es un desafío para cualquier lector. Cada capítulo elabora una contradicción que anula el fracaso. Todo son puertas que se cierran y se abren, pequeños rayos de luz que vuelven lenguaraz al silencio.
Litio es también un desequilibrio inabarcable que nos libera de nuestras propias dudas, la inercia y la rutina son los mismos monstruos en todas la edades. Cada historia nos ofrece un extravagante e inverosímil plural mayestático que nos libera y, de la misma forma, nos compromete y nos ofrece vidas extra que alimentan los fracasos y victorias de la protagonista:
“Pasadas la doce, a pesar de que le parezca un disparate, decide agarrar el auto y acompañarme a chequear la ventana y a ver a los gatos. Me quema por dentro la sensación de que podría pasar toda la vida con él, solo porque el amor es, quizás, algo cercano que acompaña al otro incluso pensando que es ridículo”.
“El suicidio no es una muerte común, las personas te miran de otra forma”.
Litio carece de límites, cada frase lleva incluido un precipicio al que asomarse, la verificación de una valentía restringida al ímpetu narrador de esta joven muchacha que encuentra en lo no tipificado su casa:
“Todo es un filo que puede descuartizarme. Todo es como la boa que te mide para poder tragarte completa, la construcción sigilosa de una traición silenciosa”.
“Cada cosa ejerce sobre mí la fuerza de una derrota”.
Denis contrapone lo insustancial a lo categórico hasta convertir su vida, la vida en general –su juventud no es un hecho aislado sino el eco de otras juventudes– en una pista de Fórmula 1. Curvas y más curvas, ruido y más ruido y la posibilidad de que todo acabe en un choque brutal:
“Me falta el soplo que une el deseo con la acción, creo que se llama voluntad”.
“Es exactamente eso lo que no tolero: lo mucho que me pesa una cosa que casi no existe”.
Denis expone preguntas que el lector aprende a coleccionar enseguida y que aísla hasta dejar que se pudran dentro de él porque es demasiado peligroso reconocerse en esa duda ágil que extiende la autora a través de las páginas de este libro.
Mención aparte merece, por su feroz originalidad, el brevísimo texto Donde viven las cosas, en el que Malén ofrece de manera magistral el resumen de la deriva vital por persona interpuesta.
No dejéis de leer Litio, el interrogatorio infinito que ofrece en él la autora, porque en sus preguntas podréis ver vuestros rostros, vuestros movimientos, vuestra quietud y conoceréis la importancia de los límites a pesar de haber sido destrozados de antemano.
‘Litio’. Malén Denis. Caballo de Troya. 111 páginas.
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