‘Mares sin dueño’: Proteger a quien amamos nos hace sangrar
¿Cuál es el precio que pagamos por proteger a quienes más amamos de las cosas que nos hieren? Así presenta la editorial la nueva novela de la periodista y escritora Esther Ginés, ‘Mares sin dueño’. Una historia sobre el peso del pasado, sobre un turbulento regreso a casa. Mucho más que una historia de misterio y caminos angostos. Una reflexión sobre esas sombras que mientras nos persiguen van cincelando nuestro epitafio.
Desentrañar la naturaleza humana es tan difícil como tratar de domesticar cualquier paisaje dejando su destino tan solo en manos de la erosión. Porque es evidente que no todas las montañas le serán leales a la lluvia ni todos los seres humanos serán capaces de olvidar su pasado. Lo absoluto es una de las caras más histriónicas del fracaso, Esther Ginés lo sabe y con delicadeza va transformando un infierno de viento y silencios en una hermosa joya emocional de la que Daphne du Maurier estaría orgullosísima.
Al comienzo del libro, el lector creerá estar asistiendo a un homenaje a Rebecca, la duplicidad de las pasiones, de los amores, del mutismo enfermizo, de la obsesiones, pero a medida que se vaya adentrando en la lectura escuchará los ecos naturalistas de Thoreau. Unos ecos que redoblan en el vuelo de cada pájaro o en el baile superlativo de cada ola de manera feroz y altamente visual. Ginés sabe que los muertos complican el pasado de la mayoría de los seres humanos y lo muestra de una manera exquisita, sin desfondar sus frases con detalles nimios. Ginés apoya la mirada sobre el paisaje y absorbe sus heridas hasta convertirlas en contumaces amazonas. Ginés busca las entrañas de cada emoción y lucha palabra a palabra e imagen a imagen para acceder a ellas.
Mares sin dueño es una novela concreta y reflexiva que se adapta a los paisajes desde el punto de vista narrativo de esa forma onírica en que un loco adapta su porvenir a la enigmática sonrisa de una pared blanca. Y es también una potente trampa de viento helado y de secretos que se avergüenzan de serlo.
Esther Ginés ha elaborado con firmeza una historia casi fantástica en la que nos cuenta que la vida de un ser humano no comienza cuando cree haber hecho un trato justo con el futuro, sino que lo hace solo cuando es capaz de asumir que todos llevamos implícitos muchos finales para un mismo deseo.
Y para demostrarlo ha construido a la perseverante y aguerrida Elisa y al soñador y leal Kylian, un hombre unido a una memoria que acaba convertida en un sudario estricto y sádico. Kylian quiere avanzar, pero la presencia de una mujer fantasma le pesa tanto como le pesaba a Sísifo el mundo sobre la espalda. Por eso, Ginés hace que toda la novela se mueva entre la intemperie y la pureza emocional. Nadie se rinde. No hay grietas por las que el paisaje ceda, ni pausa en esta batalla de mujeres y hombres perdidos en mitad del presente. Ginés no renuncia al malabarismo verbal y lo recorre con un tino explosivo. Desde la primera página se percibe que es una autora que tiene mucha avidez de verdad literaria.
Mares sin dueño es mucho más que una historia de misterio, de amor irreductible, de sendas invocadas y de caminos angostos. La novela de Esther Ginés es un golpe seco contra el paternalismo, contra la irredenta invocación de la debilidad femenina. Es un canto tumultuoso contra el recuerdo, ese refugio podrido que demasiadas veces ralentiza la vida. Es una novela imponente desde lo estético y tan seductora como solo sabe serlo la lenta boca del pasado.
Mención aparte merece la figura de Hether. Un personaje de un peso impensable dentro de esta historia que parecía formulada para dos únicos nombres. Tanto que para mí es la absoluta protagonista. Permítanme la rareza, permítanme que contradiga la sinopsis editorial de esta novela inquietante y extrema.
Por eso no dejen de leerla, no dejen de deambular por sus páginas porque sus paisajes son pequeños tesoros de piel fría y el viento terminal que la alimenta les zarandeará de esa forma inapropiada con que un mal profesor zarandea al alumno que no atiende en clase.
Léanla porque la historia de Elisa, Kylian, Odette y Herther es una reflexión taxativa e intrínseca sobre esas sombras que mientras nos persiguen van cincelando el epitafio que desearían acariciar sobre nuestra lápida.
Léanla porque hay pocas novelas que se atrevan a contar como lo cuenta esta, que a veces la locura de aquellos que deberían sostener la mayoría de edad de los tiempos verbales que habrán de nombraros es una soga que va tomando medida de nuestro cuello hasta conseguir ahogarnos.
Léanla porque los mares creados por Esther Ginés son exquisitos verdugos que sin duda han tenido como experta nodriza a los mares inventados por la gran Iris Murdoch.
‘Mares sin dueño’. Esther Ginés. Tres Hermanas. 243 páginas.
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